Los republicanos están contra la pared

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Por David Espo/ AP

Los republicanos insistieron en que querían eliminar la ley de reforma de los servicios médicos aprobada hace tres años, no el gobierno. Pero consiguieron lo contrario, y ahora batallan por convencer al público de que la responsabilidad del cierre parcial de las operaciones del gobierno federal es del presidente Barack Obama y los demócratas.

Pero hay mucha evidencia de lo contrario, comenzando con la negativa del presidente de la Cámara, John Boehner, de permitir que el foro que preside vote sobre un proyecto de ley aprobado en el Senado con el fin de reanudar las operaciones del gobierno.

En los días que llevaron al impasse, el senador Ted Cruz, republicano por Texas, dijo que haría “todo lo posible por eliminar la financiación al Obamacare”, incluido el empleo de tácticas dilatorias contra cualquier proyecto de ley que evitara el cierre parcial del gobierno.

En la Cámara, el representante Jack Kingston dijo a los reporteros que sus electores en Georgia preferían un cierre que la implementación del Obamacare, y el representante Tim Huelskamp dijo recientemente que en su distrito de Kansas “si uno dice que el gobierno va a cerrar, le dicen: ‘Está bien, ¿qué parte podemos cerrar?’ ”

Irónicamente, los líderes republicanos exhortaron a su base a no vincular la eliminación de fondos al Obamacare con el plan de gastos del gobierno, por temor al resultado inevitable de un cierre del gobierno los afectaría políticamente.

Pero Boehner, que en enero sobrevivió a un intento de los conservadores por sacarlo del cargo, y el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, quien enfrenta a un fuerte rival apoyado por el Tea Party en las primarias en Kentucky, no lograron imponer ese punto de vista. En su lugar, fueron abrumados por Cruz, sus aliados en el Congreso y grupos como Heritage Action, Club for Growth, el Tea Party Express y otros que usado el tema para recaudar fondos.

Con esa estrategia en efecto, los republicanos negociaron exclusivamente con ellos mismos en los días anteriores al cierre, mientras buscaban retirarle los fondos al “Obamacare”.

Primero aprobaron una ley que exigía retirar los fondos a la ley de salud a cambio de aprobar los fondos necesarios para la operación del gobierno.

Cuando el Senado lo rechazó, redujeron sus exigencias y buscaron demorar un año la implementación de partes de la ley de salud, en combinación con el rechazo definitivo a un impuesto sobre ciertos dispositivos médicos y la creación de nuevos obstáculos a la cobertura de anticonceptivos para las mujeres que compraran seguro médico.

La propuesta también fue torpedeada en el Senado.

La próxima demanda fue demorar un año la exigencia de que los individuos compren cobertura médica, junto con una cláusula que obligaría al presidente, al vicepresidente y a los legisladores y sus asistentes a comprar seguro médico bajo el mismo sistema, en vez de recibir la contribución normal de su empleador, el gobierno, para el que trabajan.

Esa propuesta tampoco avanzó en el Senado.

Incluso antes que comenzara el cierre, algunos moderados dijeron que era hora de permitir que el gobierno siguiera funcionando.

“Creo que estamos en retirada”, dijo el representante Phil Gingrey, republicano por Georgia, mientras el grupo conservador Heritage Action dijo que se oponía a las maniobras de los republicanos porque “no retira todos los fondos a la fracasada ley (de salud) del presidente”.

En el Senado, el senador Bob Corker, republicano por Tennessee, dijo: “Estamos atrapados”, y el senador John McCain, de Arizona, observó, “no podemos ganar” si tratamos de usar una medida del gasto federal para sacar más concesiones sobre la ley de servicios médicos.

Irónicamente, Obama y los líderes demócratas del Senado han dicho repetidas veces en días recientes que están dispuestos a negociar cambios en la ley de salud, pero no ahora.

Fuente: AP News Analysis

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