¿Constitución moral?

0

Por Germán Martínez Cázares

¿Es posible escribir una Constitución moral? ¿Es útil? ¿López Obrador se voló la barda al proponer redactar una regla ética? ¿No basta la Constitución política vigente?

Primero una aclaración para despistados: moral no es sinónimo de religión; ésta puede nutrir a aquélla, pero por supuesto puede haber moralidad en un ateo. Confundir pautas morales con reglas divinas es ver sacristías y confesionarios donde solo hay una sala y un comedor.

Una de las primeras lecciones a los futuros abogados cuando son alumnos es, precisamente, distinguir entre normas “morales” y normas de “derecho”. Las primeras son “unilaterales”, porque na- cen, se aplican y se sancionan en cada una de las personas individualmente; mientras que las normas de derecho o jurídicas son “bilaterales”, nacen de un acto de autoridad, se aplican y sancionan por el Estado. AMLO no promete desaparecer las normas jurídicas.

Las normas morales se las autoimpone cada persona en particular y su exigencia no depende de un tribunal o policía externos. Son un valor subjetivo individual que guía los pasos en la vida de cada mujer u hombre. ¿Se deben desechar? ¿No vale la pena reflexionar y conversar qué “valores” persiguen nuestros jóvenes que se afilian a una organización criminal?, ¿no vale la pena escudriñar las motivaciones morales de un país ensangrentado, enlutado, lleno de dolor por tantos homicidios, secuestros, corrupción, feminicidios, donde hasta en la más grande universidad del país se exclama “fuera narcos de la UNAM”?

La enorme violencia mexicana que atormenta a familias, comunidades, y además se ensaña contra la mujer, ¿sólo podrá resolverse con normas jurídicas coercibles por la fuerza pública de gendarmes federales y soldados en la calle?, ¿acaso no valdrá la pena explorar ese inquietante por qué un joven quiere ser capo de la mafia?, ¿por qué hurta?, ¿por qué venera el dinero? Nadie ha dicho que la Constitución moral suple y abroga a la Constitución política, pero un límite interno en la conciencia de la juventud ayudaría muchísimo. ¿Un presidente de México no puede hablar de los deberes de sus ciudadanos?

La idea de Andrés Manuel no es nueva. La propia UNAM, la Fundación José Saramago y la World Future Society (capítulo México) redactaron una Carta Universal de los Deberes y Obligaciones de las Personas. No es otra cosa que una declaración de compromisos éticos, ¡una Constitución moral global!, suscrita por, entre otros, el rector Enrique Graue, el ministro José Ramón Cossío, la doctora Juliana González, el filósofo Sami Naïr, Pilar del Río viuda de Saramago. ¿También a ellos los descalificamos?, ¿también a ellos les dirán “mochos” y “populistas”?

En el Preámbulo de su Carta afirman que “en el cumplimiento de los deberes jurídicos no se agotan las posibilidades de alcanzar el pleno desarrollo de las personas, siendo las obligaciones éticas igualmente indispensables para el sostenimiento de las instituciones democráticas y el Estado de derecho”. La moral es un gran déficit social, parecen sostener los autores. Y declaran una lista de veintitrés deberes. Destaco uno: “Todas las personas… tenemos el deber y la obligación de no discriminar y exigir que se combata la discriminación por motivo de raza, color, sexo, edad, género, identidad, orientación sexual, idioma, religión, opinión política o ideología, origen nacional, étnico o social, discapacidad, propiedad, nacimiento u otros motivos similares”. No sólo somos “derechohabientes” del país, también nos debemos al cumplimiento de nuestras cargas cívicas, que será más eficaz si nos las autoimponemos como reglas éticas.

En El llano en llamas de Juan Rulfo, la enorme mujer del matón “el Pichón”, al final del cuento, espera afuera de la cárcel al hombre que asesinó a su padre, que la violó y la embarazó sin su consentimiento. Después de muchos años del ultraje, le presenta al delincuente recién excarcelado a su hijo: -“También a él le dicen ‘el Pichón’. Pero él no es ningún bandido ni ningún asesino. Él es gente buena”. La diferencia que tiene en su cabeza esa mujer provinciana entre el Pinchón bueno y el malo es la norma moral. La norma jurídica encarceló a “el Pichón”. ¿AMLO con su Constitución moral va a vaciar las cárceles? ¡Por favor!

Fuente: Reforma

Comments are closed.