Día del trabajo, salarios de hambre

0

Por Sanjuana Martínez

Román gana 350 pesos semanales despachando gasolina. Cuando lo contrataron, el empresario dueño de una veintena de gasolineras le dijo que su salario dependía de las propinas. Pero durante los últimos tres años nunca ha obtenido más de 500 pesos a la semana, cantidad que resulta insuficiente para mantener a sus tres hijos.

Un salario mínimo de 62 pesos diarios alcanza para poco. Eso piensa José, trabajador en una granja avícola que padece los estragos de la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. Tiene cuatro hijos y apenas puede comprar Maseca, pasta y frijoles. Su dieta consiste en eso, sin carne de res, sin pollo, sin leche, sin harinas, sin arroz…

A los profesionistas tampoco les va bien. Daniela está a punto de graduarse de periodista, pero en el periódico local donde trabaja sólo le pagan cuatro mil pesos al mes. El caso de Everardo, médico general y maestro de la Facultad de Medicina, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, ilustra muy bien  el empobrecimiento de la vida: la máxima casa de estudios le paga 100 pesos la hora de clase.

En la misma situación se encuentran las trabajadoras domesticas. Si les va bien, por ocho o 10 horas de trabajo llegan a obtener 200 pesos. Y la situación es la misma para campesinos, mecánicos, obreros, maestros, secretarias, cajeras, choferes, mensajeros… Actualmente hablar del aumento de los salarios es considerado de mal gusto. Por decreto todo aumenta, menos los salarios. Por esto tenemos el país que tenemos. Grave error.

En el Día del Trabajo, este 1 de mayo, es necesario exhibir las formas de esclavitud que ha ido adquiriendo el sistema laboral en México con salarios ínfimos; salarios que son un insulto a la dignidad de los trabajadores y que sólo generan hambre, marginación y pobreza.

Algo que ha dejado de preocuparle a gobierno y empresarios, a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, que de manera surrealista sigue decretando  incrementos miserables al salario, como el 3.9 por ciento de 2013, que significa 2.43 pesos diarios. Una burla.

Durante los últimos cuatro sexenios, los salarios han sufrido una caída estrepitosa que no deja de aumentar el abismo entre ricos y pobres. La hambruna es producto de la indolencia de los poderes empresariales, gubernamentales y sindicales. Todos por intereses propios de enriquecimiento han provocado la mayor crisis salarial de la historia reciente en México.

El mérito de empresarios, gobierno y sindicatos es haber colocado a la clase trabajadora en niveles insospechados de carencias. Lograron que el poder adquisitivo de los trabajadores fuera rebasado por el incremento de precios. Por tanto, sus aumentos salariales de risa no son suficientes. Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México señala que el poder de compra del trabajador ha caído 80 por ciento.

Y para muestra, aquí están los datos: se requieren seis mil 570 pesos para adquirir una canasta básica, es decir, 3.5 salarios mínimos, según un estudio del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la Universidad de Guadalajara. De 121 artículos básicos, 109 productos (90.1 por ciento) aumentaron de precio.

Además hay que añadirle los gasolinazos mensuales que el gobierno de Enrique Peña Nieto mantiene al igual que su antecesor el panista Felipe Calderón. Y los incrementos a los servicios básicos: luz, agua, gas; y los aumentos a la vivienda, ropa y calzado.

Todos esos incrementos reales, no corresponden con los aumentos de ficción que los señores empresarios en contubernio con los líderes sindicales charros y el gobierno, otorgan anualmente a los salarios.

La manipulación de las cifras y los niveles de inflación por parte del gobierno sirven como maquillaje, pero en la práctica no funciona. La gente tiene hambre, los millones de pobres aumentan de manera vertiginosa.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) señala que uno de cada cinco mexicanos con empleo apenas gana un salario mínimo para vivir  o sencillamente no recibe ingreso alguno. Hay 10 millones 145 mil 865 personas en esa condición y representan el 21 por ciento de los 46.8 millones que conforman la población ocupada de México.

Las cifras desmienten el optimismo teatral de Enrique Peña Nieto. El gobierno ya no puede esconder debajo de la alfombra a los pobres y hambrientos.

El mismo Secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, reconoce que hay seis millones 600 mil trabajadores percibiendo en este momento un salario de hasta 60 pesos diarios. Y no le quedo más remedio que aceptar que en peor situación hay cuatro millones de personas que trabajan pero no reciben ingresos por su labor.

Esto corresponde a la población ocupada, pero en desventaja se encuentran los dos millones y medio de desempleados que oficialmente existen; de los cuales un millón 300 mil son jóvenes. A estos números hay que añadir que hay seis millones 200 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Este tipo de políticas salariales y de generación de empleos sólo provocan desesperación. Por tanto, no es de extrañar el surgimiento de estallidos sociales como al que asistimos en Guerrero con un sector concreto de los trabajadores: los maestros. Estos minisalarios son el caldo de cultivo ideal  para las revoluciones.

La gente desesperada, con hambre y sin salidas laborales se tira al monte. Los empresarios hambreadores pueden estar contentos. Sus raquíticos aumentos salariales están generando un descontento social que al final también afectará sus vidas y las de sus familias. Al igual que los líderes sindicales charros cuya existencia depende precisamente de los empresarios hambreadores, y también a los funcionarios corruptos. A todos, tarde o temprano, les afectará este sistema feudal, injusto, basado en la esclavitud de los trabajadores. Todos son responsables. Recuérdenlo este 1 de mayo y siempre.

Como dijo Kofi Annan: “Donde existe la esclavitud, es negada la dignidad humana, y avergüenza a todos los que dicen ser misericordiosos o comprometidos con los débiles y vulnerables del mundo”.

Fuente: La Jornada

Enhanced by Zemanta

Comments are closed.