Vice-Garay

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* No aspiraba ir a Hacienda *¿Secretario o ujier presidencial?

Por Martín Moreno

En abril pasado, el alto funcionario de ProMéxico –organismo encargado de fortalecer la participación del país en la economía internacional–, y ante las quejas presentadas en su contra, fue llamado por el Presidente de la República.

-Ponte a trabajar…-, le ordenó Peña Nieto.

Pero la instrucción presidencial no fue suficiente.

Poco después, el mismo funcionario acudió a una cita con su jefe directo: el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

-El Presidente es muy respetuoso, pero será mejor que renuncies…-, le dijo Videgaray.

Y el alto directivo de ProMéxico tuvo que renunciar.

Luis Videgaray no sólo es el Secretario de Hacienda en México. Tampoco es un integrante más del gabinete. Desempeña, en la praxis político-económica dentro de la administración peñista, una tarea indiscutible: es el número dos del gobierno federal. El pilar del Presidente. Su brazo derecho. El amigo. El aliado.

Luis Videgaray es, de hecho, una especie de Vicepresidente de México.

“Videgaray es el gran hacedor de Peña Nieto como la figura rumbo a la Presidencia”, comentan analistas sobre el Secretario de Hacienda.

Y tienen razón: desde el Estado de México, Videgaray fue, siempre, mancuerna de Peña Nieto. Lo arropó. Lo protegió. Lo lanzó. Lo consolidó. Y juntos llegaron a Los Pinos.

Hoy por hoy, Videgaray es el personaje más influyente del país, después, claro, del propio Enrique Peña Nieto.

Pero mucho deberá cuidar Peña Nieto el poderío cuasi ilimitado de Videgaray para que no se repita aquella máxima de que “el Presidente está en Los Pinos… pero el que manda vive enfrente (o, en este caso, en Hacienda).

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Luis Videgaray no aspiraba a ser Secretario de Hacienda. Hasta el último momento se mantuvo la posibilidad de que, en el cargo, repitiera José Antonio Meade, para enviar el mensaje de que la política financiera tendría continuidad y no habría “partidización” en la conducción económica.

¿Cuál era el deseo de Videgaray? Ser una especie de Jefe de la Oficina de la Presidencia –similar a la que ejerció el francés Córdoba Montoya con Carlos Salinas–, y, desde ahí, tener el control del gabinete y permanecer cercano, en oficina contigua, al Presidente de la República.

Pero Peña Nieto decidió, al final, que Hacienda debería ser para un peñista puro, y ese era Videgaray.

El arribo de Videgaray a Hacienda no se dio con calzador. Fue Secretario de Finanzas cuando Peña Nieto era Gobernador del Estado de México, y le rindió –al menos a su amigo– buenas cuentas. Desde entonces aumentó la confianza de Peña hacia Videgaray.

Durante la campaña presidencial, Videgaray fue la voz y el cerebro del candidato Peña Nieto. En debates, entrevistas, a la hora de dar la cara por su jefe y amigo. Le ha sido leal, hasta ahora, y aunque camina bajo su sombra, todo mundo sabe que Videgaray es el “vice” del gobierno peñista.

Dentro del Pacto por México –emblema, escudo y puntal del gobierno federal–, Videgaray no ha sido figura relevante. Este papel –por la propia naturaleza del cargo político que ostenta–, lo ha asumido el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien ha sido el enlace con los partidos de oposición firmantes del Pacto, además de ser el vínculo con gobernadores y convertirse en “apagafuegos” de las protestas sociales de movimientos y sindicatos.

Videgaray ha estado concentrado en la Reforma Financiera a través, sí, del Pacto por México, porque es el área que le corresponde. Esa ha sido su prioridad, además de mantenerse cercano a Peña Nieto durante las excesivas y cuestionadas giras internacionales.

Pero la preocupación para “el vice” debería ser otra.

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Las cifras económicas del país son más que preocupantes.

El lunes pasado, se confirmó que nos dirigimos a una economía de lástima: durante mayo pasado –de acuerdo al IMSS–, apenas se crearon… ¡6, 929 plazas formales de empleo! Representa un 72.7% menos en comparación a hace un año. Son cifras que encienden las luces rojas en el tablero económico.

“Es la economía, estúpidos…”, clama la frase clintoniana. Y es cierto: hoy recobra vigencia ante el talón de Aquiles de los gobiernos del PRI: la economía.

Los priistas sabrán de política –que no de democracia, eso es cosa muy distinta–, pero en cuestiones económicas han resultado un desastre.

De la debacle económica de López Portillo, a la crisis más dolorosa en la historia: la gestada durante el gobierno de Salinas de Gortari, que provocó que más de un millón de mexicanos perdieran todo: casas, empresas, negocios, autos bienes, etc. Tanto Jolopo como Salinas tuvieron el mismo problema: la irresponsabilidad financiera.

Y ahora, con Videgaray en Hacienda, la economía se tambalea. No hay empleos. No hay crecimiento. No hay pronósticos favorables.

Ojalá que “el vice” entienda la enorme responsabilidad que tiene al frente de Hacienda. Nada menos que mantener la estabilidad financiera heredada –se quiera o no reconocer– por los gobiernos de Fox y de Calderón, sacar adelante a la economía mexicana y colocarla entre las primeras quince del mundo, como es la aspiración de Peña Nieto.

Si Videgaray asume a cabalidad y de manera responsable su papel de Secretario de Hacienda –aunque no hubiera querido el puesto de manera inicial– será buena señal.

Pero si insiste en ser el acompañante permanente de Peña Nieto, su sombra y su ujier político durante las giras presidenciales, entonces sí que tenemos un problema.

Videgaray deberá decidir, entonces, si es un Secretario de Hacienda de tiempo completo, o sigue como dama de compañía del Presidente Peña Nieto.

Granier. El ex Gobernador de Tabasco, Andrés Granier, ni está enfermo ni tan grave como dice su abogado. Todo es una triquiñuela para darle la vuelta a la justicia y no ir a Tabasco. Empero, será muy difícil que Granier evada la responsabilidad en torno a las presuntas irregularidades cometidas con el erario público tabasqueño durante su administración.

Twitter: @_martinmoreno

Fuente: Sin Embargo

 

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