Todo listo ya para el arranque de renegociaciones del TLCAN

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Bajo la premisa del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de eliminar el déficit comercial con México por 60 mil millones de dólares, en Washington está todo listo para el arranque, este miércoles, de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

En la primera ronda que durará cinco días, la incógnita es la estrategia de negociaciones y objetivos por parte de México, tomando en cuenta que por ley, las de Estados Unidos y Canadá ya se dieron a conocer para intentar actualizar, modernizar, reemplazar o hasta anular al compromiso comercial tripartita.

Expertos en materia comercial sostienen que, no obstante que en su lista de objetivos para las renegociaciones que entregó al Capitolio el pasado 17 de julio, el gobierno de Trump establece un plan de acción más pragmático que retórico, su insistencia en eliminar el déficit comercial con México es un elemento negativo que podría provocar la ruptura.

Bajo el nuevo TLCAN que visualiza Trump, el gobierno estadunidense exige que México sea receptor de sus exportaciones para reducir o eliminar el déficit comercial por 60 mil millones de dólares. Expertos internacionales y el mismo gobierno mexicano, consideran que, con base en la realidad económica del país, es imposible comprarle a Estados Unidos productos, bienes y servicios por 60 mil millones de dólares que equivalen al 6% del Producto Interno Bruto (PIB) de la economía mexicana.

La retórica de Trump en este inciso colocado como la prioridad número uno de la Casa Blanca en su estrategia de renegociación, es el aspecto más contencioso para las negociaciones con México y Canadá. El mandatario estadunidense ha reiterado en varias ocasiones durante sus primeros seis meses de gobierno, que si no le gusta el resultado de las renegociaciones retiraría a su país del tratado tripartita norteamericano.

La contrapropuesta del sector privado mexicano, canadiense y estadunidense (que también forman parte de las renegociaciones) al objetivo de Trump respecto al déficit, es que, en lugar de forzar a México a adquirir mayores importaciones, debería usarlo como plataforma regional para incrementar las exportaciones comerciales al mercado asiático.

El potencial productor y exportador de México es más atractivo para el mercado asiático, con el cual Estados Unidos tiene un déficit comercial mayor al mexicano pero que por el tamaño de la economía de China y la influencia en el mundo en este sector de la gran potencia de Asia, no puede amedrentar como lo hace con el caso de la economía mexicana.

La revisión de la lista de objetivos del gobierno de Estados Unidos, con la excepción del caso del déficit se acata a las reglas más comunes de negociación internacional de comercio.

De hecho, el proceso será muy similar a los lineamientos de negociación que se instrumentaron para negociar y crear al acuerdo comercial norteamericano que tiene 23 años de vigencia.

La lista de aspectos a renegociar son los mismos que se analizaron, discutieron y definieron hace poco más de un cuarto de siglo, exceptuando a los casilleros que se agregan a causa de la modernidad y la era de la red de Internet: Medidas sanitarias y fitosanitarias, reglas de origen, aduanas, barreras técnicas comerciales, prácticas regulatorias de bienes, telecomunicaciones y servicios financieros.

También, bienes y servicios digitales y flujo de información transfronterizo, inversiones, propiedad intelectual, transparencia, empresas privadas y estatales, reglas de competencia, sector laboral, de medio ambiente y reglas de combate a la corrupción, soluciones a diputas de comercio, supervisión gubernamental, medianas y pequeñas empresas, sector energético, reglamentos para solución de disputas, reglas y mecanismos generales y política monetaria.

A diferencia de Estados Unidos y Canadá que están obligados por sus leyes comerciales, el gobierno de México llega a Washington con una estrategia que no develará hasta estar sentado en la mesa de las negociaciones. No obstante, nadie espera sorpresas por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto, sino más bien la reafirmación en su conocimiento y práctica de lineamientos para definir acuerdos comerciales como los signados en el ámbito bilateral y multilateral con países latinoamericanos, asiáticos y europeos.

Idelfonso Guajardo, el secretario de economía de México, jefe de la delegación negociadora de Peña Nieto, no cuenta con la experiencia necesaria, empero está rodeado de funcionarios veteranos que ayudaron a crear el acuerdo norteamericano comercial original, como Kent Smith, y de asesores externos de la talla del economista Luis de la Calle.

La retórica de Trump no se reflejará en la mesa de negociaciones. Robert Lighthizer, el representante Comercial de la Casa Blanca (USTR, por sus siglas en inglés), en el papel, lleva la batuta negociadora por parte de Estados Unidos; no así la confianza ni el oído de la Casa Blanca.

A Lighthizer se le considera como el “técnico” del equipo de Trump. Wilbur Ross, el secretario de Comercio de Estados Unidos, quien bajo las leyes comerciales de su país carece de autorización para negociar acuerdos internacionales, no estará sentado directamente en la mesa con México y Canadá, pero este multimillonario funcionario cuenta con toda la confianza y amistad de Trump para manipular la posición de Lighthizer si así lo desea.

Hay otro aspecto clave de estas negociaciones que no debe pasar desapercibido, en base a lo que se desprendió de la llamada telefónica que sostuvieron Trump y Peña Nieto el pasado 27 de enero y cuya transcripción desveló el diario The Washington Post.

Para el presidente de Estados Unidos y porque lo ordena, los encargados de renegociar el TLCAN son por parte de Estados Unidos, su yerno Jared Kushner, y el canciller Luis Videgaray, por parte de México.

En Washington se dice que esta dupla integra el famoso “cuarto de al lado” de las negociaciones, donde se tomarán las verdaderas y últimas decisiones sobre el compromiso tripartita.

La primera fase de las renegociaciones del TLCAN, se llevarán a cabo en Washington del 16 al 20 de agosto, y una segunda etapa si es que no hay rompimiento, se celebraría en México en una fecha aún por definir.

Fuente: Proceso

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