El gobierno de Estados Unidos es el mayor empleador de indocumentados en centros de detención, incluso sin pago económico de por medio y a pesar de que a empresas privadas prohíbe su contratación, reveló hoy The New York Times.
Según el diario, que citó cifras oficiales, el año pasado 60 mil inmigrantes, la mayoría indocumentados y retenidos en centros de detención a través del país, fueron empleados a cambio de pagos tan bajos como 13 centavos de dólar la hora.
Gracias a ello el gobierno federal y las empresas privadas que manejan estos centros de detención han tenido un ahorro de 40 millones de dólares o más al año.
“En esencia esto convierte al gobierno en el mayor empleador de inmigrantes indocumentados en el país, a pesar de que prohíbe a cualquiera contratarlos”, dijo al Times Carl Takei, un abogado de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU).
El periódico señaló que no todos los inmigrantes reciben pago económico por su trabajo, que incluye tareas como preparación de alimentos para la población carcelaria, lavar baños, limpiar pasillos o atendiendo las lavanderías.
Reveló que inmigrantes detenidos en prisiones locales trabajan gratis o reciben un pago en especie: refrescos y golosinas, y en casos de los centros de detención algunos reciben tiempo extra de recreo.
Aunque las autoridades insisten que este tipo de trabajo es legal, agrupaciones defensoras de los inmigrantes cuestionan si se trata de algo voluntario, acusando al gobierno y las empresas privadas de manipular las reglas que regulan esta actividad.
Citando testimonios de inmigrantes, el rotativo indicó que en Houston, Texas, los guardias de estos centros presionan a los inmigrantes a hacer el trabajo dejado vacante por otros detenidos que se niegan a hacerlo.
La práctica está enfrentando una creciente resistencia por parte de algunos de los detenidos y ha derivado ya en acciones legales.
En abril pasado autoridades migratorias en la ciudad de Takoma, Washington, fueron acusadas en una demanda de poner en confinamiento solitario a inmigrantes después que llevaron a cabo una huelga de hambre en protesta por este tipo de trabajo.
“Ellos están haciendo dinero mientras trabajamos para ellos”, dijo José Moreno Olmedo, un inmigrante mexicano que participó en la huelga de hambre y quien fue liberado de ese centro bajo fianza en marzo pasado.
Pedro Guzmán, un inmigrante originario de Guatemala, detenido por error y enviado a uno de estos centros, dijo que de ganar 15 dólares la hora como cocinero en estados como California, Minnesota, pasó a obtener un dólar trabajando en la cocina de la prisión en la que estuvo confinado 19 meses.
Guzmán reveló al diario que además fue forzado a trabajar con fiebre y cuando llegaba tarde a su turno, los guardias lo amenazaban con enviarlo a confinamiento solitario.
Fuente: Notimex