Latinoamérica, entre Occidente y la influencia de Rusia y China

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¿Basta con la intención de inversiones verdes para que Europa sea más atractiva para América Latina que Rusia y China?

Por Mirra Banchón y Emilia Rojas Sasse

América Latina no habla con una sola voz con respecto a la guerra en Ucrania. Si bien, exceptuando Costa Rica, nadie habla de sanciones a Rusia, en Naciones Unidas votan con Estados Unidos y la Unión Europea y muchos se han pronunciado contra la agresión”, dice a DW Benedicte Bull, presidenta del Instituto Nórdico de Estudios de América Latina (NILAS).

En una conferencia en el Parlamento Europeo especialistas analizaron la geopolítica de la región a este respecto, y la influencia de Rusia y China. El punto más importante: ¿cómo dar un salto cualitativo hacia una asociación birregional sólida entre la UE y América Latina y el Caribe?

Con una cumbre birregional cercana (julio 2023), tanto el apoyo de Nicaragua, Cuba y Venezuela a Rusia como el ambiguo discurso de Brasil son piedras en unos zapatos europeos que querrían avanzar más rápido hacia acuerdos y asociaciones con la región. “La UE se va dando cuenta de que no solamente hay que usar el palo sino también la zanahoria. Y debe tratar de entender a la región”, añade Bull.

LARGA HISTORIA DE SANCIONES E IMPERIALISMO

Aunque varios países han afirmado que se sumarían a sanciones que se decidan en Naciones Unidas, Bull recuerda: “Las sanciones tienen una historia dolorosa en América Latina. Las de Cuba y Venezuela no han ayudado a lograr los objetivos para los que fueron impuestas. Otra cosa es el discurso quizás demasiado ambiguo del presidente de Brasil con respecto a este tema”.

Más que los intereses económicos de Brasil con Rusia, es la variedad de audiencias a las que dirige Lula Da Silva su discurso lo que explicaría la ambigüedad. “Además, en América Latina hay una larga historia de sentimiento antimperialista, enfocado hacia Estados Unidos”, dice Bull, profesora en el Centro de Desarrollo y Medio Ambiente de la Universidad de Oslo. “Y cuesta entender que Rusia también es un Estado imperialista”, agrega.

EL GRAN SOCIO ASIÁTICO

China, por su parte, es el mayor socio comercial de Brasil, Chile y Perú; el segundo después de Estados Unidos para varios otros. “Hay que pensar que el 40% del comercio de Chile es con China y que tiene gran dependencia de Estados Unidos en temas militares”,  afirma Bull.

Por otra parte, del lado europeo hay una mayoría que no pierde oportunidad de subrayar lo importante que es culminar la modernización del acuerdo global con México y el de asociación con los países del Mercosur. En juego hay mucho, entre otras cosas, los recursos naturales que Europa necesita para su transición verde.

No obstante, “América Latina tiene derecho a no querer entrar en un nuevo ciclo extractivista”, advirtió en la conferencia José Antonio Sanahuja, director de la Fundación Carolina. Sanahuja, especialista en desarrollo y en relaciones UE-América Latina, advierte de caer en la idea colonial de la búsqueda de El Dorado e insiste en la necesidad del reconocimiento mutuo.

¿INVERSIONES VERSUS DESARROLLO HUMANO?

Y el reconocimiento pasa por conocer las necesidades mutuas. Las de los países de América Latina -golpeados por la pandemia, la criminalidad y el narcotráfico- se centran en temas básicos como educación y salud. “No hay que confundir política de cooperación con América Latina con las inversiones verdes del Global Gateway”, insiste Sanahuja, enfocando temas que probablemente no se van a tratar en la cumbre: la defensa del espacio cívico y público, y la defensa de defensores de derechos humanos.

“El tema medioambiental es transversal”, dice Bull, especialista en desarrollo y medioambiente. “La UE debe estar presente con sus inversiones, pero también, más allá del interés comercial, llegar a actores de la sociedad civil que estarán cada vez más amenazados, llegar con transferencia de tecnologías”, agrega, reconociendo que, si bien lo vienen haciendo desde hace treinta años, para priorizarlo, este momento es crucial.

NARCOTRÁFICO, PROBLEMA CONTINENTAL

También en el combate a la criminalidad y el narcotráfico, “Colombia es un actor importante, pero también lo es Bolivia. El tema supera la vieja división de izquierda y derecha en América Latina. Petro ha planteado cambiar la gobernanza global de las drogas y es muy importante que la UE le de apoyo, por lo menos, discursivamente”, afirma Bull, cuyo país, Noruega, es garante del proceso de paz de Colombia.

“Aunque no somos parte de la UE, podemos sumarnos a diversas iniciativas”, acota, puntualizando que, para su país, en cuanto a inversiones, Brasil es mucho más importante que China. Por otro lado, “no existen solamente los países del Mercosur. Están los de América Central, que está pasando por su peor momento desde la década de los 1980”, recuerda Bull.

Como fuere, y buscando las razones de que los países de América Latina, también los del relegado Caribe, no opten por alejarse de China o Rusia, Bull concluye: “Están bajo muchísima presión y están intentando crear una plataforma que les ayude a navegar en estos mares tan revueltos. Es muy difícil. Y la UE haría bien en apreciar ese intento”.

LULA RETOMA LA BATUTA DE LA INTEGRACIÓN SUDAMERICANA

Resuelto a ganar protagonismo en la esfera internacional, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha dejado en claro en la cumbre del G7 y en cuanta ocasión se le ha presentado, que el sur global también existe y debe ser tomado en cuenta. Y eso implica también a Sudamérica, donde se propone volver a impulsar la integración, con una cumbre que ha convocado para el 30 de mayo. La intención, según declaró el canciller brasileño, Mauricio Vieira, es dejar de lado las “cargas ideológicas”. Un lastre que ha torpedeado ya tantas iniciativas, como la de Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas), fundada en 2008, que quedó reducida a su mínima expresión con la retirada de varios miembros entre 2018 y 2019, y prácticamente desapareció del mapa.

Con la reincorporación de Brasil y Argentina, surgieron también las expectativas de una posible resurrección, sobre todo por el retorno a la presidencia de Lula, su principal impulsor original.

ESPACIO DE DIÁLOGO

Pero, de momento, la idea no es tan ambiciosa. El próximo encuentro no es una cumbre de Unasur, según se ha dejado en claro en Brasil. Allí se ve la cita más bien como una oportunidad para que los presidentes puedan conversar con tiempo y para tomarle el puso a la región. “Es una América del Sur muy distinta a la de cuando Lula gobernó de 2003 a 2010. El tema de la integración ha perdido mucha fuerza”, indica en conversación con DW Roberto Goulart Menezes, profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia. Y hace notar que “incluso en Brasil, el gobierno de Lula no está en condiciones óptimas para esta cumbre, porque tiene dificultades internas enormes. El presidente no puede, en este momento, hacer ningún tipo de promesa ni ningún tipo de ofertas a los demás países sudamericanos, a no ser un espacio común de diálogo”.

Johanes Wolff, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Goethe, de Fráncfort, y especialista en América Latina, considera por su parte que, aunque haya algunos gobiernos de derecha, “ideológicamente, el panorama es ahora más fácil para la cooperación que hace un par de años; ha habido una suerte de convergencia, en términos muy generales, de la gran mayoría de los gobiernos en América del Sur, que más o menos comparten una visión más progresista”. En consecuencia, le parece posible un intento de reflotar Unasur, si bien duda de que ello pueda significar realmente un paso más profundo hacia una mayor integración.

CADA UNO CON SU CRISIS

Una mirada a los distintos países de América del Sur evidencia un cuadro complejo en la región. Goulart Menezes recuerda, por ejemplo, la crisis en Ecuador, donde el presidente Guillermo Lasso estuvo a punto de ser destituido, la situación de la presidenta Dina Boluarte en Perú, o lo que ocurre en Venezuela, cuyo presidente también ha sido invitado. “Creo que la presencia de Maduro sería importante, en el caso de que venga, porque el próximo año debe haber elecciones en Venezuela”, indica el politólogo de Brasilia. “Pienso que Lula quiere tener a Maduro en la cumbre para poder influenciar lo más posible la transición política en Venezuela”, agrega, recordando que la diplomacia brasileña no suele hacer gestiones en público.

Más allá del problema de Venezuela, que seguirá probablemente generando tensiones, la integración no se perfila nada fácil. “Un obstáculo clave podrían ser las crisis que viven distintos países, pero también hay que decir que hoy todos los gobiernos de la región, menos tal vez el de Lula, tienen un enfoque muy claro en los asuntos internos”, apunta Johnas Wolff.

SUDAMÉRICA EN EL NUEVO MUNDO

Y esto empaña los afanes del presidente brasileño de posicionar a su país y a la región en el marco de una reestructuración del orden internacional que parece perfilarse. Aun así, el académico alemán piensa que el planteamiento de Lula es “legítimo e importante políticamente”, en el contexto global de una guerra en Europa, y un conflicto cada vez más abierto entre Estados Unidos y China. “Frente a esas dinámicas globales, sería muy importante para América del Sur coordinarse, organizarse, para mantener colectivamente cierta independencia frente a estos cambios y conflictos de dimensiones globales”.

La actual coyuntura política internacional, en que las grandes potencias buscan aliados y apoyo en foros como el de la ONU, abre en general un margen de maniobra para regiones como América Latina y, en este caso, América del Sur. “Pero, que se pueda aprovechar, depende de una capacidad de acción colectiva, que hasta el momento ha sido bastante débil”, observa Wolff. De momento, la iniciativa está en manos del Brasil de Lula da Silva.

Fuente: Deutsche Welle

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