¿Qué violaciones son legítimas?

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Por Cristina F. Pereda/ EL PAÍS

 

“A mí me parece que, por lo que he entendido a los médicos, el embarazo es muy raro. Si se trata de una violación legítima, el cuerpo de la mujer tiene formas de cerrarse. Pero asumamos que eso no funciona o algo: entonces creo que debería haber algún tipo de castigo, aunque debería ser contra el violador, no contra el bebé”.

 

¿Violación ‘legítima’? ¿Real? ¿Violación -sin más- no basta? Según las autoridades americanas, Violación: “Penetración, por leve que sea, de la vagina o el ano con cualquier parte del cuerpo u objeto, o penetración oral por el órgano sexual de otra persona, sin el consentimiento de la víctima”.

La gravedad de las palabras de Akin es directamente proporcional al número de preguntas que incita. ¿Se refería a violación legítima o verdadera? ¿Tenemos que debatir qué es una violación verdadera? Eso supone asumir que hay varios tipos de violación. Y que si la mujer se queda embarazada, que puede haber circunstancias en las que no tenga derecho a decidir qué hacer con el bebé. ¿Es suficiente su voluntad? ¿O debe estipularlo la ley?

Eve Ensler, actriz, escritora y víctima de una violación, le pide a Akin que se imagine que es una mujer violada y que “alguien que nunca ha tenido esa experiencia le dice que no tiene ninguna opción excepto quedarse con el producto de esa violación que está creciendo dentro de ti, en contra de tu voluntad, y que cuando nazca tendrá el rostro de tu violador, el rostro de la persona que ha destruido tu ser y que tendrás que mirar esa cara todos los días de tu vida y que serás juzgada duramente si no puedes amar ese rostro”. E insiste: “No sé si se puede imaginar nada de esto -la responsabilidad de su puesto sí requiere que pueda hacerlo- pero si quiere ahondar en ello, entonces entenderá que nadie puede tomar la decisión de tener o no tener el bebé excepto la mujer que está embarazada de él”.

Para los republicanos, esta decisión no puede quedar en manos de la mujer, como ya demostró la audiencia convocada por el partido en el Congreso, para debatir si las aseguradoras médicas deberían cubrir los gastos de anticonceptivos y en la que sólo testificaron hombres. Una congresista demócrata aseguró al día siguiente que fue “como volver a los años 50, solo que la imagen no estaba en blanco y negro”. Las víctimas de abusos y violaciones deben conformarse entonces con políticos que dicen comprender la polémica porque tienen hijas. ¿Los políticos sin hijas no tienen la responsabilidad de entender esto? ¿No representan a todos los ciudadanos?

Asumamos además que el congresista cree que hay violaciones ‘legítimas’. ¿Cuáles son las ilegítimas? No esperamos su contestación. Algunos conservadores han dado pistas, desde hace décadas, sobre lo que querría decir. En 1995, un político de Carolina del Norte afirmó que “los hechos demuestran que en las mujeres que son violadas, que son violadas de verdad, sus jugos no fluyen, las funciones del cuerpo no actúan y no se quedan embarazadas”, tal y como recuerda The Wall Street Journal. En 1988, otro legislador de Pensilvania había argumentado que las probabilidades de quedarse embarazada por una violación son “una en millones y millones y millones”.

Akin sí aclaró que quería decir forzosa, no legítima. ¿Definimos entonces qué es una violación ‘forzosa’? El candidato a la vicepresidencia por el Partido Republicano, Paul Ryan, respaldó un proyecto de ley junto a Akin en el que limitaba la financiación de abortos con dinero público a los casos de violación ‘forzosa’. Aquello abrió un intenso debate que no cerró ni la confesión, en medio de una sesión parlamentaria, de una congresista que había sufrido abusos sexuales.

Aquel proyecto de ley acabó eliminando la palabra “forzosa” del texto y ahora Romney y Ryan no saben qué hacer para ampliar la distancia entre sus nombres y el de Akin. Pero el argumento no ha desaparecido como quien tacha un adjetivo incómodo en el papel. Akin no está solo. Este martes otro republicano afirmó que no conoce “a ninguna mujer que se haya quedado embarazada al ser violada”.

Detrás del razonamiento de Akin se esconde una tradición de políticos conservadores que han encontrado el límite del derecho al aborto, y su financiación con fondos públicos, en el caso de que la vida de la mujer corra peligro. No aceptan la interrupción del embarazo si la mujer ha sido violada y está “sana”. Por qué castigar al bebé, argumentan. Como ejemplo, una ley propuesta en octubre de 2011 y que permitía a los hospitales que reciben fondos públicos rechazar a mujeres que necesiten un aborto incluso si peligraba su vida. El texto no superó la votación del Senado, pero sí lo hizo en la Cámara con los votos de todos los republicanos menos dos.

Lo que invita a preguntar si Akin ha transmitido una opinión personal o nos ha abierto las puertas de la mentalidad conservadora. Si los políticos deberían evitar este tipo de declaraciones sobre aquello que ignoran, o hacerlas más a menudo, para que los ciudadanos sepan quién les representa y si siguen anclados en ideas de la Edad Media.

Tampoco sabemos si el congresista ha rectificado sobre la legitimidad de algunas violaciones o sobre la capacidad del cuerpo de las mujeres para cerrarse. Podríamos confiar en que un congresista miembro del Comité de Ciencia y Tecnología (como es Akin) entienda el funcionamiento de la anatomía femenina, pero ha demostrado ignorarlo. Y algo más. Si el cuerpo de la mujer “puede cerrarse” e impedir la fecundación, ¿depende de la voluntad de la víctima? Si depende de ella y aún así se queda embarazada, ¿ese embarazo es responsabilidad suya o del violador?

Akin no ha podido encontrar médicos ni estudios que demuestren la capacidad del cuerpo de la mujer para hacer algo así. Y tampoco los que hablen de tasas inferiores de embarazo en caso de violación. Ésta se sitúa en el 5% en víctimas entre 12 y 45 años, por lo que más de 32.000 mujeres violadas se quedan embarazadas cada año en EE UU, según un estudio publicado por American Journal of Obstetrics and Gynecology. La revista Popular Science recoge también un informe de 2003, en el que se descubrió que las violaciones pueden resultar en más embarazos que las relaciones sexuales con consentimiento. El porcentaje en este estudio ascendía al 6.4% en el caso de mujeres en edad fértil, y del 8% si no se había utilizado ningún método anticonceptivo.

En EE UU, donde los datos oficiales muestran que una de cada cinco mujeres mayores de 18 años son violadas a lo largo de su vida*. En 2010, la cifra total fue de 1,3 millones. Obama quiso simplificar el debate este lunes al afirmar que “una violación es una violación”. Si esto fuese tan claro, la conversación estaría zanjada. Y deberíamos preguntar qué ha fallado para que un presidente de gobierno comparezca ante la prensa y afirme que sólo hay un tipo de violación. Por qué no hay más políticos luchando contra los abusos, en vez de entretenerse definiendo qué es una violación.

Fuente: Blogs de El País

http://blogs.elpais.com/mujeres/2012/08/violaciones-legitimas.html

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