Nobel de Medicina a padres de la inmunoterapia contra el cáncer

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Los investigadores James P. Allison y Tasuku Honjo han sido galardonados por el desarrollo de un tratamiento que ha revolucionado el abordaje del cáncer

La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo ha distinguido con el Premio Nobel de Medicina a los investigadores James P. Allison y Tasuku Honjo. El galardón se debe a sus investigaciones sobre la inmunoterapia contra el cáncer.

Los tratamientos desarrollados gracias a los descubrimientos de ambos científicos consiguen espolear al sistema inmunitario para que haga frente a los tumores, lo que ha supuesto una revolución en las terapias contra el cáncer y “ha cambiado totalmente el modo en que vemos cómo afrontar la enfermedad”, ha señalado la Academia al anunciar el galardón.

En concreto, Allison (1948) -de nacionalidad estadounidense- y Honjo (1942) -japonés- descubrieron cómo ‘liberar’ dos frenos del sistema inmunitario que, en la práctica, servían de ayuda para la expansión del cáncer. Controlando su acción, se consigue que las defensas del organismo combatan los tumores y se estimula su acción, lo que ha llevado a magníficos resultados en la lucha de algunos tipos de cáncer, como el melanoma o el cáncer de pulmón, entre otros.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, surgió el concepto de que la activación del sistema inmune podría ser una estrategia para atacar las células tumorales. Pero ha sido en los últimos años cuando la inmunoterapia ha revolucionado la forma de tratar el cáncer. Como apunta Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), precisamente “los trabajos de Allison y Honjo han sido claves desde el punto de vista de la inmunología básica. Sus descubrimientos han permitido el diseño de fármacos que hoy en día se usan en la práctica clínica para el melanoma y algunos tumores de riñón y pulmón, como ipilimumab, nivolumab o atezolizumab”.

El descubrimiento de las proteínas CTLA-4 y PD-1

La propiedad fundamental del sistema inmune es la capacidad de discriminar entre “sí mismo” y “no uno mismo”, de modo que las bacterias invasoras, los virus y otros peligros puedan ser atacados y eliminados. Las células T, un tipo de glóbulo blanco, son jugadores clave en esta defensa. Se demostró que las células T tienen receptores que se unen a estructuras reconocidas como no propias y tales interacciones provocan que el sistema inmune se comprometa en la defensa. Pero también se requieren proteínas adicionales que actúen como aceleradores de células T para desencadenar una respuesta inmune en toda regla.

Durante la década de 1990, en su laboratorio en la Universidad de California, Berkeley, James P. Allison -que el pasado mes de enero fue distinguido con el Premio Fronteras del Conocimiento, que concede la Fundación BBVA, en la categoría de Biomedicina- estudió la proteína de células T CTLA-4. Desarrolló un cuerpo que podría unirse a ella y bloquear su función, de forma que el freno de las células T se desconectara y el sistema inmune pudiera liberarse para atacar las células cancerosas. Allison y su equipo realizaron un primer experimento a finales de 1994 y los resultados fueron espectaculares, en ratones y en humanos.

Unos años antes del descubrimiento de Allison, Tasuku Honjo descubrió PD-1, otra proteína expresada en la superficie de las células T. Exploró meticulosamente su función en una serie de experimentos realizados durante muchos años en su laboratorio de la Universidad de Kyoto. Los resultados mostraron que PD-1, similar a CTLA-4, funciona como un freno de células T, pero opera por un mecanismo diferente.

En experimentos con animales, el bloqueo PD-1 también demostró ser una estrategia prometedora en la lucha contra el cáncer, tal y como demostraron Honjo y otros grupos. Esto allanó el camino para utilizar PD-1 como un objetivo en el tratamiento de pacientes. El desarrollo clínico se produjo y en 2012 un estudio clave demostró una clara eficacia en el tratamiento de pacientes con diferentes tipos de cáncer.

La investigación continúa

Con tales hallazgos, en los últimos años, la inmunoterapia se ha postulado como una de las armas más efectivas a la hora de hacer frente al cáncer. Hoy por hoy, señala Ignacio Javier Melero, especialista en inmunología en la Clínica Universidad de Navarra e investigador senior del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA), “esta vía terapéutica beneficia a alrededor de un 15%-20% de los pacientes con cáncer”. Aun así, agrega Melero, “todavía hay tumores en cuyo desarrollo no somos capaces de impactar. Sin embargo, pensamos que lo conseguiremos con nuevas estrategias”.

En esta misma línea, la investigadora principal del Grupo de Inmunoterapia e Inmunología de Tumores del Instituto de Oncología del Vall d’Hebron (VHIO), Alena Gros, alaba los descubrimientos de ambos premiados, por su capacidad de restablecer una respuesta defensora frenada, y también insiste en la necesidad de “estudiar cómo funciona para que pueda aplicarse a otros tumores y entender además por qué no responden igual todos los pacientes”.

Como ocurre con otras terapias contra el cáncer, se observan efectos secundarios adversos causados por una respuesta inmune hiperactiva que conduce a reacciones autoinmunes. Por esta razón, la investigación actual también se centra en dilucidar los mecanismos de acción, con el objetivo de mejorar las terapias y reducir los efectos secundarios.

Mientras tanto, lo cierto es que la lista de tumores en los que se van demostrando los resultados de la inmunoterapia va incrementando. De hecho, se están observando respuestas favorables en varios tipos de cáncer, como el de vejiga o el linfoma. “Incluso datos recientes publicados en la revista ‘The New England Journal of Medicine‘ demuestran su papel en pacientes con cáncer de pulmón no metastásico”, añade Enriqueta Felip, investigadora principal del programa de Tumores Torácicos, Cabeza y Cuello del VHIO.

Además, nuevos estudios clínicos indican que una terapia combinada (dirigida tanto a CTLA-4 como a PD-1) podría ser incluso más efectiva, tal y como se ha demostrado en pacientes con melanoma. Ninguno de estos hallazgos y avances clínicos habría sido posible sin el trabajo de Allison y Honjo, aunque cabe recordar a “otros héroes de la inmunoterapia, como Gordon Freeman, de la Universidad de Harvard, y Lieping Chen, de la Universidad de Yale”, apunta Melero.

Fuente: El Mundo

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