México 2016: ¿qué nos espera?

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Hoy cerramos 2015. Habrá que estar con la familia y los amigos: los seres que queremos y nos quieren. Habrá que pasarla con los compañeros de vida. Y mandar muchos mensajitos de felicitación por Whatsapp, Facebook y Twitter. Y subir las mejores fotos a Instagram. Habrá que festejar, porque no importa cómo haya sido nuestro año, siempre puede uno celebrar.

Nos curaremos la cruda y el desvelo el fin de semana. Volveremos el lunes siguiente a la realidad. La misma realidad de ayer, pero tendremos una oportunidad: la veremos con otros ojos porque será Año Nuevo. Un flamante y nuevecito 2016 que nos abrirá todas las posibilidades para empezar otra vez. Borrón y cuenta nueva para volver a intentar.

Con esos ojos, van aquí ahora algunas proyecciones para México en 2016.

Según The Economist, en su edición anual “The World in 2016”, México podría crecer 2.8 por ciento del PIB. Pero el Presidente Peña Nieto debe enfocarse en la implementación de las Reformas Estructurales al mismo tiempo que enfrenta la indignación pública por la “corrupción rampante y una asesina cultura mafiosa”.

JP Morgan, en su informe “LatAm: a Year ahead”, es más optimista y pronostica que alcanzaremos un 3.8 por ciento del PIB si las reformas se implementan. Esto debido a “la aceleración económica impulsada por la fuerte recuperación de la demanda interna más un viento positivo del sector de la manufactura y la construcción”, según una nota de CNN-Expansión.

Sin embargo, también en la misma nota, Bank of America Merrill Lynch señala: “El reciente aumento en la violencia en México, junto con las protestas a nivel nacional probablemente están teniendo un impacto negativo en el gasto agregado”. Y de acuerdo con la “Encuesta sobre las Expectativas Económicas” del Banco de México en noviembre, las preocupaciones de los analistas privados por la inseguridad sumaron 11 meses como el principal obstáculo para el crecimiento.

Por otro lado, el CCE realizó en octubre sus pronósticos y enfatizó que la perspectivas de México en un complejo escenario mundial son favorables. Sin embargo, dice elcomunicado: “En la agenda hay dos componentes fundamentales en los que es indispensable avanzar con mayor contundencia: confianza y fortalecimiento institucional del Estado de derecho”.

En suma, la mayor parte de los pronósticos y especialistas coinciden en tres aspectos: el rumbo, la prioridad y el Talón de Aquiles.

En cuanto al rumbo, parece que el camino es correcto en lo general. Las reformas estructurales son algo que llevábamos mucho tiempo esperando. Entiendo que ahora el Gobierno Federal las presuma, pero conviene recordar que fue el PRI quien obstaculizó todo avance en este sentido durante los sexenios panistas, solo para venir a abrir las puertas ahora que gobierna de nuevo. Vaya hipocresía.

Pero también los analistas coinciden en la prioridad: la implementación. De aterrizar con velocidad y pulcritud los cambios en la Constitución depende si México puede alcanzar cifras de crecimiento cercanas al 4%-5% en el mediano plazo. Todos los análisis que he revisado hasta ahora señalan una diferencia de por lo menos un punto adicional del PIB con las reformas bien implementadas.

Y, por último, el Talón de Aquiles, nuestro punto flaco: la corrupción, la inseguridad, el crimen organizado, la narcopolítica. Esa evidente ausencia de Estado de Derecho en todos los niveles de la vida pública mexicana.

No es para menos. Si no damos pasos agigantados en este sentido y pronto, volveremos a repetir la película esa que ya hemos visto: Reformas Estructurales que en lugar de progreso generan nuevos ricos, élites político-mafiosas que se enquistan en el poder, otros 60-70 mil muertos, narcos más poderosos, más grupos vulnerables como periodistas, mujeres y menores. La expectativa traicionada y una reputación internacional para temer.

Y como consecuencia más profunda, una amplio segmento de la sociedad que ya no cree y que cada vez se enoja más. Esa “indignación” a la que The Economist se refiere, pero que bien puede ser traducida como “furia”. ¡Cuidado!

Por eso, no hay mucho que discutir sobre lo que nos toca hacer desde los medios y la sociedad civil. Esos dos actores que -insiste Michael Ignatieff – tienen la responsabilidad pública en momentos en que falla el sistema democrático de contrapesos.

A los medios independientes y a la sociedad civil organizada nos toca poner la presión para hacer que las cosas sucedan bien y más rápido. Nos toca ser más y nos toca acompañar de manera permanente a los poderes y los actores, sobre todo al Legislativo, para que diseñen y voten leyes secundarias funcionales y modernas. Para que fiscalicen en serio el dinero público.

Nos toca acompañar a las instituciones autónomas como el INAI y la CNDH para que empujen por la transparencia y el respeto por los derechos humanos. Aunque no les guste el “acompañamiento”, aunque no quieran pagar los costos públicos.

Nos toca pues, estar ahí, ser constantes y persistentes. Muy conscientes de la lentitud de estos procesos, pero muy enfocados en los resultados. Nos toca ser pacientes partiendo de la premisa que somos nosotros los principales interesados por cambiar las cosas.

Entender que vale la pena volver a empezar, porque hemos logrado mucho pero tampoco hemos logrado nada. Porque falta mucho para nosotros, pero falta más para los que vienen. Porque nos toca ser compromiso y generar esperanza.

Porque es Año Nuevo.

¡Un abrazo a todos y feliz 2016!

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