Gracias a la vida

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Por Epigmenio Ibarra

Extraordinario, es decir, fuera del orden o la regla general ha sido el año que termina. Año de victorias, de esas que suceden rara vez, para las mayorías en México y año también de aparatosas derrotas para las minorías y para esa élite conservadora, que, acostumbrada a ganar siempre, vio fallar, una a una, todas sus profecías apocalípticas y ve más amenazados y acotados que nunca su dominio hegemónico del país.

Comienzo por decir que gracias a la vida -y a los amorosos cuidados de Verónica y de mis hijas- superé el covid pese que el virus me pegó con fuerza. Con la diabetes y la hipertensión a cuestas, males que como muchos millones padezco y a causa de los cuales tantas vidas nos han costado la pandemia, libre contra ese virus maldito, como ahora libro contra sus secuelas, una batalla dispareja.

Dice Gabriel Celaya que “cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades, las bárbaras terribles, dolorosas crueldades”. Así me pasó a mí. Vi angostarse el camino de mi vida y puesto a reflexionar en lo vivido decidí reafirmar mi compromiso con la transformación pacífica, democrática pero radical de mi patria.

De cara a la parca que andaba con prisa por llevarme pensé en John Reed y esos “días que conmovieron al mundo” y en Stephan Zweig y sus “momentos estelares de la humanidad”.

Como en días así, convulsos y luminosos, vivimos y en uno de esos momentos estelares nos encontramos y “porque vivimos a golpes, porque apenas y nos dejan decir que somos quien somos”, con el mismo Celaya, que sostiene que la poesía es un arma cargada de futuro, asumí que lo que escribo “no puede ser sin pecado un adorno” y que, aunque pese a los inquisidores de la derecha, que en los medios y en la red son legión, y me cuelguen el sambenito de propagandista, he de dar testimonio de mi tiempo.

Y es mi tiempo, nuestro tiempo, el de epopeyas no contadas. Dijo Felipe Calderón que vacunar a la población tomaría más de 50 años. En el colmo del despropósito, al que la rabia que nubla la razón induce, otros intelectuales dijeron que las vacunas rusas no servirían.

En el 2021 se aplicaron más de 137 millones de dosis y hoy, en México que ocupa el 7º lugar mundial en vacunación, el 82% de la población adulta tiene el esquema completo, el 12% ha recibido una dosis y un número creciente está recibiendo ya el refuerzo de la vacuna.

Dijeron también que la economía colapsaría, que el peso se hundiría, que tomaría años recuperar los empleos perdidos. De nuevo se equivocaron.

Pese a todos sus pronósticos se estima un crecimiento del PIB de entre el 5.8% y el 6.2%. Los más de dos millones de puestos de trabajo perdidos se han recuperado y registrados en el IMSS -gracias también a la eliminación del outsourcing- hay hoy 20 millones 993 mil trabajadores.

Nuestra moneda, pese a los vaivenes y presiones externas, se ha mantenido estable y, si bien salieron del país 21 mil millones de pesos de inversión extranjera, recibimos de nuestros compatriotas en los Estados Unidos, entre 2020 y 2021, más de 80 mil millones de pesos.

De que estas realidades, estas victorias, las percibe como propias, porque lo son, el pueblo. De que todo el poder mediático de la derecha no le ha servido de gran cosa da fe también lo sucedido en las urnas. Contra la voluntad mayoritaria de transformación se han estrellado las pretensiones de conservar el régimen de corrupción y privilegios.

Lo extraordinario tiene por fin cabida en nuestra patria y yo, por esto, doy gracias a la vida.

@epigmenioibarra

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