Pronósticos para la jornada dominical

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Por Carlos Elizondo Mayer-Serra

No tengo idea de quién vaya a ganar las elecciones del domingo, cuando en 12 estados se elegirán gobernadores. Muchas contiendas están muy cerradas. Hace un año vimos elecciones que parecían ser un fácil paseo, como la de Querétaro, en la cual el PRI encabezaba la mayoría de las encuestas, pero triunfó el candidato del PAN por un cómodo margen. Hubo también estados donde la disputa parecía muy cerrada, como en Sonora, donde finalmente ganó la candidata del PRI con una amplia ventaja.

Dado lo anterior, y a que las encuestas reportan resultados diversos en las intenciones de voto, no se puede saber qué va a pasar. Podremos presenciar distintos escenarios extremos. El PRI podría arrasar, ganando diez gubernaturas (Puebla la tiene perdida, al igual que Tamaulipas), pero también podría ganar sólo siete estados, o incluso menos. El escenario para el PAN va desde la victoria en dos estados, hasta el triunfo en seis, con apoyo del PRD. El peor escenario para el PRD sería no ganar gubernatura alguna, ni siquiera Tlaxcala donde parece que el PRI puede salir victorioso, que le vaya mal en sus coaliciones con el PAN y lo vapuleen en la Ciudad de México. Finalmente está Morena. Puede no ganar alguna gubernatura o triunfar en dos, Veracruz y Zacatecas, y ganar con amplio margen la Ciudad de México.

Estos escenarios y muchas otras combinaciones son posibles. Lo que sí me atrevo a afirmar es que en la mayoría de las elecciones los candidatos triunfarán con menos del 40 por ciento del voto total. Y por lo menos en tres estados, Tlaxcala, Veracruz y Oaxaca, el ganador tendrá un poco más de un tercio. En suma, veremos una mayor fragmentación del sistema de partidos.

Si al PRI le va bien será porque la oposición se dividió, como en Oaxaca o Chihuahua, por lo que el porcentaje total de votos que obtendrá en estos 12 estados será menor que el de hace seis años. Si al PAN le va bien, será con varios candidatos emanados del PRI y con el apoyo del PRD. Si Morena gana, será aprovechando los pleitos y escándalos entre los primos Yunes en Veracruz, o bien apoyándose en una familia con amplio poder local, como los Monreal en Zacatecas. Si el PRD triunfa, será por muy poco margen y con una seria caída en el voto total respecto al de hace seis años. Incluso en el mejor escenario previsible no se detendrá su declive.

También podemos anticipar que las acusaciones cruzadas que oímos respecto a tantos de los contendientes, desde que son unos ladrones hasta unos pederastas, no llevarán a investigaciones judiciales, por más que ciertos datos del patrimonio acumulado por algunos de los candidatos suenan fuertemente a corrupción. Es también previsible que no veremos a los gobernadores salientes en la cárcel, como más de uno se lo merece. Sin embargo, el que lleva la delantera para esa distinción es el veracruzano Javier Duarte.

La elección confirmará que la reforma electoral está lejos de cumplir sus objetivos. Hay derroche de recursos, condonación de pagos de servicios como el del agua en la Ciudad de México, dinero sucio por todos lados, campañas negativas ilegales, autoridades locales débiles o cooptadas por el gobernador aún en funciones y un Tribunal Electoral que toma decisiones contrarias a la ley, interpretándola como si fuera un tribunal constitucional, como el permitir el registro de Alejandro Murat en Oaxaca. Todo lo anterior no hace más que erosionar la legitimidad de los comicios.

Otra cosa que sabemos es que por lo menos tres interesados en competir en la elección presidencial, Moreno Valle por el PAN, Beltrones por el PRI y López Obrador por Morena, buscarán hacer de esta elección su plataforma de despegue. Se puede pronosticar que si Morena gana en alguna contienda, López Obrador celebrará la voluntad popular, pero donde pierda, alegará la conspiración y el robo de la mafia en el poder.

Podemos suponer que Miguel Ángel Mancera y el PRD pasarán la noche del 5 de junio lamentándose de organizar una elección capitalina, todo por una quimera como la Constitución local, en el año cuarto de gobierno. Porque la elección de los diputados de la Constituyente va a mostrarles cuán lejos están de ser la fuerza mayoritaria de la Ciudad de México. Podrán tener los votos para aprobar su Constitución sólo porque 40 por ciento de los electos para ser miembros del Constituyente lo serán por dedazo. Eso, más un alto abstencionismo, teñirá de ilegitimidad su Constitución, por más generosas promesas que incluya. Mancera pasará sus dos últimos años de gobierno atrapado en un declive construido a partir de sus desaciertos seriales.

Los resultados los sabremos el domingo, aunque hay elecciones que pueden terminar tan cerradas que se definan posteriormente en los tribunales. Pero quedará la incertidumbre de si estos nuevos gobernadores serán capaces de centrar su trabajo en mejorar la vida de los ciudadanos y no en promover su imagen o buscar agrandar su patrimonio.

Fuente: El Diario

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