Un festejo… con águila bicéfala

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Por Pineda Jaimes

“La gente me dio el poder

como un futbolista popular (…)

Si la gente no tiene el poder de decir las cosas,

entonces yo las digo por ellos.

Si yo estuviera del otro lado, no del lado de la gente,

no habría nadie que escuchara mis opiniones

Sócrates, futbolista brasileño.

Si la corrupta FIFA pensó que ya se había librado de un problema al ver bien portaditos y cante y cante el Cielito Lindo a los mexicanos, lo ocurrido en el estadio de Kaliningrado en el partido Suiza contra Serbia, amenaza en convertirse en un problemón de dimensiones épicas, por las implicaciones políticas que tuvo.

Y es que a la FIFA le produce urticaria las manifestaciones políticas que se lleguen a realizar en un partido de futbol. De hecho, las tiene prohibidas y con la amenaza siempre presente de sanciones severísimas a quien las haga.

Pese a ello, son múltiples los futbolistas que se han pasado por el Arco del Triunfo los llamados de la FIFA. Desde el fallecido pero recordado Doctor Sócrates, aquel finísimo mediocampista brasileño, lector de Gramsci que poco le importaba lo que dictara la FIFA y cuantas veces podía mostraba su apoyo lo mismo a causas sociales que a la democracia, herencia de su amado Corinthians, muchos más han seguido su ejemplo.

Pues bien, ahora a la FIFA se la ha venido el mundo encima. En un partido en apariencia sin mayores problemas ni carga política alguna, resulta que se convirtió en un polvorín que tiene ahora a los dueños del futbol en el mundo en un brete con las autoridades rusas a quienes nada les gustó lo ocurrido en el Suiza contra Serbia, un partido ganado de manera dramática por los helvéticos 1-2, con una épica remontada en el marcador.

Políticamente, ¿qué tendrían en común suizos y serbios?

Casi nada. Salvo el pequeño detalle que los autores de los dos goles suizos Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri,  tienen raíces albano-kosovares y por tanto tienen ajustes históricos contra los serbios. Su venganza fue celebrar sus tantos haciendo el símbolo del águila bicéfala o doble águila de Albania con sus manos. Su gesto no gustó ni a la selección de Serbia –invadieron Kosovo- ni a muchos aficionados rusos que estaban en el estadio, pues hay afinidad histórica con los serbios. Y obvio, tiene molesto también al gobierno ruso de Putin que lo consideró como una afrenta política. Esto es más serio de lo que parece, pues no hay que olvidar que la guerra en Kosovo y los Balcanes ha sido una de las más cruentas que recuerde la humanidad.

El conflicto se remonta a la desintegración de Yugoslavia como nación y a la sangrienta guerra de los Balcanes.

Aquí la historia.

En 2008, Serbia sufrió la separación de la pequeña provincia de Kosovo, donde hay una mayoría étnica albana. Los kosovares declararon su independencia, pero eso no gustó a los serbios quienes decidieron retener el territorio a la fuerza desatando una cruel guerra, con las más dramáticas y espeluznantes violaciones a los derechos humanos que recuerde la humanidad.

Para comprender mejor el significado de lo que ocurrió en este juego, no hay que olvidar que Serbia no reconoce la independencia de Kosovo y las relaciones entre ambas son muy tensas.

Durante la guerra, Ragip, el padre de Xhaka fue arrestado en 1986 (el Mundial de México) en la antigua Yugoslava. Torturado y encarcelado estuvo detenido tres años cuando los kosovares luchaban contra el ejército serbio en la búsqueda de lograr su independencia. Su padre era un férreo opositor al régimen de Slobodan Milosevic de tendencia pro-serbia que castigó duramente a croatas, kosovares y bosnios.

Al lograr su libertad en 1990, decidió exiliarse en Suiza, donde nacerían Taulant y 18 meses después Xhaka, ambos futbolistas. Taulant es jugador del Basilea suizo, pero decidió representar a Albania. En cambio Xhaka, juega por Suiza y se desempeña en el Arsenal británico. Ambos se enfrentaron en la Eurocopa 2016 en Francia.

En cambio, Shaqiri, el autor del gol del triunfo, nació en Gnjilane, una pequeña comunidad de Kosovo pero al año de nacido, sus padres también emigraron a Suiza para huir de la guerra de los Balcanes. Exiliados también, al llegar a Suiza se radicaron en Augst donde rápidamente Shaqiri se asimiló a la cultura helvética. Ingresó al Basilea, debutó en el Mundial de Sudáfrica 2010 con Suiza y hoy es una de las grandes figuras del futbol internacional.

Pero ni Shaqiri ni Xhaka olvidan sus raíces albano-kosovares. De ahí el gesto de ambos jugadores de celebrar sus goles entrelazando los dedos pulgares para hacer el símbolo del águila bicéfala que se encuentra en el escudo de Kosovo, un impactante festejo con un profundo significado político.

Shaquiri, de padres albanos, incluso fue más allá y por medio de su redes sociales dio a conocer los botines que utilizaría en el juego contra los serbios. Patrocinado por Nike, un botín llevaba grabada la bandera suiza y el otro, el derecho, la de Kosovo. Todo un escándalo para los estándares de la FIFA.

Pero si la FIFA tiene un serio problema, aquí no para la situación. La selección de Suiza es una de las más pluriétnicas de la Copa del Mundo. Además de Shaqiri y Xhaka, integran el equipo jugadores que tienen sus raíces en territorios que dieron origen a la desintegración de la antigua Yugoslavia. También forman parte del equipo Ademir Mehmedi y Blerin Dzemailli con orígenes en Macedonia y Valon Behrami (Kosovo). Este último (@ValonBera) tiene un impresionante tatuaje en su pierna derecha donde plasma lo que vivió en su infancia en Kosovo. El tatuaje, -un auténtico mural en la piel- muestra a un niño con una pelota (Valon), aviones bombardeando edificios, armas, balas y desde luego el águila bicéfala albanesa. El tatuaje en verdad que es impactante.

Completan la lista Josip Drmic, croata y os bosnios Mario Gavranović y Haris Seferovic.  Por si fuera poco, el cuadro es dirigido por Vladimir Petkovic, un hombre de 54 años, políglota que domina ocho idiomas, quien es el hombre que ha sido capaz de unir toda esta gama multicultural.

La de Suiza es sin duda una de las selecciones con más inmigrantes y con una fuerte carga étnica, cargada de historia. En su plantel juegan hijos de inmigrantes cuyos orígenes se encuentran en Kosovo, Albania, Macedonia, Bosnia y Croacia.

Pero lo que ocurre en Suiza no nos debe sorprender. Suiza se ha convertido en el “hogar de quienes lo perdieron todo”. *

A diferencia de los Estados Unidos, los suizos siempre han sido un país abierto a los inmigrantes que huyen de guerras, persecuciones, o son desplazados, o son expulsados de sus tierras por los desastres naturales. Al solicitar asilo, por este hecho y mientras se decide su situación jurídica, los inmigrantes reciben alojamiento durante tres meses. De acuerdo a la Secretaría de Estado para las Migraciones (SEM) de Suiza, a fines de 2017 había 18,088 solicitudes y 6,360 personas obtuvieron una respuesta positiva.

En ese sentido, la celebración suiza-albano-kosovar en el estadio de Kaliningrado, le da otro rumbo y sentido a un evento tan mediático como un Mundial de Futbol.

Porque atrás de un balón, hay muchas historias, muchas de ellas cubiertas por la sangre y el dolor de una guerra.

Sea pues el gol, un llamado a no olvidar y un pequeño homenaje para tanto dolor.

Buen día y buena suerte.

 

 

 

 

 

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