La gritería de los perdidosos

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Por Julio Pomar

¡Cómo no van a estar gritando corajudos e indignados los que están perdiendo la batalla política ante la Cuarta Transformación Histórica de México, si no hay una sola cosa de la actual política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador que, como ocurrió en el pasado, los favorezca!

Se acabaron acaso para siempre los tiempos dorados en los que cada decisión presidencial favorecía a esas minorías gritonas. Son pocos, sin duda, pero escandalizan mucho, al grado de que impactan los oídos de algunos que no son enemigos del Presidente ni están de acuerdo con los conservadores y sus afanes, pero que dudan ante la alharaca opositora, temerosos de que crezca esa oposición.

Los hechos son contundentes. Diversos aumentos a los ingresos populares, son parte sustancial de los avances obradoristas, pero también el saneamiento de las instituciones que en vez de servir al pueblo, estaban de rodillas ante los intereses de los poderosos de la sociedad, y eso impulsa reacciones populares positivas, que más pronto que tarde se están constituyendo en puntos de partida para nuevas acciones del gobierno de la Cuarta Transformación.

Las reuniones semanales que el Presidente está teniendo con diversos grupos populares, los cuales se unen a los impactos positivos de las conferencias de prensa de cada mañana que ningún gobierno del mundo, ni en el pasado ni en el presente, han tenido, son muestra categórica de que AMLO está avanzando a paso firme en los ánimos populares. Las reuniones de prensa mañaneras y las asambleas semanales de provincia son notables por sus impactos en los ánimos populares cotidianos.

No tengo registro de ningún proceso popular en el mundo que haya tenido esta incidencia del asambleísmo entendido como democracia participativa. Eran otros tiempos, pero ni de la Comuna de París o de la rebelión de los soviets rusos o las comunas chinas de Mao, se tiene referencia de un tipo similar de contacto directo, organizado, con el pueblo, siendo fenómenos totalmente distintos al nuestro cada uno de ellos.

Al pueblo de México le corresponde la paternidad de esta forma de democracia participativa, que de una manera u otra pone en contacto directo al dirigente con la gente. Ahora falta en serio que se ponga en operación el “método obrador” con la solución eficaz de las necesidades de la gente. No se puede quedar en proclamas de asamblea lo que el líder informa a los asistentes y lo que se opera en la realidad. Cuando se llegue a la verificación de que lo que se está exponiendo es algo efectivamente en proceso de realización, se sabrá que este modelo de democracia realmente estará funcionando en la vida cotidiana del pueblo.

Los siguientes pasos han de ser, entonces, ajustar lo proclamado en el deseo a su realización estricta. De otra manera nos estaríamos encaminando a una forma de “demagogia participativa”. Falta tiempo para ver en qué termina y hacia qué se deriva esta gran movilización popular de expectativas verdaderamente sugestivas. El camino lo deben andar tanto el presidente López Obrador como los dirigentes del Partido Morena, por un lado, y los sectores del pueblo convocados por el otro. Cuando se vayan materializando los efectos de esta conjunción dirigente-pueblo, o partido-pueblo, podremos ver qué tan efectivo está resultando el método.

Mientras tanto tendremos que aguantar la gritería de los adversarios y de los enemigos contra el proyecto de López Obrador.

Fuente: La Jornada

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