No a la tercera guerra mundial

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Por María Eugenio Claros Bravo*

Cuando escucho y leo que Israel tiene 3,000 ojivas nucleares, que EE.UU, Francia, RU, India, Pakistán tengan armas nucleares, me preocupa profundamente.

Las bombas nucleares, capaces por sí solas de destruir toda una ciudad, me recuerda con tristeza Hiroshima y Nagasaki.

Un 6 de agosto de 1945, eran las 8:15 a.m. cuando la ciudad japonesa de Hiroshima sufrió un ataque nuclear. Un ruido atronador selló el instante de la explosión, un resplandor intenso iluminó el cielo, el humo y el fuego con una temperatura aproximada de 4000ºC y con una altura de un kilómetro.

Acto seguido, de Hiroshima sólo quedaba una enorme mancha en la tierra, rodeada de fuego y humo.

Miles de personas perecieron de inmediato, otras agonizaron en el suelo, por el dolor de las quemaduras, se advertía cómo la piel colgaba en todo el cuerpo, caminaban como autómatas, motivados por la desesperación se lanzaron al río, donde muchos se ahogaron en masa. Hiroshima fue arrasada.

Cuenta la historia que los miles de galenos, soldados y practicantes voluntarios que llegaron a Hiroshima, murieron todos de cáncer en los siguientes años.

Hiroshima, tenía 350 mil habitantes, perdió en el acto a 70 mil, y en los siguientes cinco años, murieron 70 mil más, como consecuencia de la radiación.

Lanzado el artefacto destructor sobre Hiroshima, el imperio salvaje esperaba la rendición inmediata de Japón pero ante la negativa, a las 11:02 de la mañana del 9 de agosto del mismo año, la misma liquidación nuclear se repitió en Nagasaki, una ciudad industrial, la bomba de plutonio, tenía la capacidad de generar el doble de energía que la bomba de uranio que fue lanzada.

73,000 personas murieron y 60.000 resultaron con lesiones graves, en los siguientes años fueron pereciendo más ciudadanos, es decir que en total murieron cerca de 250 mil personas.

Las bombas nucleares asolaron Hiroshima y Nagasaki, todas las plantas fueron arrancadas de raíz y quemados por el calor. Es decir que la gente de Hiroshima y Nagasaki estuvieron expuestos a la lluvia radioactiva.

Lo más dramático, repudiable e inconcebible ocurrió en las principales ciudades de EEU, festejaron el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima.

Y lo más impresionantemente asqueroso, los medios de comunicación expresaban: “Damos gracias a Dios por haberle dado a América la bomba atómica”.

Hoy, 67 años después de la desolación causada por las dos bombas estalladas en Japón, lo que es realmente alarmante y preocupante, es que se escuchan nuevamente el repique de las campanas de guerra que podría estallar en el medio oriente, cuando el Sheikh Imran Hosein, conocedor de la política internacional en el escenario árabe, asegura que Irán podría ser atacada a finales del 2012 o principios de 2013.

Me imagino el poder exterminador de las tecnologías bélicas actuales, tomando en cuenta que hay suficientes bombas para hacer volar al planeta tierra.

Desde que tengo uso de razón, escuché hablar sobre la erradicación de las armas nucleares para construir la paz mundial, de manera que no se repita jamás un ataque nuclear como ocurrió con Hiroshima y Nagasaki.

No obstante, y curiosamente es EEUU el que invita al desarme para buscar la paz, cuando tenemos absoluto conocimiento que es el mayor fabricante de armas en el mundo, ¿se imaginan ustedes si todos los países colocan sus arsenales bajo estricta vigilancia internacional encabezado por el imperio? Es como darle al ratón que custodie el queso.

Hiroshima y Nagasaki, en 1945, nos deja la moraleja de la extrema destrucción a la que puede llegar el ser humano, guiado por intereses mezquinos, sino establecemos un término a la usanza militar de la energía nuclear.

Con seguridad que el estimado lector que sigue muy de cerca mis columnas se preguntará, ¿por qué no me he referido a la República Islámica de Irán cuando hago referencia a las armas nucleares?

Ahora lo hago, he seguido muy de cerca el accionar biotecnológico de Irán, se ha advertido avances en la biomedicina, y en otros campos como la nanotecnología, tecnología láser, inclusive en la creación de nuevos fármacos como el medicamento contra el cáncer, y a esto yo lo denomino tecnología nuclear.

Según informes periodísticos, el 31 de enero de este año, Irán mostró al mundo seis nuevos medicamentos biotecnológicos, elaborados en su país, predestinados a curar diversas enfermedades como, el asma, el cáncer, enfermedades óseas, y otras muchas afecciones.

Es decir, que Irán está entre los 12 países que pueden producir medicamentos de alta complejidad molecular, puestos que cuenta con más de 400 instalaciones de investigación sanitaria en todo el país.

Finalmente, y por todo lo expuesto, a mi juicio, la República Islámica de Irán, no implica un peligro para la humanidad como nos pretende hacer creer los EEUU, y fundamentalmente porque sus creencias religiosas no lo permiten puesto que pertenecen a la cultura de la vida.

En un anterior número de Visión Z, me referí a este tema y ahora insisto en lo mismo, un ataque militar contra Irán desataría la tercera guerra mundial. Dios no lo permita.

* María Eugenia Claros Bravo es Directora Periódico Visión Z de Santa Cruz- Bolivia

Fuente: http://alainet.org

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