Vinculan el cáncer con prueba atómica

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Investigadores del Instituto Nacional del Cáncer quieren saber cuántos casos presentes y pasados de cáncer en Nuevo México pudieran relacionarse con la prueba de la primera bomba atómica del mundo que el gobierno federal hizo en un remota zona desértica hace casi 70 años.

Esta semana los científicos están visitando el estado y realizando entrevistas a fondo con varios habitantes a fin de conocer mejor los estilos de vida y las dietas de quienes radicaban en Nuevo México en la época de la explosión atómica efectuada en el llamado Sitio Trinity.

El equipo se encuentra particularmente interesado en llenar las lagunas relativas a las poblaciones indígenas e hispanas y cualquier vínculo con su exposición a la lluvia radioactiva y a la contaminación de alimentos y agua.

Este lunes el doctor Steven Simon, investigador en jefe del proyecto, señaló que la información sobre la dieta y el estilo de vida ayudará al equipo a calcular con más precisión las dosis de radiación a consecuencia de la lluvia radioactiva. “Empleando estos cálculos sobre las dosis, entonces haremos un estimado acerca del exceso de cánceres relacionados con Trinity que rebasen la cifra que se hubiera registrado en ausencia de la prueba”, dijo Simon.

El estudio toma asimismo en cuenta los datos que ya se han publicado en torno a la lluvia radioactiva provocada por la explosión.

El equipo de investigación ha realizado trabajos similares en Nevada, las Islas Marshall y Kazajistán.

La explosión atómica tuvo lugar el 6 de julio de 1945. Después de la nube en forma de hongo que se elevó hasta alrededor de 38 mil pies (11 mil 600 metros) de altura hubo un flashazo de luz y una sacudida como de trueno. La torre de acero que sostenía la bomba se desintegró. En su lugar en el Trinity Site se encontraba un cráter que abarcaba media milla (800 metros) y tenía varios pies (más de un metro) de profundidad.

La detonación pudo verse desde varias millas o kilómetros de distancia, pero el Gobierno no dio a conocer información alguna sobre la prueba atómica hasta se utilizó la bomba durante la Segunda Guerra Mundial.

Hicieron falta días para que los escombros radiactivos se asentaran en la cuenca neomexiquense de Tularosa.

En un estudio previo efectuado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, una instancia federal, se determinó que los índices de exposición registrados cerca del Sitio Trinity fueron miles de veces más altos de lo que se permite en la actualidad. Sin embargo, dicha investigación no tomó en cuenta la exposición interna.

Henry Herrera, de 80 años y oriundo de Tularosa, dijo al Alamogordo Daily News que él y su padre se hallaban trabajando en la camioneta familiar cuando la bomba detonó aproximadamente a 40 millas (64 kilómetros) de su domicilio.

Con el paso de los años, Herrera dijo que la esperanza de vida de los habitantes de Tularosa descendió dramáticamente. Herrera, quien sobrevivió al cáncer, cree que los problemas de salud que muchos vecinos padecen son consecuencia de aquella primera prueba.

“No se me ocurre nada más. Nada más se apareció en el cielo azul”, dijo.

Las entrevistas individuales con los habitantes del lugar constituyen la primera fase del proyecto del Instituto Nacional del Cáncer. Los científicos planean asimismo llevar a cabo el año próximo una serie de grupos focales en Nuevo México.

Una vez completos, los hallazgos en torno a cuestiones que van desde estilos de vida hasta dieta y riesgo de sufrir cáncer se publicarán en inglés y en español con el propósito de ser accesibles a la comunidad y a otros investigadores.

Fuente: AP

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