El Proyecto Minuteman busca reclutar al menos 3 mil 500 miembros para vigilar la frontera con México
Por Eileen Truax/ El Universal
Dos hombres en un auto llegaron a un estacionamiento en Carolina del Norte, en donde citaron a un reportero de la cadena Al Jazeera America. Le pidieron que los siguiera a un campo de girasoles; ahí bajaron del auto. Vistiendo túnicas blancas y capuchas puntiagudas que les cubrían cabeza y rostro, con dos agujeros a la altura de los ojos, los hombres se identificaron: eran miembros de Loyal White Knigths, un ala del grupo de supremacía blanca Ku Klux Klan (KKK).
Aunque la escena podría haber tenido lugar en los años 60, ésta, que circuló en medios de todo el país, ocurrió apenas el pasado 29 de julio. Robert Jones, como se identificó uno de los hombres, explicó al reportero que su grupo está molesto con la llegada de niños migrantes indocumentados a EU. “Si no podemos regresarlos, creo que disparándole a un par de ellos y dejando sus cadáveres en la frontera verán que hablamos en serio cuando decimos que hay que detener la inmigración”, dijo Jones.
Hasta 2013 existían 940 grupos de odio activos en EU, de acuerdo con el reporte que realiza cada año la organización Southern Poverty Law Center (SPLC).
La mitad de ellos se ubica en la zona sur, es decir, en 14 de los 50 estados. Tan sólo en los cuatro estados que colindan con México —California, Arizona, Nuevo México y Texas— operan 160. “En los últimos años hemos visto que hay más grupos de odio cerca de la frontera”, explica Mark Potok, investigador senior fellow de SPLC.
“Especialmente se ve ese incremento en California y Arizona, donde los grupos son antiinmigrantes y antilatinos. En Texas, el número es un poco menor porque en esa área la frontera estuvo abierta por 150 años; la gente está acostumbrada a escuchar el español y a trabajar con latinos. Lo que ocurre en California y Arizona, en cambio, se debe a un choque cultural: un número elevado de blancos se mudan ahí para retirarse y pasar sus últimos años en un sitio soleado; vienen de estados del norte, menos diversos, y les impacta ver una cultura diferente”, amplía.
De 2000 a 2013, el número de grupos de odio en Estados Unidos creció en 56%. El periodo coincide con el reforzamiento de la seguridad en la frontera tras los atentados del 11 de septiembre, el aumento del porcentaje de inmigrantes no blancos, la recesión económica de 2008-2009 y el triunfo de Barack Obama, el primer presidente afroamericano, factores que se consideran el detonador del crecimiento de estas organizaciones.
Muchos y diversos
El censo de grupos de odio incluye clasificaciones que abarcan desde neonazis, KKK, racistas skin head, blancos nacionalistas, hasta anti-LGBT, antimusulmanes, negros separatistas, extremistas nativistas, vigilantes de la frontera y otros grupos antiinmigrantes.
La lista compilada por SPLC se basa en publicaciones y sitios de internet de los propios grupos, reportes ciudadanos, noticiosos y de agencias del orden, e incluye a aquellos que han participado en actos criminales, marchas, manifestaciones y publicidad. La inclusión en el listado no implica que todos los grupos han estado involucrados en actos violentos o criminales.
Aunque la clasificación “grupo de odio” no existe en el argot legal, el término “crimen de odio” fue adoptado tras la Segunda Guerra Mundial por la Oficina Federal de Investigación (FBI), que inició un registro en el cual incluyó al KKK y a decenas de organizaciones más, identificadas por compartir creencias o prácticas que atacan de manera perniciosa a la totalidad de un grupo de personas, generalmente por sus características inmutables como raza, orientación sexual, grupo étnico, origen o religión.
En su último reporte, el FBI registra 5 mil 796 crímenes de odio en 2012, que involucraron a más de 7 mil víctimas. De ellos, 48% fueron por motivos raciales. Más de la mitad de agresores fueron de raza blanca y una cuarta parte afroamericanos. En el caso de las víctimas que fueron agredidas por su nacionalidad u origen étnico, seis de cada 10 eran latinas.
Inicialmente un gran número de actos de odio eran perpetrados por individuos o grupos antisemitas durante los años 60, y en el marco del movimiento de derechos civiles en EU se incrementaron aquellos que tenían como objetivo a la comunidad afroamericana. Con ello los ataques del KKK se volvieron una práctica común.
Respecto a la comunidad mexicana, hay registro de prácticas racistas desde el inicio del Programa Bracero —en los años 40— e incluso de algunos grupos de “vigilantes”. Pero es a partir de la instauración del Programa Guardián en la frontera con México —en los 90—, que algunos grupos empiezan a actuar con una clara postura en contra de la inmigración.
En puerta, otra operación
“No estamos de acuerdo con la categoría de antiinmigrantes, nuestra organización es proinmigrante. A lo que nos oponemos es a la inmigración ilegal”, dice convencido Howie Morgan, director nacional de Política de Minuteman Project, agrupación fundada a finales de 2004 por Jim Gilchrist, un veterano de la Marina condecorado por su servicio en la guerra de Vietnam.
Minuteman Project inició sus operaciones en Arizona en 2005, en un esfuerzo por aplicar las leyes de inmigración que, de acuerdo con sus integrantes, no estaban siendo cumplidas por el gobierno al permitir el ingreso ilegal de inmigrantes.
La mayor actividad del grupo se dio entre 2006 y 2008, cuando llegó a reclutar a cientos de voluntarios para vigilar la frontera e impedir el cruce indocumentado de personas. Aunque la organización está calificada por SPLC como “nativista extremista” y no como “grupo de odio”, sus campañas atrajeron a otros movimientos, como neonazis, de supremacía blanca y gente portando armas.
En años recientes la organización se mantuvo con bajo perfil, pero el 7 de julio pasado anunció la iniciativa Operación Normandy, mediante la cual busca reclutar a 3 mil 500 voluntarios para vigilar la frontera en Arizona y Texas, como respuesta a la crisis humanitaria declarada por Obama ante el arribo de niños migrantes.
“Quedó claro que la iniciativa de una reforma migratoria falló, que Obama no podrá pasarla, y esto, sumado a la aprobación de leyes antiinmigrantes en Arizona o Alabama, redujo la actividad de estos grupos”, comenta el investigador Potok. “Ahora estarán de regreso como respuesta a las noticias en la frontera”.
Morgan asegura que a pesar de la movilización que pretenden realizar de aquí a mayo de 2015, su organización no tiene motivaciones racistas o violentas, y que actúa dentro de la ley.
“Todo lo que hacen nuestros voluntarios es llevar una silla plegadiza a la frontera, sentarse en ella y vigilar con binoculares, afirma el dirigente del grupo.
—Pero algunos de sus voluntarios portan armas y hay denuncias de intimidación y de agresiones —se le cuestiona.
—Si alguien se comporta con odio, nos deslindamos de esa persona. Y sobre las armas, pedimos a nuestros voluntarios que se apeguen a lo que les es permitido en cada estado —afirma.
La facilidad de portar un arma en la franja fronteriza ha dado lugar en el pasado a incidentes con inmigrantes que son acusados de allanamiento de propiedad privada.
En Texas, la ley permite portar un arma de fuego sin ser exhibida públicamente, previo trámite de permiso; pero su uso en áreas rurales es abierto, es decir, puede ser mostrada en público.
En el caso de Arizona, cualquier persona mayor de 21 años puede llevar un arma abiertamente, sin necesidad de permiso.
Es en ambos estados donde se desplegará con mayor intensidad la nueva operación de Minuteman.
“No somos antiinmigrantes, pero creemos en un sistema de inmigración que permita que venga gente educada que quiera pagar impuestos”, dice Morgan. “Lamento la situación de quienes deben escapar de sus países por la pobreza o la violencia, pero hay millones que desean venir respetando el proceso de inmigración; yo espero que sean ellos quienes vengan primero”.
Un ‘arma política’
Si la crisis de los niños hace que el espíritu antiinmigrante reviva entre estos grupos, lo que ocurre con otros que sí están clasificados como “de odio” va más allá y se convierte en herramienta en tiempos políticos. Con una elección de Congreso a celebrarse en noviembre próximo, y con la carrera presidencial de 2016 en la mira, algunos ya usan el discurso antiinmigrante, antilatino y antimusulmán para granjear posturas políticas.
Ira Mehlman es el portavoz de FAIR, la Federación para la Reforma de Inmigración Americana. “Nosotros no nos oponemos a que la gente venga; la pregunta es qué impacto tiene la llegada de otros en la sociedad estadounidense (…) Por ejemplo, si vienen más niños, hay un impacto en los salones de clases, especialmente si los recién llegados no hablan inglés”, dice.
SPLC ha reportado vínculos de FAIR con grupos de supremacía blanca y eugenésicos, y sus dirigentes con frecuencia realizan declaraciones racistas. John Tanton, líder del grupo, asegura que en EU debe preservarse la supremacía blanca mediante la limitación del número de no-blancos que entran al país.
Mehlman considera que estas posturas no son suficientes para que FAIR sea calificado como grupo de odio. Sobre los incidentes de violencia que se le atribuyen, el portavoz asegura que esa no es la característica de la mayoría de afiliados. “Tenemos 250 mil miembros en el país. No podemos hacer una revisión de antecedentes de todos”, dice.
Respecto al asunto de los niños, argumenta que no es responsabilidad de ellos, sino de la administración Obama. “Las leyes dicen que se debe proteger a las víctimas de tráfico o explotación, pero lo que tenemos aquí son familias pagando a un coyote para venir o traer a sus niños. Si el número de niños migrantes subió de 6 mil a 90 mil es porque esta administración ha creado la percepción de que si llegas y te entregas recibirás un citatorio para ir ante un juez, pero si no vas a Corte y decides perderte al interior del país, te quedas. Es inaceptable”.
Para el investigador Potok, si una democráta como Hillary Clinton llega a la presidencia de EU, seguramente apoyará una reforma migratoria. Esto hará que los grupos revivan. Si gana un republicano conservador, que no busque legalizar a los 11 millones de indocumentados, los grupos volverán a la calma.
Fuente: El Universal