Aristegui: el libre ejercicio periodístico, centro del litigio

0

Por Blanche Petrich

Inmersa en una batalla legal que se libra en varias pistas, la periodista Carmen Aristegui sostiene que lo que ella y su equipo de trabajo están defendiendo frente a la empresa MVS y “la mano que mece la cuna” es el cumplimiento de un contrato que por sus alcances debería ser “un modelo de relación entre los periodistas y los empresarios de los medios de comunicación”.

No se trata, asegura, de defender solamente el espacio que se logró construir en la barra matutina del noticiero que se escuchaba hasta el 13 de marzo en el 102.5 FM del dial, sino una defensa de principios y condiciones de trabajo que aseguren la libertad de expresión de todo el gremio.

Reconoce que en la lucha por los espacios de un periodismo crítico e independiente “hay otros medios de primerísimo orden. No somos, ni mucho menos, los únicos en la pradera”.

Y se pregunta: “¿Quién gana con nuestra salida del aire? ¿Quién es quien realmente no quiere que se divulgue la información que investigamos?”. Y algo aún más incomprensible: “¿Por qué MVS intenta aniquilar un modelo de comunicación que lejos de ser destruido debería replicarse en todo el país, en toda la industria?”.

Es, apunta, un momento clave para que los informadores nos enfrasquemos en “una seria reflexión sobre cómo andan las cosas en la relación entre los periodistas y los empresarios; sobre cuál es el mejor modelo para que todos –prensa, empresas y audiencias– ejerzan sus derechos para realizar y ofrecer mejores contenidos, producto de un trabajo hecho en libertad, resultado del esfuerzo profesional y ético. Esa es la batalla principal, tiene que ver con los contenidos que le damos al público y la conciencia que tome la sociedad mexicana de sus propios derechos”.

Pero por lo pronto, mientras varios juzgados especializados en telecomunicaciones enfrentan una avalancha de amparos de ciudadanos que reclaman a MVS y “a quien resulte responsable” de haberlos privado de su derecho a la información por haber sacado del aire el noticiero matutino de mayor rating en la radio nacional, este lunes Carmen Aristegui enfrenta una audiencia incidental –así le llama el argot jurídico– donde el juez Fernando Silva García “puede decidir o no” otorgarle medidas cautelares a la periodista. Si la balanza se inclina a favor de Aristegui, los dueños de la concesionaria MVS deberían permitirle que, al menos mientras se resuelve el fondo del litigio, regrese a los micrófonos. Solo que, no de manera casual, la empresa anunció el sábado la contratación de otro locutor, Alejandro Cacho, para conducir el espacio que antes encabezaba la popular periodista. O sea, podría responderle al juez que no puede cumplir con su orden con alegatos de “imposible resolución”.

Así empiezan las escaramuzas de un litigio, o serie de litigios, que implican temas tan esenciales como la relación de la prensa frente al poder político y económico, la libertad de expresión e información de los periodistas y algo novedoso, el derecho de las audiencias.

Nos va la vida en ello”

La rutina de Aristegui ya no gira en torno a la severa disciplina de una madrugadora que a las seis de la mañana estaba sentada frente a los micrófonos de su noticiero. Ahora se levanta “no tan temprano”, despacha al hijo a la escuela y antes de las siete “se clava” para leer periódicos, enterarse de todo y repasar decenas de expedientes y documentos se acumulan en la mesita de noche. La rutina no deja de ser intensa.

El domingo no es la excepción. Lee todo el tiempo. Corre de una cita a otra. A La Jornada la invita a unas sincronizadas de desayuno que se prolonga hasta la hora de la comida. Buen ánimo, desbordada de energía como siempre, así encontramos a la conductora.

“El propósito de esta batalla es impedir que este golpe autoritario prospere. Es por nosotros y por los demás. Defendemos lo que construimos con mucho trabajo, pero también queremos defender nuestra conexión con un público, con muchos mexicanos que encuentran en nosotros lo que quieren saber. Nuestra vida va por ello”.

Está al tanto de lo que sostienen numerosos columnistas de los diarios que la critican diariamente. “La batalla que estamos dando por la defensa de nuestro contrato con MVS, lejos de llevar a las muchas tonterías que están diciendo varios columnistas estos días, puede llevarnos a encontrar, para todos, un modelo que permita a las empresas, dentro de su libertad empresarial y de contratación, preservar sus derechos como concesionarios al tiempo que respeten los derechos de los periodistas y a las audiencias. El nombre del juego, ahora, es libertad”.

No es que le encante encontrarse frente a la coyuntura donde tendrá que verse más con abogados, tribunales, legajos judiciales y temas de jurisprudencia que con entrevistas, noticias, reportajes. “Queríamos evitar el juicio, queríamos seguir haciendo nuestro trabajo. Pero este método de judicializar a periodistas es una forma de obstaculizar el periodismo que les resulta incómodo. Lo hemos visto otras veces”.

La semana pasada un tribunal colegiado echó para atrás una orden del juez Meza García, quien dispuso una sesión entre la quejosa y el demandado, Aristegui y MVS, con la figura arbitral representada por mutuo acuerdo en José Woldenberg.

“No fue posible. Pero lo importante es que el juzgado octavo haya admitido mi recurso de amparo. El tribunal le dio la razón a MVS en ese punto de bloquear la salida conciliatoria, pero no desechó la demanda, no puso en cuestionamiento la competencia del juez para determinar una suspensión ni puso en entredicho las valoraciones del juez en cuanto a considerar a MVS como una figura de autoridad siendo una empresa concesionaria. Y eso es muy relevante”.

El corazón del litigio

–¿La impugnación de estos lineamientos que te quisieron imponer son parte del litigio?

–Es el corazón. Porque al pretender imponerlos y nosotros no aceptarlo se llegó a la terminación de la contratación contractual. Tiene que ver fundamentalmente con lo editorial. Es cambiar un modelo editorial por otro, que nos colocaría a los periodistas en una situación de regresión. No decimos que los periodistas estén debajo o arriba de la empresa, es que los periodistas y la empresa, con un modelo así, son corresponsables ante su audiencia de los contenidos que ofrecen todos los días.

–Sobre el origen del conflicto, el alegato que esgrimió MVS para reclamarte el mal uso de la marca en la firma de un convenio con Mexicoleaks ¿fue un error?

–Fue un pretexto. Si utilizo la palabra les doy elementos para decir que esa fue la razón de la ruptura. Y no lo es. El tamaño del incidente es muy menor frente a la reacción desmesurada de MVS. Mexicoleaks no es otra cosa más que una plataforma tecnológica que serviría a una unidad de investigaciones especiales que existe, aunque ahora esté en el limbo. Adoptar esta plataforma no costó un peso, no involucró lucro alguno. Es una iniciativa que se promueve desde Holanda con patrocinio del parlamento europeo para favorecer la tarea de los periodistas en países donde hay que empujar. No hay ninguna implicación distinta. Es decir, no hay uso de la marca sino que lo que se hizo fue involucrar una herramienta de trabajo para obtener información a favor de MVS.

“La información obtenida vía esta plataforma se subiría al aire y MVS se beneficiaría de esta información. Un poco al estilo de lo que es Wikileaks. Consideré que era un asunto asociado a mi responsabilidad como directora de Noticias MVS. Es simplemente una herramienta de obtención de información, como las que usamos todos los días. Boletines, informes, declaraciones, una y mil maneras de obtener información.

“¿Debió haber sido diferente la comunicación con la empresa respecto a este asunto? Probablemente. Pero este elemento se utilizó para la ruptura. ¿Porqué? La pregunta sigue abierta. ¿Por solicitud de quien? ¿Qué coyuntura o qué necesidad de deshacerse de este noticiero? ¿A quién beneficia que salgamos del aire? ¿Quién gana que nosotros no podamos decir lo que investigamos y queremos publicar? ¿Quién es el verdadero beneficiario de que hoy los periodistas no estemos al aire?

–En su demanda mercantil, MVS ya no menciona el tema del “uso de marca” relacionado a Mexicoleaks sino que te acusa, ahora, de hacer uso de recursos y material que es propiedad de MVS en tu portal personal, que es Aristegui Noticias. ¿Qué implicaciones tiene?

–Ese es otro carril. Casi en simultáneo nosotros presentamos nuestro recurso de amparo a raíz de la imposición de los lineamientos y MVS presentó una demanda que les fue rechazada. Luego vino otra demanda de orden mercantil en donde ellos dicen que yo usé los contenidos de MVS en mi portal sin tener derecho para ello. Esta sí les fue aceptada.

“Yo sostengo que los contenidos recuperados para el portal Aristegui Noticias son producto de un acuerdo verbal con MVS, particularmente con Alejandro Vargas. Fue un acuerdo muy transparente y nítido con el objeto de ampliar la plataforma de exhibición de nuestros contenidos de la mañana. Es demencial que ahora diga que no hay autorización para hacerlo. De ser así, MVS, una empresa de comunicación seria y consolidada, se acabaría de dar cuenta apenas ahora que hay un portal que reproduce todos los días, a lo largo de todo el día, lo que en el noticiero de la mañana salía al aire. ¿Cómo que se percataron hasta ahora? Es lamentable e insostenible. Ellos saben que es falso”.

Cuando se juntó el hambre con las ganas de comer

En enero de 2008 la estación W, de Televisa y Grupo Prisa, censuró a Carmen Aristegui y le suspendió su programa. Un año transcurrió de travesía en el desierto. Ninguna concesionaria de radio quería aceptar a una periodista que pidiera, de entrada, un contrato que le garantizara plena libertad en su política editorial.

Pero en 2009 el dueño de la estación MVS Joaquín Vargas padre quería volver a tener un espacio de noticias, que había dejado de tener durante un tiempo. Y llamó a Aristegui.

“Se juntó el hambre y las ganas de comer. Con la mediación de Javier Corral tuvimos una conversación en un tono muy abierto, propositivo. Un año fuera del aire fue un periodo demasiado prolongado para una periodista que tenía en ese momento un posicionamiento importante en el mercado radiofónico. Cuando nos encontramos de nuevo con Joaquín Vargas acordamos condiciones muy de avanzada; un contrato que otorgaba a la directora del noticiero el control editorial, autonomía, un ombudsman y una figura arbitral para dirimir conflictos. Pusimos en blanco sobre negro los valores fundamentales para ambos.”.

Aclara: “Estoy hablando solamente de la emisión matutina de Noticias MVS, no hablo de las otras emisiones porque desconozco qué tipo de relación que tienen con la empresa”.

–¿Hay otros contratos parecidos en la industria de la radio y la TV?

–Lo desconozco. Me encantaría que existieran otros que permitieran a todos los periodistas poner con todas sus letras el significado de la libertad editorial, al tiempo de mantener una relación seria, profesional, moderna, con las empresas de comunicación. Es lo que logramos juntos MVS y nosotros.

“Por eso me sorprende y me duele que lo que logramos juntos, y que desafortunadamente no es moneda común en los medios de comunicación, ahora se quiera dinamitar. El nuestro es –no quiero hablar en pasado– un programa exitoso, de buen rating. Tenemos mucha fuerza justo cuando nos sacan del aire, sobre todo con nuestros últimos reportajes de muy alto impacto”.

La casa de la primera dama

–En este proceso, el momento en el que sale el reportaje de la “casa blanca” de Las Lomas (Sierra Gorda 150, valuada en siete millones de dólares) como propiedad de la esposa del presidente Peña Nieto parece ser un punto de quiebre…

–Lo es. Ya lo he dicho: el reportaje no se transmitió en primera instancia en el noticiero de MVS porque cuando nosotros estábamos aun con la investigación en curso –habíamos hecho consultas en la Presidencia, en la Secretaría de la Función Pública— ellos nos pidieron comprensión.

“Esa información no nos la entregó nadie. Nace con la curiosidad periodística de Rafael Cabrera, que hojeó el Hola en un supermercado y vio el reportaje de la esposa del presidente diciendo que ese sería su hogar cuando salieran de Los Pinos.

“Fue una conversación difícil; me solicitaron que esa investigación no saliera en el noticiero. Alegaron lo que yo sé que es cierto, su vulnerabilidad ante el poder político, porque son empresarios que dependen mucho del ámbito gubernamental para sus propios negocios, sus concesiones, la banda 2.5, lo que es el negocio principal de MVS.

“Los empresarios en México y en particular los de las concesiones han estado históricamente bajo el yugo y condicionamiento del gobierno que sigue afectando la libertad de expresión y los contenidos de la radio y la televisión.

“Yo les planteo que no podía aceptar censura y menos en un reportaje de esa naturaleza, que la sociedad tenía derecho a saber eso y que no la íbamos a meter en un cajón. Entonces les digo que para no generar ruptura con ellos, la salida para nosotros es que la divulgaríamos de otra manera. No nos comprometimos a no hablar de eso en MVS, sino que la estación no fuera la señal de origen del reportaje. Salió en La Jornada Proceso un domingo, fue retomado en medios internacionales de manera muy fuerte y Reforma un poco más adelante.

“Yo creo que fue una decisión apropiada. Valoramos la necesidad de no chocar frontalmente con la empresa y divulgamos la información ampliamente, sin escatimar la libertad de expresión, incluida muy amplia con Eduardo Sánchez, de presidencia y todos los elementos posteriores, como el mensaje de la primera dama.

–¿Anticipabas lo que pasó después?

–Obviamente esto está en el trasfondo de lo que está pasando ahora. La escalada que llevó a nuestra salida –Mexicoleaks y el pretexto del uso de la marca; el despido de los dos reporteros y la imposición de los lineamientos fue en la misma semana. Y esto pasó entre un puente y semana santa.

“El domingo 15 de marzo llamamos al árbitro, José Woldenberg, pero MVS rechaza su intervención aduciendo que se trata de un asunto de gobierno corporativo, cualquier cosa que eso sea. El lunes ya no podemos entrar a la emisora”.

Entre “la caja de cristal” y la opacidad

Carmen Aristegui lo ve en perspectiva. “Esta no es la primera ocasión en la que los concesionarios de la comunicación de ven doblegados por el poder político. Este capítulo de construcción autoritaria no es el primero que vivimos con MVS. En el primer capítulo vimos lo insólito: oír a un empresario de medios de comunicación como Joaquín Vargas decir que fue sometido para sacar del aire a una periodista en febrero de 2011. No es la primera vez que esta empresa, y otras que no lo dicen, fue sometida para actuar en contra de sus periodistas”.

–Fue tu primer despido, cuando reprodujiste versiones sobre el presunto alcoholismo del entonces presidente Felipe Calderón.

–Si, ese tipo de operación que involucró en ese momento al gobierno de Calderón, a un empresario y a una periodista, nos retrata de cuerpo entero la situación que se está viendo ahora en este caso.

“En aquella ocasión Joaquín Vargas fue una caja de cristal y asumió con valentía el costo de decir lo que pasó, narró con pelos y señales cómo el poder presidencial lo obligó a pedirle a la periodista disculpas que yo no estaba dispuesta a dar. Reconoció que Los Pinos le dijo que si recontrataba a la periodista a su proyecto empresarial se lo llevaba la chingada. Ese capítulo no podemos olvidarlo. Fue un momento grandioso en donde un empresario decidió contar la verdad.

–¿Cómo se da ahora esta operación con los hijos de Vargas?

–Se da totalmente opaca pero tiene ingredientes similares. No es la misma ecuación política. No es lo mismo Calderón de salida que Enrique Peña con casi cuatro años de presidencia enfrente.

–Aquí se demuestra la falla en la relación poder político-empresarios de la comunicación. ¿Siguen siendo los medios convencionales, en manos de estos empresarios en quienes prevalecen sus intereses de negocio por encima de los principios de la libertad de expresión la alternativa o habrá que pensar que en una vía alterna, los medios por internet, por ejemplo?

–Desde luego el internet es una vía de trabajo para muchos. Pero no hay que plantearlo de esa manera. Si bien es cierto es que la tecnología abre otras posibilidades muy importantes, también es cierto es que lo que domina ante las audiencias sigue siendo la estructura tradicional, la televisión y la radio. Hay muchos años por delante para que ese poder dominante deje de serlo en una sociedad que mayoritariamente se informa por medio de las vías tradicionales.

“No es uno contra el otro. Las nuevas tecnologías siguen desarrollándose. Pero no creo que hoy todavía esté a la par de la estructura gigante de los medios de comunicación. Me parece que es una salida falsa pensar que con el internet resolvemos lo otro. Los medios digitales independientes todavía son muy pocos ante la lógica de dominación prensa- medios- poder.

“Creo que lo que urge en México es pensar cómo hacerle para evitar que los dueños de los medios de comunicación se atraviesen permanentemente en las decisiones que toman respecto a los medios de comunicación. Si hay un dueño de medios, que además tiene telefonía, restaurantes, hoteles, toda una gama de intereses empresariales distinta a los comunicaciones, todo el tiempo estos intereses se están cruzando con los criterios editoriales”.

–¿Cómo se consolida en el principal programa de radio en México aquel contrato que surge en 2009?

–Muy pronto nos pudimos posicionar como entre los más escuchados. Fuimos incorporando periodistas, se creó la unidad de investigaciones, la mesa de debates, se posicionó con gran éxito el espacio de Enrique Galván Ochoa, de Mardonio Carballo; incluimos un espacio de atención a la infancia dentro de un noticiero duro, con “Niñonautas” de Kiren Miret. Recientemente generamos trabajos periodísticos surgidos de un modelo de libertad editorial –como el asunto de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, el seguimiento de Tlatlaya y Ayotzinapa, y el tema de la Casa Blanca, de muy alto impacto”.

–¿Porqué dinamitar un modelo así?

–Esa es la pregunta que me sigo haciendo. No veo racionalidad empresarial en ello. No es que este modelo trajera problemas de rating sino todo lo contrario. Genera buenos recursos, comercialización, buenos negocios, respeto de la audiencia y el único y principal activo a defender es la credibilidad.

“Sabemos que MVS es una empresa que tiene otros intereses muy relevantes, que está a la espera de un conjunto de decisiones por venir que dependen en gran medida de las instancias de telecomunicaciones y de los nuevos marcos legales”.

Fuente: La Jornada

Comments are closed.