México pudo evitar 300,000 muertes por covid-19: Comisión Independiente

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El manejo de la pandemia en México causó daños devastadores, afirma un reporte de la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de Covid-19, integrada por un grupo multidisciplinario de investigadores y profesionales coordinados por el médico Jaime Sepúlveda, conocido por su trabajo en prevención del VIH/SIDA, lograr la vacunación universal infantil, y el control de la pandemia de Cólera.

El documento destaca tres claves para entender la respuesta a la pandemia de parte del gobierno mexicano: la permanente subestimación del virus, la centralización de las decisiones y la política de “austeridad” del gobierno, que dejó sin recursos al sistema de salud.

La Comisión, conformada por la bióloga Julia Carabias, el médico Julio Frenk, el biólogo Antonio Lazcano y el doctor de derecho José Ramón Cossío, por mencionar algunos, destaca que el sistema de salud ya enfrentaba problemas graves antes de la pandemia, exacerbados por una inversión insuficiente y reformas perjudiciales. La elevada prevalencia de enfermedades crónicas en la población y marcadas desigualdades dejaron al país especialmente vulnerable ante la crisis.

Adicionalmente, una de las causas principales de los devastadores y trágicos resultados fue la ineficaz gestión durante la emergencia. El reporte de la Comisión Independiente demuestra que casi 4 de cada 10 muertes en exceso durante la pandemia, sucedieron por fallas en la gestión gubernamental. Los mexicanos más pobres sufrieron desproporcionadamente la pandemia.

La investigación demostró que, a mayor porcentaje de población de bajos ingresos en un municipio o alcaldía, mayor porcentaje de muertes en exceso.

La política de hacer pocas pruebas diagnósticas, dice el informe, solamente instó a la subestimación permanente de la enfermedad entre los mexicanos, sino que también vulneró a la población más desprotegida, la cual no contó con apoyos económicos extraordinarios.

La Ciudad de México se convirtió en la zona más mortal durante la segunda ola de la pandemia, a su vez la más letal. De diciembre de 2020 a enero de 2021, la Ciudad reportó 24% de las muertes en exceso, aunque solo contaba con el 7.3% de la población. Esto ocurrió después del uso de datos incorrectos o falsos para el cálculo del semáforo de riesgo y la posposición de las medidas sanitarias conducentes.

La directriz “quédate en casa”, causó un efecto perverso

Un gran número de pacientes llegó muy tarde al hospital, pues entendían que la atención había que procurarla en casa.

El encierro en domicilio, una atención médica muy disminuida en el primer nivel, escuelas cerradas por largo tiempo y la falta de apoyos financieros para soportar la falta de ingresos, convirtió a los hogares y viviendas, en el espacio decisivo donde mexicanas y mexicanos resistieron los múltiples efectos de la pandemia.

Los hogares sustituyeron y subsidiaron al Estado

El 60% de los enfermos derivó en los consultorios y farmacias privadas, un territorio mal regulado, donde con frecuencia recibieron malas recomendaciones o sobremedicación.

En los hospitales, las directrices para la atención de los pacientes fueron poco claras e insuficientes, el personal insuficiente y el equipo de protección tardío y de baja calidad. 95% de los fallecidos murieron solos y 4,843 profesionales de la salud fallecieron intentando salvar la vida de otro, más que en cualquier otro país.

La estrategia de vacunación

México realizó una compra rápida de vacunas, gracias a la intervención directa de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Sin embargo, criterios políticos interfirieron con criterios sanitarios sobre las prioridades de vacunación. “En una de las decisiones más injustificables, se negó la vacunación prioritaria de los médicos y personal de salud del sector privado”, dice el informe.

México no alcanzó la cobertura en vacunación de la mayoría de América Latina y comparativamente, el avance de la vacunación fue lento aun cuando ya se contaba con vacunas, provocando muertes evitables.

Según el informe, el proceso de toma de decisiones no recurrió a los órganos legales habilitados para ello. Se desplazó al Consejo de Salubridad General, a las Academias Nacionales de Medicina y Cirugía, a la Academia Mexicana de Ciencias.

“La persistencia en el error es producto de la resistencia a la deliberación de parte del gobierno, a la concentración de poder discrecional y a la incapacidad para adaptarse a las nuevas evidencias y aprender de la experiencia propia. Las descalificaciones y el uso del presupuesto público para premiar y castigar pusieron un precio muy alto a disentir públicamente de las posturas y medidas oficiales”, dice la comisión.

Comunicación del Gobierno en situaciones de crisis

Además, afirma el informe, impidieron que la respuesta nacional se beneficiara del pluralismo y de la crítica. La comunicación del gobierno no se realizó con base en los manuales y estándares internacionales de comunicación de riesgo sanitario ni de situaciones de crisis de salud pública. No fue una comunicación basada en la evidencia científica disponible para las autoridades de salud, que tuviera como prioridad cuidar a la sociedad, sino una estrategia de protección de la imagen del propio gobierno.

El principio de precaución, que debe ser parte nuclear de las decisiones sanitarias ante patógenos desconocidos, no fue incorporado como elemento central de la estrategia. El informe documenta varios episodios de un uso engañoso de datos, la justificación pseudocientífica de decisiones políticas, una comunicación basada en información desactualizada, evidencia ignorada en las recomendaciones a la población, la emisión de mensajes anticientíficos o supersticiosos y una gestión más preocupada en la percepción, que en la realidad de la crisis.

Las consecuencias de la mala gestión de la pandemia en México

Las consecuencias del manejo de la pandemia son muchas, y aunque son varios factores los que influyen, la pandemia modificó la esperanza de vida, la salud materna y perinatal y la migración en el país:

La reducción de la esperanza de vida en México, entre 2019 y 2021, fue de 4 años. Esto implica un retroceso de casi tres décadas, una vez más, entre los más altos del mundo. Dado el número de muertes y su distribución por grupos de edad, se estima que se perdieron 19.4 millones de años de vida.

La tasa de mortalidad materna aumentó 59% de 2019 a 2021, y aunque disminuyó después, se mantuvo por encima de los niveles prepandemia. La tasa de defunciones perinatales aumentó 18% de 2018 a 2022.

La migración de mexicanos a Estados Unidos creció de 10 mil encuentros con autoridades fronterizas en 2017 a 70 mil a finales de 2023. Antes eran individuos quienes buscaban llegar al país del norte para trabajar y enviar recursos a sus países de origen.

Hoy son familias enteras que pierden la esperanza en su comunidad y buscan migrar.

En el centro de la evaluación realizada se encuentra un profundo sentido de responsabilidad moral y cívica, impulsado por el asombroso precio que cobró la pandemia: más de 800,000 muertes en exceso y un total 19.4 millones de años de vida perdidos, debido a la alta mortalidad y su distribución entre grupos de edad.

En 2020 y 2021, 38 de cada 100 muertes en México fueron de personas menores a 60 años, en comparación con 20 de cada 100 en el mundo. La alta mortalidad entre adultos jóvenes legó más de 215.000 niños huérfanos de padre o madre.

Recomendaciones para el manejo de la pandemia

La Comisión Independiente realiza las siguientes recomendaciones a las autoridades, tomadores de decisiones y sociedad en general:

● La rehabilitación de órganos colegiados especializados en salud.

● La reconstrucción de las capacidades técnicas y administrativas del Estado en vacunación, compra de insumos y medicamentos y regulación sanitaria.

● La implementación de protocolos preestablecidos de comunicación de riesgos y crisis.

● Un plan nacional de aumento de inversión en salud.

● Un plan integral de protección de los sectores vulnerables entre quienes se ha profundizado la exclusión en materia de salud.

En el futuro, la Comisión aboga por un enfoque holístico, que abarque una vigilancia epidemiológica mejorada, una infraestructura sanitaria sólida y un compromiso firme con la comunicación veraz y la gobernanza basada en evidencia.

ORIGINAMENTE PUBLOCADO EN es.wired.

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