Por Misael Máynez
Los incentivos son la zanahoria frente a la carreta y necesitamos los adecuados para que las cosas funcionen.
La economía se diseña a través de incentivos, ¿cuál industria queremos que crezca?, ¿qué comportamiento empresarial nos interesa fortalecer?, ¿cuál es la meta de crecimiento? Todas estas interrogantes se relacionan directamente con incentivos a la actividad económica.
En la política es lo mismo, ¿cómo hacemos para que más gente participe?, ¿por qué los lideres no necesariamente nos representan?, ¿es posible vencer la apatía y abstencionismo? También están directamente relacionado a los incentivos.
La pregunta clave seria entonces ¿qué estamos incentivando?
En el plano económico pondré solo un ejemplo: dos terceras partes de la actividad económica están en el comercio informal.
¿Es una franca rebeldía de los comerciantes mexicanos? No, es el resultado del esquema de incentivos económicos.
¿Qué le sucede a quienes participan en la informalidad? Nada, evitan todas las trabas burocráticas para iniciar el negocio, evitan pagar el ISR, contador, IMSS y demás imposiciones legales para dar cabalidad a lo establecido por la ley a cambio de un moche razonable y muy por debajo de todos los gastos que implica la formalidad.
La señal es clara, se incentiva indirectamente la informalidad desde las oficinas gubernamentales. O quizá directamente a fin de concretarse a organizar la polla, pero eso ya es especular o tema para otro artículo.
En la arena política las cosas son similares, nuestros representantes populares no lo hacen enarbolando las causas justas porque la gente no se involucra y para ellos representa un costo de oportunidad: alejarse del negocio y beneficio personal a cambio de que, si las personas ni se suman ni les interesa. ¿Cuál es el incentivo de la apatía poblacional? Que hagan lo que más conviene a sus intereses personales y de grupo.
Si fuera rentable políticamente las causas justas o de las mayorías, ¿cree Usted que no las abanderarían? Por supuesto que sí. Pero no lo son porque la población no se involucra ni es parte de las decisiones de gobierno.
De ese tamaño es la importancia de los incentivos y en cualquier área es aplicable el criterio. Si se busca determinado resultado la pregunta básica es como lo incentivo.
Todas las personas vivimos atrapadas en dos planos. Primero, buscamos el beneficio personal y mejorar nuestra calidad de vida; segundo, mejorar la calidad de vida involucra a otros y sus propias búsquedas de beneficio personal. Esto es lo que hace complicado la convivencia social al contraponerse la búsqueda personal con la social y la forma de alinearlas es a través de incentivos.
En meses recientes se ha exacerbado la violencia en el país y aparentemente existe preocupación en las diferentes esferas de gobierno y la sociedad. Pero permítame preguntarle cuales son los incentivos para que las personas dejen de delinquir. ¿Existe una alternativa que sea igual o más atractiva para su búsqueda personal de beneficio?, ¿desarrollamos alternativas que desvíen su atención de las actividades violentas?, ¿hay incentivos en reconocimiento para los políticos honestos? O planteado de otra forma ¿hay incentivos a hacer lo correcto por castigos ejemplares a quienes osen hacer mal uso de los recursos de todos nosotros o saben bien que la impunidad les cubrirá eternamente?
¿Existe la participación ciudadana suficiente para hacer programas sociales incluyentes? ¿ha visto usted que las personas dejen de tirar basura en las calles o hayan mejorado su conciencia social?
Todo eso son incentivos; mandamos directa o indirectamente señales a quienes toman decisiones.
No intento criticar a nadie, solo pongo en la mesa de debate para realmente iniciar el camino de mejora en la calidad de vida debemos analizar y tener el compromiso de cambiar las señales que mandamos a quienes toman decisiones, creame que ellos harán lo propio cuando capten incentivos diferentes.