“La del Chapo y Kate, una historia de fascinación no de amor”: Pérez-Reverte

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El autor de La Reina del Sur cuenta que le “ha divertido” que su novela esté en el centro de esta relación

Por Juan Cruz

La Reina del Sur, de Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1961), fue el vínculo entre El Chapo y Kate del Castillo, la actriz mexicana. El autor, académico de la Lengua, cree que “la de El Chapo y Kate del Castillo, que hizo de Teresa Mendoza en la serie resultante de la novela, no es una historia de amor sino de mutua fascinación”. La serie, como antes la novela (publicada en 2002), fue un éxito enorme en América.

Cuando supo la historia desatada a partir de la entrevista de Sean Penn, Reverte le mandó un tuit a la actriz: “Un abrazo, mi chula, en recuerdo del güero, por los viejos tiempos”. Citaba una frase de la novela y de la teleserie. “Hubo gente en México que creyó que le estaba enviando un mensaje de apoyo personal”.

Pregunta. ¿Le ha sorprendido que su novela esté en el centro de esta historia?

Respuesta. La palabra sorpresa no es la que mejor lo refleja. Me ha divertido mucho. Conozco a Kate muy bien; conozco muy bien el ambiente en que se estuvo moviendo El Chapo, y ver que todo eso confluye en una historia en la que la novela y la teleserie estén de fondo me hace mucha gracia.

P. ¿Qué le ha parecido el papel de Kate en esta prolongación de La Reina del Sur?

R. Kate es muy dueña de tener afectos y simpatías. No seré yo quien juzgue eso. El papel que hizo en La Reina del Sur fue muy importante en su vida. Hubo un proceso de asunción del personaje, del que fui testigo. Eso no la convirtió en una narca, pero le hizo comprender un montón de cosas y acercarse a ese tipo de personajes.

P. ¿Y el papel de El Chapo?

R. No lo conozco personalmente. Pero cuando estuve en Culiacán, capital de Sinaloa, preparando la novela, conocí con mi amigo Élmer Mendoza, el gran escritor, a subordinados suyos que me fueron muy útiles para ambientar la historia. Eso me permitió conocer el ambiente del narco, sus miedos, su vida social. Cuando presenté la novela en Culiacán estaban en primera fila varios narcos con sus mujeres.

P. ¿El Chapo es un prototipo?

R. Es el tipo de narco mexicano clientelar; el personaje de don Epifanio Vargas, el narco de mi novela, se basa en tipos como él. El narco ha cambiado. Era un narco más patriarcal, menos violento, más clientelar en el sentido padrino, más orientado a proteger a una clientela en la que se amparaba. Pero al caer los grandes capos de la droga entraron los sicarios a repartirse el pastel, de forma más violenta y sangrienta.

P. En ese sentido, La Reina del Sur sería otra…

R. Sin duda. Cuando yo la escribo todavía era posible encontrar aspectos amables o pintorescos en el mundo del narco. Era toda una sociedad que fumaba narco, bailaba narco y escuchaba música narco. Hay un aspecto folklórico y social muy popular. Todo eso se emputeció con la violencia y la sangre y ahora no veo que haya nada ni amable ni simpático en ese mundo sino todo lo contrario. Los narcos que inspiraron mi novela están muertos o en la cárcel. Ahora es el eslabón asesino el que se adueñó de los resortes.

P. ¿Incluido El Chapo?

R. El Chapo está a caballo entre los dos mundos; viene de aquellos patriarcas de la droga, pero ya está salpicado por la violencia en la que el narco se ha convertido en los últimos tiempos. Si El Chapo podría ser vagamente simpático hace veinte años ahora no es simpático en absoluto. Es otro Chapo, es otro narco. Kate se impregnó de la psicología de Teresa Mendoza y además se mostraba orgullosa de que fuera así. Supongo que eso la empujó a creer que comprendía. De ahí que la fascinación por el personaje la haya llevado a la fascinación por los personajes que inspiraba la novela. También El Chapo está fascinado por ella. Una doble fascinación: la de la actriz que encarna a una narca, por su personaje, y la del narco, que ve a una actriz encarnar a un personaje que le deja seducido por lo perfecto de su interpretación. Creo que El Chapo se enamora no de Kate sino de Teresa. Cuando uno lee los correos cambiados entre ellos te das cuenta de que ella está deslumbrada porque un narco de verdad está tratando con ella; y el narco de verdad está fascinado. Es una historia de mutua fascinación muy interesante. Kate es tan buena actriz que hizo un trabajo de integración del personaje tan intenso que nadie puede salir psicológicamente indemne de ese ejercicio. Aunque es una actriz y una mujer civilizada e inteligente, tras esos setenta episodios rodados en la telenovela jamás podrá ver al narco desde fuera. No es que se haya convertido en narca, pero el personaje de Teresa ya forma parte de la personalidad de Kate. Le brindo el problema a los psicólogos.

P. ¿Un autor se siente feliz de que vean su ficción aunque el espectador sea tal delincuente?

R. Decir que no sería mentira o hipocresía. Extraño recorrido de la realidad a la ficción, con retorno a la realidad, supongo que es a lo máximo que aspira un novelista.

P. ¿Qué le ha parecido el papel de Sean Penn en la historia?

R. Pues toda la simpatía que puedo sentir por Kate en esta historia desaparece cuando pienso en Sean Penn. Porque El Chapo existe porque los compatriotas de Sean Penn consumen lo que El Chapo les ha estado vendiendo. Y ahí se me funden los personajes. Hay un cierto narcisismo en el afán de Penn por contar como llegó hasta El Chapo. Eso ha puesto en peligro a Kate y a mucha otra gente. Y me temo que Penn no ha podido sustraerse a la vanidad de contar su propia historia.

Fuente: El País

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