La paternidad de Peña Nieto

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Por Sanjuana Martínez

Dicen que el mejor legado que un padre puede darle a sus hijos es un poco de su tiempo. Es la crianza lo que hace a un padre, no la procreación; tampoco la sangre, sino el corazón.

La paternidad sigue siendo un misterio para muchos. Esa capacidad de desapego que tienen algunos padres para sus hijos es misteriosa. Enigmático también resulta ver como los abandonan y olvidan, la forma en que evaden el maravilloso vínculo paterno.

Ciertamente ser padre no es una labor fácil. Se requiere amor, voluntad antes que nada, y mucha dedicación. El camino de la crianza, la etapa de formación, necesita de horas diarias. Hay que estar con ellos en sus primeros pasos, acariciar sus dolores cuando aparecen los dientes, acompañarlos en sus caídas, enfermedades y logros. Todo tiene grandes compensaciones, la primera como bien dice Joan Manuel Serrat, es cuando se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción.

Ser padre y estar es fundamental. El padre ausente no siempre está fuera de casa, pero cuando abandona genera mucho dolor. Es una ausencia triste, cubierta amorosamente por la madre; una ausencia que marca la infancia. Hay miles de casos que reflejan la entereza de las madres, que solas, sacan adelante a sus hijos.

Por eso admiro la fortaleza y el valor de Maritza Díaz Hernández, ex pareja de Enrique Peña Nieto. Venciendo los miedos y los prejuicios salió a dar la cara por el bien de Diego, su hijo en común. Grabar el video “Justicia para tu hijo” tiene que haber sido una decisión compleja.

Maritza pide lo que cualquier madre pediría para sus hijos: reconocimiento, pensión alimenticia y convivencia. Ella explica sus peticiones: “desde mi punto de vista mínimas, indispensables: la equidad, igualdad, la no discriminación, la filiación, su nombre, sus derechos de la niñez, su estabilidad física y emocional”.

Durante cinco minutos, Maritza nos desvela a un padre desobligado. Enrique Peña Nieto no está cumpliendo con su deber paterno, tampoco con las responsabilidades que marca la ley por el llamado “bien superior del menor”. Sencillamente ha preferido evadir su vínculo.

La madre de Diego ha hecho lo que puede. Acudió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a la Procuraduría General de la República (PGR), al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), al Senado de la República, a la Embajada de Estados Unidos en México, porque su hijo es ciudadano estadounidense, y las instituciones la ignoran.

A Maritza Díaz no le ha quedado más remedio que interponer un juicio por alimentos y convivencia familiar contra Enrique Peña Nieto para obligarle a darle una pensión a su hijo, pero allí también ha encontrado la imparcialidad a favor del Ejecutivo: “he notado que la justicia está a favor o parcialmente a favor de Enrique, vulnerando nuestros derechos, tanto el mío como el de mi hijo, que incluso están en la Constitución”.

La ex pareja de Peña Nieto ha padecido las consecuencias de haber procreado un hijo con un hombre poderoso, cuyo ego y narcisimo no le permite ver más allá de sus intereses personales. Ella asegura que se enamoró de otro hombre y que este nuevo Peña Nieto no es el hombre que “ella conoció”: “Quiero decir que es mi sentir y mi responsabilidad el reaccionar a favor de mi hijo. Lo hago al igual que lo hacemos muchas mujeres, muchas madres en México y en todo el mundo: siempre reaccionamos siempre a favor de nuestros hijos”.

Lo más grave de este asunto, es que el señor Peña Nieto tiene una doble faceta: ser padre desobligado; un padre capaz de abandonar a su propio hijo, de no incluirlo en su vida cotidiana, de no querer vivir a su lado. Tiene 17 meses sin verlo y el niño lo extraña, según cuenta Maritza.

Hay que ser muy duro de corazón para adoptar a tres hijas de su segunda esposa la actriz Angélica Rivera y a cambio, ignorar a su propio hijo. Peña Nieto tiene el alma fría, indiferente al sufrimiento de un ser que trajo al mundo para luego olvidarse de él.

El peso de la ley debe caer sobre el padre desobligado, independientemente el puesto que ostente. El Código Civil es muy claro al respecto: los alimentos, es un derecho de familia y son todos aquellos medios indispensables para que un menor pueda satisfacer todas sus necesidades básicas: alimentación, educación, el transporte, el vestuario, la asistencia médica y lo más importante, la seguridad. Diego es hijo del señor que trabaja en Los Pinos, por tanto, merece igualdad de condiciones frente a sus  hermanastros.

Los derechos de Diego obligan a Peña Nieto a cumplir con la convivencia familiar. También lo estipula claramente el Código Civil. Su padre está obligado a ver a su hijo. Debe señalarse un régimen de visitas, las horas, los días que ambos pueden verse y convivir.

Las penas para quienes no cumplan están claramente estipuladas en la ley. En caso de que Peña Nieto este incumpliendo con la pensión alimenticia se fija una pensión provisional y después de tres meses de incumplimiento el castigo es la cárcel:

“Artículo 193. Al que abandone a cualquier persona respecto de quien tenga la obligación de suministrar alimentos, sin recursos para atender a sus necesidades de subsistencia, aun cuando cuente con el apoyo de familiares o terceros, se le impondrá de tres meses a tres años de prisión o de noventa a trescientos sesenta días multa; privación de los derechos de familia y pago, como reparación del daño, de las cantidades no suministradas oportunamente. Se equipara al abandono de personas y se impondrá la misma sanción al que, aún viviendo en el mismo domicilio, no proporcione los recursos necesarios para la subsistencia de quien se tenga la obligación de suministrar alimentos. Para los efectos del presente artículo, se tendrá por consumado el abandono aún cuando él o los acreedores alimentarios se dejen al cuidado de un pariente, o de una casa de asistencia. La misma pena se impondrá a aquél que teniendo la obligación de dar alimentos, no los proporcione sin causa justificada”.

Enrique Peña Nieto no sólo está evadiendo sus obligaciones paternas, también esta evadiendo la ley. Ambas cosas son muy graves. La pregunta es elemental: ¿para qué trajo hijos al mundo Enrique Peña Nieto si no quiere atender sus obligaciones?

Maritza Díaz ha sufrido en este largo y doloroso camino al reconocimiento de los derechos de su hijo, la negativa de abogados para atender su caso, también la indiferencia de una parte de la prensa en México. Obviamente se enfrenta al hombre más poderoso de México. Pero su determinación es contundente y su lucha es la de miles de mujeres.

Fuente: Sin Embargo

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