Nacionalistas arrasan en el País Vasco

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El País Vasco y Galicia seguirán gobernados por el Partido Nacionalista Vasco (PNV), el primero, y por el derechista Partido Popular (PP), la segunda, después de haber logrado una amplia victoria.

En Euskadi, gracias a enorme avance de EH-Bildu –la segunda fuerza con más votos–, cerca de 70 por ciento de los electores lo hicieron por formaciones que defienden la autodeterminación o la independencia, una cifra histórica e inédita. Vox, la fuerza emergente de extrema derecha en España, no logró representación en Galicia, pero sí un escaño en el País Vasco.

Íñigo Úrkullu, el líder del PNV, una formación política de más de 100 años y que se ha nutrido del ideario de la democracia cristiana y del nacionalismo conservador vasco, será relegido como lehendakari.

El País Vasco, una de las autonomías más fragmentadas políticamente del Estado español, no cambiará el signo de su gobierno y previsiblemente el PNV mantendrá su alianza con el Partido Socialista de Euskadi (PSE), como ha hecho hasta ahora.

El Parlamento vasco estará formado de la siguiente manera: el PNV, 31 escaños, dos más que en los comicios de hace cuatro años; EH-Bildu, 22, lo que representa el mayor número de su historia; PSE, 10 diputados, uno más que en las últimas elecciones; UP retrocede al pasar de 11 a seis; el PP pasa de nueve a cinco, y, finalmente, el diputado de Vox, que ganó en la provincia de Álava.

En Galicia tampoco hubo sorpresas. El hegemónico PP reditó con holgura su victoria, logrando una mayoría absoluta histórica, además de una derrota de la izquierda, sobre todo por el retroceso de Unidas-Podemos, una formación política cada vez más cuestionada por su centralismo y por la concentración de poder de su líder, Pablo Iglesias.

El PP logró 42 diputados, uno más que hace cuatro años y más que suficiente para sumar mayoría absoluta, que está en 38; mientras la segunda fuerza es el Bloque Nacionalista Galego, que sumó 19, y, finalmente, el Partido Socialista de Galicia, que sumó 14 diputados. Especialmente severo fue el retroceso de la formación morada de Iglesias, que desaparece del Parlamento gallego sólo cuatro años después de haberse convertido en la segunda fuerza y controlar buena parte del poder territorial.

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