Preguntas sobre la reforma energética

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Por Denise Dresser

¿Es cierto, como afirma el PRD, que basta con importar la tecnología que a Pemex le hace falta para explorar aguas profundas, y que por lo tanto no es necesario apelar a la inversión extranjera?

¿De qué manera la reforma propuesta por Enrique Peña Nieto resuelve los problemas de corrupción, mala administración y abuso sindical que caracterizan a Pemex?

Algunos aseguran que la reforma energética tiene el potencial para impulsar el crecimiento económico a más del 10%. ¿Es viable/creíble esta expectativa?

¿El gobierno intenta presentar la reforma como “cardenista” porque le tiene miedo a Andrés Manuel López Obrador, y piensa que así puede desactivar a la izquierda y a su líder?

¿Por qué Peña Nieto está buscando en el pasado legitimación para la reforma? ¿No encuentra argumentos suficientes para vender la modernidad sin apelar a las ideas de un hombre que fue presidente hace más de 70 años?

¿Por qué no logra explicar que la reforma no será “salinista”; que no se guiará bajo los mismos lineamientos del capitalismo de cuates en la privatización de Telmex y el Canal 13, por ejemplo?

¿Por qué no explica qué salió mal con nuestras privatizaciones pasadas, y por qué este empuje liberalizador sí funcionará?

¿Cúales son los términos precisos mediante los cuales se tratará de fomentar la inversión privada?

Si el gobierno, con su notoria debilidad regulatoria, no pudo impedir el surgimiento de monstruos depredadores como Carlos Slim y Ricardo Salinas Pliego, ¿cómo impedirá el empoderamiento de figuras facsimilares en el sector energético?

¿De qué manera la reforma va a encarar el hecho de que el sindicato recibe 65 mil dólares al día para viajes de negocios y “gastos generales”?

¿Por qué esta reforma va a ser distinta a las que dejaron tan mal sabor de boca en los años 80 y 90?

¿Cómo cambiar sustancialmente a Pemex si no se piensa despedir a uno solo de sus 151 mil trabajadores –muchos de ellos altamente improductivos?

Si en su libro Peña Nieto hablaba de romper con mitos y confrontar tabúes, ¿por qué la reforma que propone plantea recuperar lo mejor del pasado para reconquistar el futuro?

¿Por qué Enrique Peña Nieto piensa que la única forma de hacer digerible y apetecible políticamente la reforma energética es siéndole fiel a la historia?

¿Cómo cambiar realmente a Pemex si el presidente promete que “los derechos laborales de los trabajadores del sector serán 100% respetados”? ¿No es cierto que muchos de esos derechos laborales son abusivos y perpetúan privilegios sindicales que el país debería desmantelar?

¿Cómo se definirá el monto de las regalías que las empresas privadas pagarán en los “contratos de utilidad compartida”?

¿Por qué la reforma energética se ha centrado en cómo incrementar la extracción de petróleo –ya sea por la vía pública o la privada– y no en cómo usar de manera más eficiente los recursos que se reciben del petróleo?

¿Por qué no incorporar al debate qué hacer con la renta petrolera?

¿Por qué no incorporar al debate qué hacer con el sindicato?

Como lo ha sugerido Democracia Deliberada, ¿la reforma fiscal no debería preceder a la reforma energética para que veamos la manera de despetrolizar el gasto público?

Queda claro que no va a haber consenso en torno a la reforma energética y que por más “cardenista” que sea presentada, la izquierda (cardenista y lopezobradorista) no se sumará a ella. ¿Significa esto que Peña estará dispuesto a vivir sin su precioso Pacto por México y que éste se desmoronará?

¿Por qué no cambiar la coalición que Peña Nieto está intentando construir en torno a Cárdenas? ¿Por qué no reemplazarla por los temas que sí atañen a nuestra generación: competencia, transparencia y derechos de los consumidores? ¿Por qué no reconocer que los problemas de Pemex van más allá de cómo conseguir mayor inversión y que están enraizados en la escasa productividad, la opacidad y el corporativismo sindical?

¿Por qué se está hablando tan poco de instaurar una regulación eficaz que coloque beneficios al consumidor y al ciudadano en el centro del debate?

¿En qué sentido la reforma “nacionalista y modernizadora” que presenta ahora Enrique Peña Nieto es distinta de lo que en su momento promovió Carlos Salinas de Gortari con su reforma al artículo 27 constitucional?

¿Cómo sabe Peña Nieto que a raíz de la reforma el país crecerá más, que se crearán cientos de miles de empleos, y que bajará el precio de la luz y del gas? ¿Cúales son los estudios y las proyecciones en las cuales se basa para afirmar esto?

¿Cómo creer que a partir de la reforma se adoptarán las mejores prácticas de transparencia respecto a las obras, las adquisiciones y los contratos de utilidad compartida que realice Pemex, si los diputados del PRI acaban de darle una estocada al IFAI?

¿A qué se refiere el presidente cuando habla de “utilizar el gran poder de compra del sector energético como palanca de la nueva política industrial mexicana”? ¿Cuál es esa política industrial? ¿Quién la va a explicar y cuándo?

El diablo está en los detalles, o sea en las leyes secundarias. ¿Quién va a salvaguardar los intereses de los ciudadanos y los consumidores a la hora de su elaboración?

¿Tiene sentido, en la era de la información y de una revolución tecnológica que está transformando al mundo, apostarle a una reforma que haga del sector energético “uno de los motores más poderosos de la economía nacional”?

¿Tiene sentido volver a petrolizar el modelo de desarrollo del país? ¿O es que se está tratando de recrear el capitalismo de cuates que Carlos Salinas instauró, sólo que con otros cuates?

Fuente: Proceso

 

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