¿Maniobra distractora?

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Por Luis Javier Valero Flores

Finalmente, la “ocurrencia”, la “broma” de una tarde de tragos, que se convirtió en cosa “seria”, como la denominaría Rodrigo de la Rosa, líder de los diputados del PRI, se hizo realidad.

La coordinadora de los legisladores del PRD, Hortensia Aragón Castillo, seguramente después de consultar a la dirigencia de este partido (como lo prometió cuando se hizo pública esa intención del gobierno de Chihuahua) presentó ayer una iniciativa de ley para elegir gobernador por un período de 2 años. De inmediato fue respaldada por la diputada Mayra Chávez, la lideresa del PRI juarense.

La propuesta consiste en modificar las fracciones I y II del Tercer Artículo Transitorio del Decreto 883/2012, para que el próximo período gubernamental quede comprendido del 4 de septiembre de 2016 al 3 de septiembre de 2018.

La propuesta realizada por Aragón Castillo guarda una más que “extraña” coincidencia con los puntos de vista de Rodrigo de la Rosa, pues ambos sostienen que no es una modificación constitucional y que, por lo tanto, no hay necesidad de la aprobación de una mayoría calificada, consistente en las dos terceras partes de los diputados presentes en la sesión en la que se aborde el asunto y, entonces, para aprobarla, sólo se requiere de mayoría simple.

¿Por qué insistir en tal mecanismo?

Es simple la respuesta: Porque de someterla a la consideración de la mayoría calificada no la obtendría y sometería al grupo parlamentario –y al PRI local– a una probable división, la primera que ocurriría en el actual sexenio ya que varios diputados priistas y algunos de otros partidos –que hoy gravitan en la esfera del PRI– tampoco la aprobarían.

No son pocos, se habla de un número mayor a 5.

Si a esa sesión asistieran todos los diputados, se necesitarían 22 votos para aprobar la modificación, de conceptualizarse como constitucional. No los tienen. Los panistas han expresado en todos los tonos que no votarían a favor. Son 7. Faltarían 5 diputados, de cualquier partido, para echar abajo la iniciativa. ¿Quiénes estarían en esa hipotética postura?

Seguramente todos los priistas que no forman parte del proyecto de alguno de los aspirantes cercanos al actual grupo gobernante, porque en el ánimo de los aspirantes “ajenos” al Gobernador Duarte prevalecerá la idea que se trata de un intento de asegurar la continuidad en el gobierno, a través de un miniperíodo gubernamental.

No hay otra explicación, porque la propuesta no tiene ni pies ni cabeza, pues eso de ahorrarnos dinero y elecciones es una soberana mentira.

La reforma que ahora pretenden reformar permitía que se realizaran 22 procesos electorales de aquí al 2024. Lo que propone la diputada perredista mantiene el número de elecciones, lo único que cambia es el período del siguiente gobernador, en lugar de 5 años gobernaría ¡Dos!

¿A quién se le ocurre que eso es sano para Chihuahua, para los chihuahuenses?

No señores, esa una maniobra palaciega en la que no están presentes los mejores beneficios para la sociedad.

Miren la manera de justificar otro atentado a la civilidad democrática: “En este contexto, la homologación de los procesos electorales no solo permite la reducción de los costos erogados en las campañas y la fiscalización efectiva del gasto público, sino que también permite al ciudadano el acceso a la información concentrada en un período de tiempo que le hace posible poner a contraluz la realidad social y política con las propuestas de los diferentes partidos y candidatos, a fin de evaluar su desempeño mediante el ejercicio efectivo de su derecho al voto”.

¿Pues qué la reforma anterior no homologaba los procesos electorales?

¡Claro que sí! Los diputados y los alcaldes elegidos en 2016 entregarían en 2018. Los sucesores de éstos serían elegidos en ese año, junto con los legisladores federales y el presidente de la república. A su vez, el gobernador elegido en 2016 entregaría en 2021, año en el que se elegirían, otra vez, alcaldes, diputados locales, diputados federales y gobernador.

De ahí en adelante los siguientes mandatarios serían elegidos cada seis años. Entonces, ¿para qué reformar la reforma?

Es, como dice el diputado Jáuregui, una maniobra distractora de la que dijo conocer, tanto el origen, “como quien lo está elaborando”. Además, aseguró que no se aprobará y que “gente del propio partido que manda la iniciativa no van a votar por ella (pues) esta es la primera vez que una broma se está transformando en iniciativa y no le hace, en lo absoluto, bien ni al poder Ejecutivo, ni al Poder Legislativo y deja a la clase política chihuahuense terriblemente afectada (ya que)… a partir del 2016 en Chihuahua no volvería a haber elecciones federales y estatales separadas, sin necesidad de hacer acuerdos en lo oscurito”.

Les digo, ya deberemos prohibir las reuniones “sociales” de los diputados de Chihuahua, no sabemos con qué otra “broma” nos pueden sorprender.

Como lo canta Serrat, “… Si no fueran tan temibles/nos darían risa. Si no fueran tan dañinos/nos darían lástima”.

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