“El Estado mexicano ha sido amputado”, dice el subcomandante Marcos

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Sobre Peña Nieto diciendo que 2017 ha sido un buen año, “se pregunta si no es alguien a quien le han amputado no sólo la vergüenza y la decencia, también el cerebro, y refleja el síndrome del miembro fantasma: ya no tiene cerebro, pero actúa como si lo tuviera”, dice el Sub.

El subcomandante Galeano (Marcos), del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), afirmó que “el Estado nacional ha sido amputado en la etapa actual del capitalismo y lo que hay ahora es “una banda de criminales sostenida por un grupo armado que se amparará en Ley de Seguridad Interior para que el dolor y la rabia no falten en las mesas cotidianas de México”.

Al participar en el encuentro ConCiencias por la Humanidad, que se lleva a cabo en San Cristóbal, agregó que “ en neurobiología hay una cosa que se llama ‘el síndrome del miembro fantasma’”, que consiste en que “hay percepción de sensaciones de que un miembro del cuerpo humano que ha sido amputado todavía está conectado al cuerpo. Es decir, ya no se tiene la mano o el brazo, o la pierna, o el ojo, pero se ‘siente que sí se tiene’”.

Abundó: “tal vez es una suposición cuando decimos ‘fue el Estado fallido’, ‘Estado fallido’ o ‘narco Estado’, nos estamos refiriendo a una ausencia. Y lo que contemplamos y de lo que nos quejamos no es sino una muestra del ‘síndrome del miembro fantasma’”.

Expresó que “hace unos días el señor Enrique Peña Nieto ha declarado, palabras más palabras menos, que este 2017 fue un buen año para México. Al escucharlo decir esto, uno se pregunta si no es alguien a quien le han amputado no sólo la vergüenza y la decencia, también el cerebro, y refleja el síndrome del miembro fantasma: ya no tiene cerebro, pero actúa como si lo tuviera”.

Galeano agregó que “fiel a su estilo, el Partido Revolucionario Institucional de Acteal (sic), renovó su persistencia delictiva en este sexenio”, pues “no le basta la corrupción rampante, la ineficiencia administrativa, la torpeza diplomática y la frivolidad como estilo de gobierno”.

Aseguró que “el PRI necesita siempre un crimen aterrador que lo mantenga en los parámetros que le dan identidad, color, vocación y proyecto”.

Y como en Acteal, abundó, “las mismas plumas que archivaron en ‘conflicto intertribal’ el asesinato de mujeres, niños y hombres desarmados, para Ayotzinapa construyeron la tesis del ‘enfrentamiento internarcos’”.

Manifestó que “esa curiosa definición de ‘enfrentamiento’ que puebla los tribunales jurídicos y mediáticos del poder: una de las partes está armada y la otra indefensa, pero se trata de un ‘enfrentamiento’”.

Sostuvo que “en el esquema gubernamental, un agotado procurador general de Justicia declaró que los quemaron y ya, a rezar para que no ocurra de nuevo”.

Dijo que “en ese tiempo de la llamada ‘verdad histórica’ un grupo de científicos demostró que no era posible esa explicación, pero el supremo gobierno se mantuvo en su esquema validado por los grandes medios de comunicación”.

Remarcó: “la desaparición forzada de los jóvenes estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa en el estado de Guerrero sigue siendo atribuida a una banda narcotraficante rival, y en torno a ella se construye un esquema de entendimiento de la realidad”.

Aseveró que “el PRI hecho gobierno sostiene, con un cinismo escalofriante, que todo lo que exhibe como lo que es, es decir, un sicario con gabinete graduado en el extranjero, es siempre atribuible siempre al Satán en turno: el crimen organizado en contubernio con un grupo de científicos perversos”.

Afirmó que “el gobierno tricolor confiesa así, con una imbecilidad blindada, que no es responsable de nada, porque él es, en esencia, el crimen organizado”, pero como en Acteal y en Ayotzinapa “hay quien no se resigna, quien no se rinde, quien no se vende, quien no claudica, y, con tierno empeño persiste en la demanda de verdad y justicia”.

El líder zapatista también preguntó a los asistentes al encuentro, que se realiza en el Centro Integral de Capacitación Indígena (Cideci),: ¿Merece el Consejo Indígena de Gobierno la oportunidad de recorrer más lugares, de hablar con más personas, de escuchar más dolores, y en lugar de ofrecer promesas, programas de gobierno y gabinetes, también denunciar un crimen, compartir su explicación de él e invitar a acabar con el criminal? No acomodarlo, no matizarlo, no maquillarlo, no reciclarlo, no perdonarlo, no olvidarlo. No, acabarlo, destruirlo, desaparecerlo”.

Fuente: La Jornada

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