Fracking y silencio de la Academia

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Por Jesús Vergara Huerta

Así como millones de dólares penetran en los bolsillos y la conciencia de los sicarios de la representación popular, para aprobar reformas que minan los restos en decadencia de la soberanía nacional. Así como esos impostores penetran en la voz y la palabra de sus comentócratas para impulsar el atraco desde sus micrófonos y plumas. Así como la estrategia mediática penetra en nuestras mentes ¡Así, pretenden penetrar en los yacimientos del Golfo de México para extraer sus grandes reservas de gas de yacimientos no convencionales!

Y así como esos millones de dólares dejan a su paso traidores a la patria. Así como esos traidores dejan a su paso intelectuales y periodistas serviles. Así como esos engendros nos contaminan con sus distractores, sus mentiras repetidas y falaces argumentos ¡Así, las transnacionales pretenden dejar toneladas de contaminantes químicos, después de despojar a los mexicanos de sus recursos energéticos!

Esto por más indignante que sea no deja de ser comprensible. Esos traidores que se posan en las sillas más elevadas del país, en realidad no son tales; desde un principio sus intereses eran los intereses de esa minoría que sigue manejando los hilos que conducen a México por el camino de las doctrinas neoliberales. Sus pretensiones siempre han sido las de despojar, acumular riqueza y ejercer el poder. Sus mentiras pueden ser convicciones profundas o su única convicción puede ser la de mentir para manipular la opinión pública. Sea como sea, han dado el gran paso para iniciar lo que puede convertirse en una de las peores crisis ambientales de nuestra historia; la extracción desmedida de gas natural por medio de la Fracturación Hidráulica (Fracking).

Ante este lúgubre escenario, se han alzado escandalosos silencios desde nuestra sociedad civil. El más insoportable es el de la aristocracia científica; salvo contadas y valiosas excepciones, biólogos, ecólogos, geólogos, edafólogos, ingenieros en diversas disciplinas, físicos y químicos, empotrados en las altas sillas de los Centros de Investigación Nacional, se mantienen al margen de la discusión respecto a las implicaciones ecológico-geológicas de la próxima invasión de los inversionistas privados.

Está claro que el combate sobre la Reforma Energética se ha llevado sobre el ring del nacionalismo histórico, casi exclusivamente con argumentos respecto a la soberanía nacional, la sustentabilidad energética, las implicaciones económicas y la corrupción cuasi genética de los “representantes populares”. Sin embargo, lo más alarmante para aquellos que nos dedicamos al estudio de las Ciencias Básicas, debería ser el impacto ambiental que vendrá con las transnacionales.

Como en todo tema de carácter científico que se politiza, la información sobre los efectos ambientales del Fracking son ambiguos. Obviamente esto provoca una confrontación entre dos visiones distintas y mutuamente excluyentes; en este caso los detractores que han documentado en múltiples ocasiones los efectos contaminantes (hídricos y atmosféricos) de la fracturación hidráulica y sus defensores (curiosamente financiados por las empresas petroquímicas más poderosas del mundo) que ponen en marcha enormes campañas mediáticas para desmentir “científicamente” las acusaciones del primer grupo.

En el año 2010, el Departamento de Estado de la Unión Americana lanzó una iniciativa llamada actualmente Programa de Compromiso Técnico de Gas no Convencional (UGTEP) que busca explotar los vastos recursos de gas de yacimientos no convencionales ubicados en América Latina, México incluido, por medio del Fracking, que incluso ha sido prohibido en algunos estados del territorio norteamericano; principalmente por la duda razonable sobre los efectos que puede tener el uso de una metodología altamente invasiva que requiere de más de 70 sustancias químicas para lograr la extracción.

Hoy, las Universidades Públicas deberían hervir de campañas informativas, con foros donde debatir los escenarios probables y con una plantilla de investigadores alzando la voz en un frente común contra una Reforma Energética que contempla la explotación indiscriminada de nuestros recursos energéticos; como hoy lo hacen los estudiantes, los activistas y hasta los actores politizados. Pero lo que vemos en sustitución, es una clase académica que sigue inserta en la comodidad de sus plazas con contratos de tiempo indefinido, cómodos salarios, becas de investigación, baja productividad y nula participación social.

Por mí parte, no puedo más que denunciar las incongruencias de dicha élite, que dentro de las aulas advierten del deterioro ambiental, la fragilidad ecosistémica, la devastadora lógica de la modernidad, la incompatibilidad del sistema económico neoliberal con el mundo físico y los límites en la capacidad de carga de nuestro tiempo (1). Pero que no ponen un pie fuera de los salones, ni se manifiestan contra las reformas pactistas, ni apoyan (sino más bien condenan) la lucha que surge de pequeños sectores estudiantiles que se organizan y demuestran mucha más congruencia respecto al compromiso y la responsabilidad que se adquieren al beneficiarse del sistema público de educación superior.

Está claro que la falta de resistencia civil tiene diversas explicaciones, dependiendo del sector que se mantiene inoperante. El futbol, las telenovelas, los noticieros panfletarios, las nuevas tecnologías, las festividades de carácter simbólico, no son los únicos fenómenos que nos mantienen alienados y despolitizados. El sistema también ha sabido seducir con comodidad y privilegios a muchos de sus miembros más valiosos, alimentando sus egos y aletargando sus cuerpos.

Ya lo veremos, pero todo parece indicar que la Reforma será aprobada sin mucha resistencia y los depredadores pronto llegarán a saquear con sus bulldozers y taladros industriales. Pero pensándolo bien, quizá lo que llamo “el escandaloso silencio de la élite académica”, solo sea una brillante estrategia para asegurarse la permanencia en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), gracias a cientos de publicaciones inservibles que señalarán el irreversible deterioro ambiental producido por el Fracking del futuro.

1.- Si se mira el comportamiento demográfico y se compara con la histórica explotación petroquímica, se verá claramente que poblacionalmente la humanidad se comporta como un simple insecto o como cualquier otro organismo inserto en un ecosistema con recursos limitados.

@jesusvhuerta

Fuente: La Jornada

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