El cara a cara de Hillary y Trump, dominado por el morbo

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Por J. Jaime Hernández y David Brooks

Cuando el próximo lunes Hillary Clinton —una duelista cerebral que se crece ante el ataque de los hombres—, se enfrente a Donald Trump, un candidato con fama de gladiador que domina como pocos el arte del insulto y la humillación, millones de espectadores estarán observando con ojos como platos mientras devoran sus palomitas ante el televisor, en el primer debate en la lucha por la presidencia de Estados Unidos.

Un debate que, con un contrincante tan impredecible y volátil como Donald Trump y una política de reflejos afilados, bien podría decidirse en una sola caída favor de cualquiera de los dos aspirantes a la Casa Blanca.

Aunque no es el primer debate que se realiza en la Universidad de Hofstra, en Long Island, Nueva York, si será el más visto en la historia de los duelos por la presidencia. Se calcula que más de 100 millones de telespectadores estarán pendientes del más mínimo detalle, sin contar quienes lo verán en el mundo entero a través de los canales por cable y las redes sociales.

El “mano a mano”, que tendrá una duración de 90 minutos y abordará temas relacionados con la seguridad nacional, la economía y la dirección en la que avanza Estados Unidos, iniciará a las 20 horas tiempo de México.

A sólo unas horas de ese primer debate por la presidencia, en la esquina de Hillary Clinton, su principal porrista, el presidente, Barack Obama, le ha aconsejado “ser fiel a sí misma” y “exponer ante los electores las razones por las que hoy busca convertirse en la primera mujer presidente de EU”.

Mientras, en la esquina de enfrente, el candidato republicano, se ejercita con rounds de sombra mientras insulta a su contrincante aún antes de que ésta suba al ring:

“¿Que donde esta Hillary?… Está durmiendo porque la pobre ya no puede, ya no tiene fuerzas”, repite una y otra vez un divertido Donald Trump, mientras arenga a sus simpatizantes durante sus recorridos por Cleveland, Pennsylvania o Carolina del Norte, tres enclaves que ya son escenario de una feroz disputa de cara a las elecciones de noviembre próximo.

A favor de Hillary Clinton, su dilatada experiencia como duelista parlamentaria. Y como candidata a la presidencia en 2008, cuando fue descabalgada por Barack Obama, convertido hoy en su más fiel aliado.

En octubre del 2015, tras una audiencia de casi 11 horas para esclarecer su responsabilidad en la muerte del embajador Chris Stevens, durante el asalto contra el consulado de EU en Bengasi en septiembre de 2012, Hillary Clinton demostró su capacidad para enfrentar y alzarse triunfante sobre a una jauría de republicanos empeñados en sepultar sus aspiraciones presidenciales.

En contra de Clinton, su larga trayectoria como miembro del establishment político y de esos intereses creados que la han convertido en una candidata poco fiable para un importante sector del electorado independiente, de los más jóvenes y hasta de un núcleo duro de mujeres que no la ven como una de las suyas.

A favor de Donald Trump, su carácter impredecible, su magistral capacidad para manipular a los medios y el rastro de cadáveres políticos que dejó tras de sí luego de una docena de debates por la nominación presidencial en el partido republicano.

En su contra, el odio y la animadversión que le profesan millones de electores. Entre ellos, el 70% del electorado hispano y el 86% del afroamericano, que se han empeñado en evitar a toda costa su victoria en noviembre próximo.

En cualquier caso, la mayoría de los especialistas e historiadores coinciden en señalar que el debate del próximo lunes será un duelo entre el instinto y la razón. Entre los dos polos opuestos en una nación atormentada por sus viejos demonios internos (racismo y desigualdad) y el desgarramiento de su fábrica social.

Un debate que se convertirá en correlato de esa división y polarización extrema entre aquellos que se siguen resistiendo al inevitable cambio de paisaje demográfico, y aquellos que se han convertido en los herederos de una nación forjada en la pujanza y diversidad de millones de inmigrantes y amparada bajo el lema fundacional del “E Pluribus unum” (De muchos se hace uno).

Fuente: La Jornada

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