Vamos a cambiar el mundo

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Por Lydia Cacho

¿Te has preguntado si las peticiones que firmamos para causas nobles funcionan?

Hace años, atestiguamos la movilización de miles de personas, desde la ciudad de puebla, en México, hasta la capital del país. Manifestaban su repudio hacia las redes de explotación sexual infantil en las que se vinculaban pedófilos y políticos de diferentes niveles de poder. La indignación fue el móvil de esa muestra de repudio. Ciertamente es importante comprender cuánta gente piensa de la misma manera y encuentra causas que asume como propias, ya sea por un hecho personal o porque se ha concienciado y sabe que su presencia puede hacer la diferencia. Pero hay algo más: esas manifestaciones derivaron en la unión de grupos diversos que hicieron presión para que se legislara sobre la pornografía infantil.

La reacción en cadena no se hizo esperar, ya había organizaciones trabajando activamente en el cabildeo para una ley integral contra la trata de personas y éste nuevo impulso social rindió frutos en tantos niveles que la mayoría de gente, aunque celebró el anuncio de las leyes y los consecuentes arrestos y sentencias, no supo cuán importante fue su presencia individual en esa primera marcha en Puebla.

Durante décadas, activistas de todo el mundo se han jugado la vida (literalmente) para erradicar las prácticas de ciertas empresas maquiladoras que contaminan el agua y el subsuelo afectando a comunidades enteras. De no ser por estas organizaciones, las leyes de comercio internacional no hubiesen creado mecanismo de calificación para las empresas; de no ser por ellas, millones de personas no habrían castigado a los vendedores al evitar comprarles por malas prácticas medioambientales. Sin ello millones de maquiladores en el mundo no hubieran cambiado sus métodos y reglas de fabricación.

Cuando Greenpeace publicó su informe “Hilos tóxicos al desnudo. Exponiendo el papel de la industria textil en la contaminación de río en México“, casi 300 mil personas se unieron de inmediato vía redes sociales para exigir a Levi’s (la fabricante más grande de jeans en el mundo), que cambiara sus prácticas contaminantes. El logro fue mayúsculo cuando la marca mostró que había desarrollado nuevas exigencias para las maquiladoras de sus productos en todo el mundo y que para 2010 habrán desaparecido por completo los tintes tóxicos. Gracias a la campaña Por una moda sin tóxicos de Greenpeace, Levi’s se convirtió en la onceava marca internacional en erradicar los químicos contaminantes de su ropa. Sin las firmas, los posteos y los pequeños grupos de personas que se manifestaron un mismo día a la misma hora en tiendas de la marca, esto no hubiera sucedido.

David Batstone, fundador de la campaña “Not for sale” (No en venta), creó con su organización un sistema de evaluación de empresas, para medir su participación en la esclavitud: trata de personas y explotación infantil. Su modelo “Free2work” (Libre para trabajar) ha sido tan exitoso que sigue creciendo exponencialmente. El equipo toma en cuenta tratados internacionales, leyes laborales, informes locales de trata de personas y derechos humanos. Cada empresa es evaluada para saber si detrás de sus productos hay prácticas de esclavitud. Se evalúan y documentan políticas, rastreo de origen y métodos de producción, monitoreo de manufactura (asegurarse que no se subroga a terceros esclavistas la mano de obra) y derechos de las y los trabajadores.

Trabajan con consumidores, pero también asesorando a las empresas para que creen buenas prácticas contra la esclavitud humana. Los frutos son impresionantes, basta ver particularmente los informes sobre los fabricantes de Kindle, Nintendo o la crisis de Apple con su manufacturera Foxconn y otros. Entendemos cómo se vinculan con la guerra en el Congo y la esclavitud en diversos países. Free2work transparenta las cadenas de explotación y de producción. Como en el caso de Greenpeace hay un trabajo técnico detrás, pero al frente está la comunidad consumidora y la que hace eco de estos descubrimientos.

En un momento como el actual, en que México parece fisurado, fragmentado y afectado seriamente por fenómenos humanos y naturales, mucha gente piensa que es tiempo de irse a casa y meterse bajo la cama hasta que pase la tormenta. Hay asuntos que no están en nuestras manos, pero otros en los que cada voluntad cuenta, cada click hace la diferencia. En momentos como éste, en que una parte de la humanidad sufre por las sequías y otra se ahoga en las inundaciones, es importante retomar el tema del calentamiento global.

La campaña para Salvar el Ártico (Polo norte) necesita que millones de personas se sumen a ella. El cambio climático se ha convertido en la principal amenaza para el Ártico, debido a que está provocando la rápida desaparición de la capa de hielo milenario de esa región. Con el deshielo de esta zona se están liberando gases de efecto invernadero (GEI) que contribuyen a incrementar la temperatura del planeta. Esta región es considerada Patrimonio de la Humanidad, pero luego de que algunas zonas comenzaron a deshielarse, diversos países han hecho usufructo de ellas. La petrolera anglo-holandesa Shell es la principal responsable de abrir la región y provocar una fiebre por el petróleo del Ártico. Si no se logra detener el avance de estas empresas, que a su vez aumentan el efecto invernadero, los desastres naturales potenciados por la ambición humana serán cada vez más dramáticos.

En México, el 56.7% de los municipios que conforman la nación se encuentran catalogados en alto riesgo de desastre por efectos del cambio climático. En esos 1,385 municipios se concentran 27 millones de habitantes. La elevación del nivel del mar es probablemente el impacto antropogénico más importante del cambio climático en este siglo. Quien crea que lo que está sucediendo en México no afecta a otros países, se equivoca. Quien piense que lo que sucede en el Ártico no impacta a México, que se aleje de las costas.

Greenpeace convoca a que se sumen millones a www.salvaelartico.org/firma. Recordemos que gracias a las campañas de activismo se logró crear el Sistema del Tratado Antártico (Polo sur, AST por sus siglas en inglés), que le protege de aprovechamientos de cualquier tipo y sólo permite la exploración para fines científicos.

Hay una cantidad importante de hombres y mujeres que saben que el ejercicio de la ciudadanía plena no toma vacaciones, a pesar de sentirse abrumados. El secreto para seguir adelante consiste en saber cómo evaluar y asumir causas, cuándo activarse, cuándo firmar o salir a la calle y cuándo, también, celebrar y compartir los éxitos del impulso colectivo que rindió frutos. Es cierto que las campañas para enderezar los entuertos humanos parecen no tener fin, pero los logros tampoco tienen fin.

Fuente: Sin Embargo

@https://twitter.com/lydiacachosi

Aquí puedes unirte a la campaña Salvar el Artico:

http://www.greenpeace.org/argentina/es/

 

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