El artículo 84 de la Constitución establece un procedimiento bastante sencillo para el relevo anticipado en la Presidencia de la República. Peña Nieto no tendría que renunciar
, sino simplemente ausentarse del país de manera definitiva para así producir una falta absoluta
a su cargo. En ese caso, Miguel Ángel Osorio Chong primero ocuparía provisionalmente la Presidencia de la República y posteriormente el Congreso de la Unión elegiría, por dos terceras partes, al presidente sustituto que concluiría el periodo de Peña Nieto.
En este escenario la oligarquía y los partidos del Pacto por México ejercerían un control absoluto sobre el procedimiento de relevo anticipado. Podrían simultáneamente satisfacer la sed de cambio político inmediato que hoy recorre la nación y preparar el terreno para un pase de bastón ordenado en 2018 entre los integrantes de la mafiocracia imperante.
Afortunadamente, nuestros oligarcas no son particularmente listos. Creen que pueden administrar exitosamente la crisis de legitimidad de Peña Nieto hasta que se inicien las campañas electorales de 2018, momento en el cual echarán toda la carne al asador para inflar a su relevo como la salvadora o el salvador de la patria.
Asimismo, las pocas cabezas pensantes del priísmo están cegadas por su obsesión con lainstitucionalidad
autoritaria dentro de la cual todos los presidentes electos desde 1934 han gobernado hasta el último día de su sexenio. Para ellos, permitir un relevo anticipado en Los Pinos sería una inaceptable señal de debilidad del régimen queempoderaría y animaría de manera peligrosa a la sociedad movilizada.
La soberbia y la terquedad de los dueños y los gobernantes del país abren una oportunidad histórica para construir una gran articulación social que pueda derrotar al monstruo de la impunidad, el cinismo y el saqueo que hoy nos malgobierna. Al mantener en su cargo a un jefe de Estado que está hundiendo la economía, destruyendo al medio ambiente, regalando los recursos naturales, masacrando al pueblo y robando a manos llenas, se abre un enorme vacío de poder que tendrá que ser ocupado por el pueblo unido.
Si no lo llenamos nosotros, lo llenarán la jerarquía de la Iglesia católica con sus retrógradas marchas por la familia
, las fuerzas militares con sus metralletas o Televisa y Milenio con sus críticas hipócritas y falsos mesías. Si no llenamos nosotros el vacío, dejaremos pasar una oportunidad de oro para votar desde la calle para botar del poder al PRIANRDe iniciar una nueva etapa de la nación.
El próximo proceso electoral federal se inicia oficialmente en apenas un año, en octubre de 2017. La sociedad mexicana cuenta entonces con apenas 12 meses para preparar el escenario para una verdadera alternancia en el poder en la elección presidencial que tendrá lugar el 3 de junio de 2018.
Es hora de poner a un lado, aunque sea por un momento, los enormes egos y las eternas disputas ideológicas que tanto debilitan a la izquierda en momentos críticos como el actual.
Andrés Manuel López Obrador es el único candidato opositor viable. Ni Alejandro Encinas, ni Cuauhtémoc Cárdenas, ni Gerardo Fernández Noroña, ni Juan Ramón de la Fuente, y mucho menos Miguel Ángel Mancera, le llegan ni a los talones al tabasqueño con respecto a su popularidad y presencia entre los mexicanos. La actual mezquindad de estas y otras figuras, al regatear su eventual apoyo a Morena, tendría que dar paso a un generoso apoyo a la causa de México sin pedir absolutamente nada a cambio.
En Morena caben todos. Ahí militan comunistas, socialdemócratas, campesinos, obreros, empresarios, estudiantes, maestros, homosexuales, radicales, reformistas, revolucionarios, jóvenes y personas de la tercera edad. Todos están unidos alrededor de un solo objetivo: conquistar la Presidencia de la República en 2018 con el fin de generar una coyuntura favorable para la transformación del país a partir de la acción social. Ello tendría que ser un objetivo compartido por absolutamente todos los mexicanos indignados.
Está plenamente justificado exigir la renuncia inmediata del actual ocupante de Los Pinos. Sin embargo, su separación del cargo no resolverá nada si no estamos preparados para controlar desde la sociedad el proceso de relevo en la Presidencia. Además de interpelar al poder corrupto desde la calle, exigiendo renuncias, justicia y reformas, también habría que interpelar a nosotros mismos e iniciar el arduo trabajo de construcción de alianzas y articulaciones estratégicas. La unión que vencerá debe construirse desde ahora o no se construirá nunca.
Twitter: @JohnMAckerman
Fuente: La Jornada