Desempleo juvenil: un lastre social

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Por Irene Casado Sánchez*

Cerca de 73,4 millones de jóvenes en el mundo no tienen empleo. Desde el comienzo de la crisis económica el número de jóvenes desempleados ha aumentado un 25% en las economías más avanzadas. Al paro juvenil se suma la precariedad de los trabajos que desempeñan muchos afortunados con empleo.

Entre 2007 y 2013 el número de jóvenes con empleo ha pasado del 44,8% al 42,3% a escala mundial. El aumento de la escolarización coincide con una creciente dificultad para encontrar un empleo por parte de los jóvenes.

A pesar de que esta tendencia varía entre las diferentes regiones del mundo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que el desempleo juvenil continuará aumentando en los próximos años en todo el mundo como consecuencia de la fuerte recesión económica. En 2012 Europa registró una tasa de desempleo juvenil del 18,1%. Una gran parte de los jóvenes que logra encontrar un trabajo lo hace bajo pésimas condiciones laborales. El 25% de los jóvenes trabaja a tiempo parcial, otro 40% trabaja con contratos temporales. La dificultad para encontrar un empleo adecuado a su nivel de formación y la falta de alternativas lleva a muchos jóvenes a aceptar cualquier oportunidad laboral.

En las regiones empobrecidas el paro y la mala calidad de los empleos ofertados son los principales problemas que afrontan los jóvenes. Oriente Medio y África del Norte registraron en 2012 las tasas de desempleo más elevadas. Mientras, Asia Oriental y Asia Meridional cuentan con los registros más bajos de desempleo juvenil. A pesar de que las tasas regionales de desempleo no son muy elevadas, contar con un trabajo en estas regiones es una necesidad imperiosa para muchos jóvenes. No contar con una fuente de ingresos puede ser sinónimo de vivir en condiciones de extrema pobreza.

La tendencia del desempleo juvenil no sólo varía entre regiones, sino también entre los propios jóvenes. En las economías avanzadas, la juventud con un bajo nivel de formación cuenta con menos posibilidades para encontrar un empleo que aquella con alta cualificación. A este desajuste se suma el problema de la “sobreeducación”; “los jóvenes con niveles de educación más altos desempeñan, cada vez más, empleos para los que están sobreeducados”, explican desde la OIT. Un tercio de los jóvenes desempeñan trabajos para los que están subcalificados. Esta tendencia impide a los jóvenes menos formados acceder a aquellos trabajos para los que se encuentran mejor preparados.

Alrededor del 60% de los jóvenes en regiones en desarrollo no cuenta con un trabajo, no estudia y sólo en algunas ocasiones ocupa empleos ocasionales. Esto supone que cerca de dos tercios de la población juvenil no aprovechan su potencial económico. La mano de obra joven es primordial para el desarrollo y progreso; la falta de aprovechamiento del potencial de los jóvenes con empleos acordes a su cualificación es un lastre hacia el progreso.

La importancia del empleo juvenil tanto para el desarrollo de una región como para su mantenimiento, ha llevado a los 185 Estados Miembros de la OIT a unirse en busca de una solución contra el aumento del paro, y el declive de las condiciones laborales a las que se enfrentan los más jóvenes.

Nuevas políticas económicas y laborales que mejoren el acceso a la financiación, iniciativas educacionales y formativas que faciliten la transición de la escuela al trabajo, mejora de las políticas del mercado laboral orientadas a promover el empleo entre los jóvenes más desfavorecidos, o la mejora de los derechos laborales son algunas de las iniciativas propuestas. Éstas deben ir más allá del papel para acabar con la alarmante situación a la que se enfrentan millones de jóvenes a la hora de encontrar un empleo. Jóvenes que son el presente y la esperanza de este mundo a la deriva.

* Irene Casado Sánchez. Periodista

ccs@solidarios.org.es

Twitter: @CCS_Solidarios

 

 

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