Democratizar los medios para existir

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Por César Alan Ruiz Galicia*

En el primer comunicado público del movimiento #Yo Soy 132, se pone de manifiesto su carácter apartidista, plural, ciudadano y de promoción del voto informado, en apoyo de la libertad de expresión y el derecho a la información. La clave de ese documento -ya histórico- es que señala que para democratizar el país es necesario democratizar los medios de comunicación.

Lo que empezó como una intuición brillante se convirtió en la bandera del movimiento y dio paso a nuevas complejidades. Discutir la democratización del sistema de medios es una tarea difícil, porque implica adentrarse en aspectos jurídicos, políticos, tecnológicos, económicos y de teoría de la comunicación. Al ser un tema transversal, exige análisis multidisciplinarios. Se elevó el listón de exigencia al empezar a construir desde una temática un tanto ajena a la mayoría.

Por todo esto, solo un grupo pequeño del movimiento se avocó a dar contenido a esa agenda. Aún hoy existe mediana claridad respecto a su significado y trascendencia en muchos sectores. Podemos afirmar que es una causa que por sí misma no genera emociones movilizadoras, sino que para ser retomada, debe hacer clic con otras luchas que si convocan masivamente. Como otras, es batalla de algunos aunque afecta a todos.

Democratizar el Sistema de Medios es entonces un estandarte que solo agita masivamente como oposición al duopolio televisivo. Sin embargo, es un asunto determinante de nuestras vidas. Tal vez no lo vemos porque es con lo que vemos.

Sin embargo, justo una de las tareas que asumimos es la de transmitir de manera amigable los aspectos fundamentales de la Reforma en Telecomunicaciones y su Ley Reglamentaria, para mantener la atención en puntos clave de su evolución. Vivimos una era de mucha información disponible, pero que se mantiene desenfocada y dispersa. Este espacio es un esfuerzo para mantener la atención sobre tres elementos que convergen en lo que significa el #Yo Soy 132: la democratización del sistema de medios, juventud y movimientos sociales.

Participar en los Medios es una pulsión de vida. Crear contenidos, esparcir nuestras ideas en sistemas altamente virales y expresarnos frente a un auditorio es una necesidad que las gerontocracias periodísticas y las oligarquías políticas suelen negar a la voces jóvenes o disidentes. Si se reúnen esas características, se acumulan desventajas. Pero aquí estamos. El tema es la representación mediática: todo poder requiere pasar por los medios para entrar a las diversas realidades.

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En “Humo de Mariposa” Moshin Hamid nos desliza una frase muy sugerente:cuando un futuro incierto se realiza, se convierte a la larga en un pasado incierto.

Estamos a un año del surgimiento del movimiento. Cuando todo inició, nadie imaginaba su desenvolvimiento ni las conjugaciones posibles que realizó. Hoy mismo, la incertidumbre respecto a lo que aún permanece con vida invita a una reserva prudente.

Muchas cosas se han escrito y se escribirán respecto a su naturaleza, fines, logros y fracasos. Pero la reconsideración de los hechos a la luz de nuevas situaciones es un ejercicio de utilidad permanente.

Entre todas las discusiones, hay una que suele aparecer solo de manera borrosa y que es la fundamental en el largo aliento: si #Yo Soy 132 es un caso aislado o el antecedente de las revueltas del futuro. Aquí expongo solo algunas ideas que, a un año, deben tenerse en cuenta en su reflexión, como el prólogo de lo que nos espera.

Para comprender al #Yo Soy 132 como proceso condicionante y condicionado, hay por lo menos cuatro pautas globales y emergentes a destacar:

1.- Las nuevas tendencias de organización. Hay patrones clave: la formación de redes y la autoorganización -capacidad de un sistema para alcanzar coherencia mediante la interacción de sus partes-. Las Primaveras Árabes, el 15M y #Yo Soy 132 son movimientos articulados en red, sin un hub central (no hay líderes jerárquicos ni fuentes de control de recursos) flexibles y cooperativos. Se habla de “mentes enjambre” -o cluster- y multitudes conectadas, que interactúan sincronizándose en “espacios híbridos” donde van en zig-zag de la realidad física a la realidad virtual. La “identidad conectiva” es fuente de la identidad colectiva.

2.- Las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC) generan dinámicas informáticas y culturales propias. Los nativos digitales -chicos y jóvenes que crecieron con esas herramientas- son más despiertos y receptivos al cambio. Tienen habilidades de manejo y vinculación de datos altamente desarrolladas, que les hacen moverse a otros biorritmos y en multicapas.

3.- Los nuevos movimientos sociales. Son interclasistas y temáticos, centrados más en asuntos concretos -la ecología, los Derechos Humanos, Democratizar el sistema de Medios- que en impulsar proyectos civilizatorios. Buscan influir en las decisiones pero no tienen voluntad de poder-dominio: apuestan por el poder-capacidad. Se agrupan con metodologías de participación más democráticas.

4.- La continuidad de la disputa simbólica. Se replica el objetivo de situar en el imaginario la posibilidad de la rebelión y del cambio para desafiar una hegemonía. Así, podemos tender un hilo que engarza procesos tan disímiles como el de Egipto, España, y México, donde se fraguan circunstancias receptivas a futuros procesos de transformación. Ganar el marco simbólico es preparar el terreno para una correlación más favorable.

Estas tendencias no son positivas por sí mismas. La redes no solo sirven a la resistencia, sino que el poder las utiliza igualmente: son un espacio en disputa. La brecha digital provoca que el derecho a la comunicación sea un privilegio en países con atraso tecnológico. Por otro lado, los individuos de la nueva era ¿son distintos en términos humanísticos? Sin una apuesta cultural radical, cambian los instrumentos pero no las realidades.

Por último, ¿no hay un ánimo de postergación en la elección simbólica que se pone por encima de la lucha franca por la dirección de un proyecto de Estado?

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Gramci define crisis como una lucha entre lo nuevo que todavía no nace y lo viejo que todavía no se muere. Cuando eso ocurre, aparecen resistencias que solo se expresan cuando dos fuerzas antagónicas entran en contradicción. #Yo Soy 132 es por eso un motor de cambio, que contribuye a desatar esa belicosidad entre contrarios: la energía de las posibilidades vs el status quo.

La democratización del sistema de medios como la bisagra para el un futuro democrático es una apuesta de alto nivel. Propone sujetos que escapan de una vida comprimida a la existencia biológica para movilizar cambios profundos. Los que crecimos entre fuegos cruzados, a contrapelo del poder centralizado, tenemos mucho trabajo por delante. En nuestra agenda, lo que sigue es crear otros espacios y nuevos medios. Ahí volveremos. Ahí seremos.

*Integrante de la Mesa de Democratización del Sistema de Medios #Yo Soy 132

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