¿Cuba libre vía Netflix?

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Por Rafael Fernández De Castro

A principios de esta semana el servicio de películas y televisión en línea conocido como Netflix anunció que su plataforma ya está disponible en Cuba para las personas que cuenten con acceso a Internet y métodos de pago internacionales. De acuerdo con un comunicado de la empresa, los usuarios en la isla podrán ver “una selección curada” de contenido que incluye series originales como House of Cards, Orange is the New Black, Marco Polo e incluso documentales políticos como The Square.

El director ejecutivo de Netflix, Reed Hastings, también dijo que a su vez espera sumar a la cultura local y el trabajo de cineastas cubanos a su plataforma digital.

Los medios estadounidenses reportaron la medida como algo revolucionario, sin precedentes, pero con cierto escepticismo.

La decisión plantea varias interrogantes. La empresa intenta cobrar 7.99 dólares mensuales por suscripción. ¿Quién lo podrá pagar si es casi la mitad de lo que gana el cubano promedio? Dado que Google calificó el internet de la isla como el más lento del continente americano, ¿cómo se verán los videos y quién los podrá ver? y ¿cómo funcionará la censura en función de Netflix?

“En este punto, cualquier tipo de censura por el gobierno es especulativo y no podemos responder”, dijo Kari Perez, Gerente de Comunicación y Relaciones Públicas de Netflix para América Latina. “El hecho de hacer disponible Netflix en Cuba es símbolo de nuestra confianza en que las reformas y las restricciones más relajadas por parte de los Estados Unidos van a incentivar inversiones en el país, incluyendo infraestructura”, agregó.

“Es una medida muy poco trascendente, considerando que solo va a beneficiar a una pequeña elite”, señaló el periodista Andrés Oppenheimer. “Sería muchísimo más importante, por ejemplo, que el régimen cubano le permitiera a la oposición política aunque sea un minuto por semana de acceso a la radio, o la televisión”.

La normalización de las relaciones con Cuba es vista por muchos como una oportunidad para que el presidente Barack Obama intente algo nuevo y busque impulsar la democracia y los derechos humanos en la isla. Ahora bien, los críticos han señalado que esto solo ayudará al régimen de los Castro a mantenerse a flote económicamente, sin lograr promover una agenda de mayores libertades.

Guillermo Grenier, profesor del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad Internacional de Florida, dijo que el ingreso de Netflix al mercado “significa que la actitud de los Estados Unidos ha cambiado suficientemente para que los dirigentes de la empresa puedan hacer negocios en la isla”. Grenier considera que al igual que el gobierno estadounidense, Netflix está apostando a que habrá cambios importantes en Cuba.

“Se trata más de una medida simbólica”, explica Homero Campa, autor del libro La conexión México-La Habana-Washington. No será un éxito económico para la empresa por ahora y tampoco representa una invasión cultural. “En Cuba se ve mucho cine estadounidense desde hace décadas”, dijo.

“Durante los años ochenta y noventa era un clásico ver la película de sábado por la noche – la gran mayoría producciones de Hollywood – transmitidas por los canales de CubaVisión y Tele Rebelde”. Campa comenta que desde hace varios años los cubanos también reciben señales de Estados Unidos vía antenas parabólicas para ver series de televisión pero sobre todo deportes como el béisbol. “A su vez los familiares y amigos de Miami llevan DVDs al visitar la isla y este tipo de productos culturales llevan circulando por un buen tiempo”.

Sanja Kelly, directora de Libertad en la Red, una organización que busca combatir la censura en internet alrededor del mundo, concuerda con Campa y dice que la medida de Netflix es “sumamente simbólica” y no un modelo de negocios ya que incluso los cubanos que tienen acceso a internet –alrededor del 5%- lo hacen en la red cubana, con acceso a un sistema nacional de correo electrónico y medios nacionales. De acuerdo con Kelly, muy pocos pueden tener acceso a sitios web internacionales debido a los límites impuestos por el gobierno y el costo. “Tener acceso a sitios web domésticos cuesta 0.60 dólares la hora y si es internacional alrededor de 4.50”. Los usuarios privilegiados usualmente son funcionarios del gobierno, extranjeros o turistas. Sin embargo, si las cosas cambian en el futuro, Kelly reconoce que “Netflix tendrá una ventaja competitiva”.

“No creo que Netflix como compañía esté interesada en impulsar más libertades. Sin embargo, hemos visto a través de la historia que las películas y el arte pueden tener mucho poder como fuerza democrática”, dijo Kelly. “Desde esa perspectiva, al dejar que los cubanos estén expuestos a más cine internacional, ideas, y otra manera de vida, podría contribuir a propagar más libertad”.

Cualquiera que sea la intención de Netflix –negocios a largo plazo o buena publicidad inmediata- una nueva dosis de poder blando estadounidense podría ser uno de los factores más importantes para impulsar la agenda de apertura que busca Obama en Cuba. El poder suave, es decir el de la cultura e ideas a través del cine y otros medios de comunicación, es sutil pero altamente disuasivo. Fidel y Raúl lo saben bien: como guerrilleros una de las armas que usaron en contra el gobierno de Batista fue la comunicación de un nuevo paradigma socio-económico a través de la radio.

Natalia Martínez, ejecutiva de la red Raíces de Esperanza, un grupo de estudiantes que apoya a la juventud cubana, cree que los cubanos ya están innovando, con o sin plataformas como Netflix, para burlar las restricciones del gobierno.  Explica que ya existe una economía informal de contenido y entretenimiento en la isla, con base en terabytes, mediante memorias USBs (dispositivos portátiles de almacenamiento de datos) y CDs, entre otros. “Hay mucha más gente que tiene acceso a un puerto USB que al Internet”, dijo.

Martínez, sin embargo, considera que Netflix puede contribuir a romper una “barrera psicológica” junto con otros medios. Señala como la red social Twitter recientemente agregó a Cuba a su lista de países que los usuarios escogen al registrar una cuenta. “Parece un detalle simbólico minúsculo, pero muchos jóvenes cubanos han expresado que no tener la posibilidad de declarar a su país cuando se registran a esta red social, los hace sentir aislados y carentes de reconocimiento, por lo que de alguna manera estos gestos simbólicos tienen un peso importante”.

En síntesis, parece que no habrá un cambio radical con la llegada de Netflix a Cuba a pesar del entusiasmo mediático con la que fue recibida la noticia. Los actos simbólicos que puedan emprender otras plataformas como Twitter, Facebook o YouTube tampoco representarán una amenaza para el gobierno de Raúl Castro. La verdadera transformación yace en lo que permite a todas estas plataformas operar: la infraestructura de Internet.

Obama está quitando las restricciones para que empresas estadounidenses puedan exportar software y hardware con miras hacia mejorar la infraestructura de internet en la isla. El Internet ya fue tema en la primera ronda de platicas que sostuvieron ambos gobiernos y será prioridad, por lo menos para la administración de Obama, de lograrse una nueva agenda bilateral.

Aún está por verse si el gobierno cubano en verdad permitirá un mayor desarrollo a pesar de que en su discurso del 17 de diciembre Raúl Castro llamó al gobierno estadounidense a remover obstáculos que han deteriorado las telecomunicaciones en la isla.

Si los Castro se descuidan un poco, un cóctel de regulaciones más relajadas en lo referente a la red, mejor infraestructura y mayor acceso podría constituir el verdadero detonante de cambio. Cuba libre vía Internet.

Fuente: Letras Libres

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