Neruda, el misterio está por develarse

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Por Jorge Barrero

Santiago de Chile— El próximo lunes ocho de abril serán exhumados los restos del poeta y Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda. Según el certificado de defunción emitido por la Clínica Santa María de Santiago, donde falleció, el cáncer de próstata que sufría se agravó hasta matarlo, posiblemente acentuado por el golpe de Estado del general Augusto Pinochet.

Sin embargo, el chófer de Neruda, Manuel Araya, y el periodista chileno Francisco Marín se han unido para esclarecer los supuestos motivos reales de su muerte. Ninguno de los dos creen las versiones oficiales. Dicen estar seguros de que Pablo Neruda fue asesinado mediante una inyección, dos días antes de exiliarse en México. La posibilidad de un crimen contra Neruda contraviene lo que hasta hoy parece una verdad inamovible.

“Mi tesis es que a Neruda le colocaron una inyección el día 23 de septiembre a las cuatro de la tarde y de ahí se puso rojo y murió cinco horas después”, comenta a ELMUNDO.es Manuel Araya, que a los 26 años tomó el cargo de cuidar al poeta. Hijo de campesinos, como Pablo Neruda, Manuel Araya fue elegido chófer del poeta entre más de 120 conductores del Partido Comunista.

“El 14 de septiembre asaltaron su casa, primero los militares y después la marina. Se llevaron muchas cosas que tenían importantes y que había traído desde el extranjero. Nadie podía decir nada, todos teníamos que callar. Buscaban armamento y líderes del Partido Comunista, por si los teníamos escondidos. Yo creía que Neruda era intocable, por ser Premio Nobel y por ser diplomático, pero de eso nada”, añade.

¿Matilde Urrutia escondió el crimen?

En su libro ‘Doble asesinato de Pablo Neruda’, presentado durante la última feria del libro de Santiago, una de las más importantes de Latinoamérica, el conductor cuenta que “lo llevamos al hospital porque teníamos miedo. Habían puesto un barco con cañones frente a la bahía y pensábamos que cualquier día podían dispararnos. La clínica Santa María era una clínica de prestigio”.

Dos días antes de marcharse a México, Manuel Araya y Matilde Urrutia, la esposa del poeta, fueron a la casa de Isla Negra a recoger sus cosas para el exilio. Hasta entonces marchaba todo como la seda. La situación cambió después de que Matilde hablara por teléfono con el Nobel de Literatura: “Apúrese Manuel que Pablo está muy acelerado. Apúrese que la inyección le hizo mal a Pablo”. El Citröen de Pablo, conducido por Manuel, no daba para más.

Casi 40 años después, el chofer de Neruda culpa a Matilde Urrutia de la muerte del poeta: “Nada más morir, Matilde se fue a Venezuela. A los seis meses regresó a Chile y la instalaron en el hotel Crillón. Le pagaban el hotel para que ella estuviera allí como una reina. Tenía dos piezas en el hotel, una pieza de reuniones y el dormitorio. Yo hablé tantas veces con Matilde para que dijera que lo habían asesinado…”, ha dicho a GV Televisión.

Las relaciones entre Araya y Urrutia fueron empeorando. En un momento Matilde le espetó: “Sabe lo que le digo Manuel, que usted ya no hable más de Neruda. Para que no hable más le regalo el Citröen o el 125, pero usted no diga nunca más que a Pablo lo asesinaron”.

El por aquel entonces joven Araya le advirtió: “Mira vieja, mientras esté vivo golpearé todas las puertas para acusar a los que lo asesinaron y tú también tendrías que hacerlo”. El chófer piensa que la mujer de Neruda no quiso dar su versión porque temía por sus propiedades e incluso por su vida. Lo cierto es que Matilde Urrutia lleva muerta unos cuantos años, por lo que nunca se sabrá su versión.

El periodista Francisco Marín, conocido como ‘Pancho Marín’, representante habitual de la Noche porteña de Valparaíso, ha sido la otra pieza clave en la exhumación de los restos nerudianos. En 2011 publicó una entrevista con Manuel Araya para la revista mexicana ‘Progreso’, donde por primera vez se trataba de manera pública el posible asesinato del poeta.

¿Metástasis o veneno?

Después de la entrevista, Pancho publicó antecedentes clínicos que constaban en la investigación en los que se aseguraba que el adenoma que supuestamente causó la muerte del escritor era un tumor benigno y no uno maligno. En otra entrevista a ELMUNDO.es, Francisco Marín ha manifestado que “la exhumación y posterior autopsia al cuerpo de Neruda es una diligencia trascendente para esclarecer las causas de su muerte”.

“Encuentro poco probable que se pueda detectar -con un alto grado de certeza- las sustancias tóxicas que le provocaron la muerte de Neruda. Lo realmente importante de esta diligencia es verificar si la hemipelvis derecha de Neruda tenía o no metástasis cancerosa”, ha añadido Pancho.

Sus declaraciones son más que claras: “Si no la tenía, como estimo va a suceder, se demostrará que la causa de muerte señalada en el certificado médico de defunción -caquexia cancerosa por cáncer de próstata- es falsa. Y si no murió de cáncer como se sostuvo originalmente la tesis del homicidio aparecerá como la más verosímil”.

“Entonces alcanzarán todo su valor el relato de Araya y el de otros testigos como el del embajador mexicano Gonzalo Martínez Corbalá quien afirma que Neruda estaba tal cual como lo había visto en 1972, gozaba de un relativo buen humor, e incluso postergó su salida del país -del 22 al 24 de septiembre- con el objetivo de poder llevar cosas que tenía en Isla Negra”.

Según Francisco Marín “nunca se había investigado la muerte de Neruda. En 1973 ni siquiera se le hizo autopsia. Matilde Urrutia, su viuda, tomó la versión oficial de la Clínica Santa María como válida, evitando los problemas que hubiera significado presentar una denuncia por homicidio”.

“No sé qué motivos tuvo ella para hacer esto, pero de acuerdo a lo señalado por Araya -quien conversó con Matilde en algunas ocasiones tras recuperar su libertad-, ella tenía miedo de perder las propiedades que compartían con Neruda en caso de rebelarse ante el dictador. Estimo que también debe haber temido por su vida”, concluye.

La verdad sobre la muerte del poeta está más cerca que nunca. A partir del próximo 8 de abril sabremos si el miedo a Pinochet acabó matando al poeta, como afirmaba la viuda, y siguen afirmando el sobrino, la Fundación Pablo Neruda y la Clínica Santa María. O si, por el contrario, los esbirros del general mataron a este símbolo chileno de las letras universales, como dicen su chófer y el periodista Pancho Marín.

Fuente: ElMundo.es

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