Segunda mitad: Control absoluto

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Por Luis Javier Valero Flores

La intempestiva renuncia de Leonel de la Rosa a la dirigencia estatal del partido gobernante en Chihuahua cimbró las estructuras del poder político en la entidad. Los acontecimientos posteriores contribuyeron en mayor medida.

Frescos estaban los abucheos de la noche del grito de Independencia, en la Plaza del Angel, sobre todo en el momento en que el gobernador César Duarte entonó sus dos estribillos -¡Chihuahua Vive! ¡Que el cielo bendiga a Chihuahua!, apagado éste último por los gritos de una muchedumbre congregada para festejar, sí, la independencia, pero fundamentalmente al elenco de cantantes y músicos y el despliegue de luces, y que había evidenciado a lo largo de esa noche su molestia, sobre todo por los graves quebrantos producidos por el inicio del nuevo sistema de transporte urbano, el Vive Bus.

Pero si la renuncia de De la Rosa se convirtió en el tema obligado de la clase política, la designación de su hijo Rodrigo como coordinador de los diputados locales del PRI, en lugar del más mencionado en los medios de comunicación y en prácticamente todos los corrillos políticos, el ex rector de la Uacj, Jorge Quintana, ha generado, no sólo la descalificación de las pocas voces de la oposición, sino molestia contenida en muchos priistas, lo que debiera al equipo gobernante a prender las luces de alerta, quizá aún más que por los abucheos.

Más aún, y sin tener a la mano información directa que nos lleve a presentar conclusiones definitivas, la designación de Laura Domínguez como sub coordinadora del mismo grupo parlamentario, quizá la legisladora más cercana al gobernante, obligó a éste a realizar algunas operaciones de compensación al compacto e influyente grupo de diputados juarenses. Solo así se entiende que ahora, al contrario de por lo menos en las últimas tres ocasiones, el coordinador del grupo mayoritario (en este caso, primera minoría) de la nueva legislatura no asuma la presidencia de la mesa directiva del Congreso del Estado y, en ese carácter, responda o reciba el informe del gobernador.

De ahí la designación del diputado juarense, Antonio Andreu, como titular del Poder Legislativo en el último período de sesiones de este año.

De la Rosa lleva una evidente desventaja, a pesar de que por la conformación de la legislatura sin duda debería ser una de las más cómodas para los priistas, pues con la excepción de los panistas, todos los demás son aliados -con distinto grado de subordinación, pero al fin y al cabo, subordinados- del PRI, y es su falta de experiencia, o el desconocimiento que tenemos acerca de las facultades políticas del actual líder parlamentario.

La presencia y peso de su padre, la cercanía de éste con Duarte hacían imposible vislumbrar el talento y capacidad de Rodrigo de la Rosa, hoy lo deberá demostrar; de lo contrario, simplemente se fortalecerá la percepción de que el factor decisivo para su designación fue la relación de Leonel-Duarte.

Lo que está fuera de duda es que la verdadera coordinación (y con cualquiera se daría dicho fenómeno, aunque seguramente con Quintana sería con un distinto tono de subordinación ante el ballezano-parralense) se encontrará en Palacio de Gobierno, como lo fue en la legislatura saliente, -y como lo es tradicionalmente en las legislaturas dirigidas por los priistas- aunque las características y capacidades del coordinador parlamentario y del gobernante le imprimen las diferencias en cada caso.

A su vez, casi de manera simultánea, los diputados Alejandro Domínguez, local saliente, y Karina Velázquez, federal, tomaron posesión como nuevos dirigentes del priismo chihuahuense.

Llegado recientemente a las confianzas del Gobernador Duarte e insistentemente mencionado como perdedor de último momento en la carrera por la candidatura a la alcaldía de Chihuahua, Domínguez, a la salida de Enrique Serrano, fue ungido como líder saliente de los diputados locales, no obstante que se le ubicaba como un hombre muy cercano al ex alcalde Alejandro Cano. Hoy goza de la confianza de quien todo lo está decidiendo en el partido gobernante en Chihuahua. Su designación pareciera, si realiza bien su tarea a los ojos de Duarte, encaminarlo a ser fuerte aspirante a la alcaldía capitalina, a cambio, reiteramos, de mantenerse en el grupo compacto del gobernador.

Y esa es la característica que explica, también, la llegada de la parralense Velázquez al segundo puesto más importante de la estructura partidista, luego de encabezar el programa estelar de Duarte, el “Chihuahua Vive”. De origen cenecista, al igual que Rodrigo de la Rosa, y después de haberse desempeñado como secretaria de la Unión Ganadera División del Norte, la agrupación ganadera que fundara y presidiera el actual mandatario estatal, posee un alto grado de cercanía con Duarte.

Ambos, Velázquez y Domínguez, deberán operar la preparación de su partido, por lo menos, para las elecciones federales del 2015 y, dependiendo de su desempeño, o de los acomodos derivados de la lucha palaciega por la candidatura al gobierno del estado, conducir al PRI en las elecciones locales del 2016.

Y aquí, como en la mayoría de las dependencias estatales, Duarte ha colocado a una militante de su más estrecha confianza en la segunda posición de importancia partidaria, en lo que parece ser una estrategia que obliga a la mutua desconfianza y en no pocas ocasiones a la confusión acerca de quien dirige en la dependencia.

Algo debió ocurrir en la relación del ex secretario de educación, Jorge Quintana, con el gobernador. Se trataba, indudablemente, del más calificado de los integrantes del gabinete, inmerso en una tragedia familiar, el ex rector asumió la candidatura a la diputación como una forma de estar más cercano a su familia. Una vez triunfador, se pensaba que se convertiría en el dirigente de los diputados priistas, sin oposición alguna. Esta vino de “a’mero arriba”.

Aún no está resuelto el caso; el alcalde electo de Juárez, Enrique Serrano, ha confirmado que sí lo invitó a convertirse en el Secretario del Ayuntamiento y Quintana ha respondido que desea “responderle” a sus electores, respuesta que en la actual administración no deja de tener un cierto tufo de insumisión.

El Gobernador Duarte decidió confiar en los suyos, pero en los más cercanos, para afrontar la parte final de su gobierno, en la que deberá conducir su relevo. No dependerá totalmente de él, pero deberá hacerlo de tal manera de tal manera que el equipo de Peña Nieto perciba que no habrá riesgo alguno en la elección.

Ciertamente, existe en el ambiente, aunque ahora muy disminuida, la percepción de que el gobernador chihuahuense pretende integrarse al equipo del presidente Peña Nieto en los primeros planos y de ahí ¿Por qué no? aspirar, incluso, a la presidencia de la república.

Para ello necesita -y aunque no fuera así- hacer que la conducción en Chihuahua se efectúa sin problemas afuera del gobierno, pero fundamentalmente al interior del partido gobernante. De ahí la intención de Serrano, de salir al rescate de Quintana en lo que es, a todas luces, una “operación cicatriz”.

Si esto es cierto, tienen razón. Los enroques de los De la Rosa dejaron un mal sabor de boca en muchos priistas.

De este modo, César Duarte pareciera que va rumbo a la conformación del equipo, el de los más cercanos, ya sean de viejo o nuevo cuño, para operar la segunda parte de su gestión; no será cómoda, por una parte los abucheos reflejan grados de malestar ciudadano -probablemente generados mayormente por el estrepitoso inicio del Vive Bus, la terquedad de la construcción de la réplica del mausoleo de Villa y el crecimiento de la deuda- pero la tendencia de, cada vez en mayor medida, cerrarse a la integración a los principales puestos de responsabilidad a los del círculo cercano, lógicamente empieza a abrir grietas en la unidad interna de su partido.

No se crea que va en caballo de hacienda en aspectos en los que insiste en decirle a los chihuahuenses que vamos bien.

Un botón de muestra: Días atrás, El Diario de Chihuahua abrió un sondeo  digital acerca de las percepciones sobre la violencia. La sorpresa fue que el 87.55%, es decir, casi 9 de cada 10, afirma que la violencia no ha disminuido.

Para revertir tal percepción pareciera que se necesita algo más que lo realizado hasta ahora. La sorpresa, para el gobernador- pudiera sobrevenir del interior de su mismo partido. El ex gobernador Patricio Martínez le pudiera transmitir alguna experiencia en ese sentido.

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