¿Crímenes desde el poder?

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Por Manuel J. Clouthier

Era 1998 y nos reunimos el entonces candidato a gobernador Juan Millán y yo en un restaurant frente a las oficinas del PRI en Culiacán. Llegó apurado pero soberbio, como quien viene de un acto de campaña que le fue bien; “vengo de un evento sobre seguridad y tuve que decir que profesionalizaría los cuerpos policiacos; pero eso no sirve. ¿Cómo verías, Manuel, escuadrones de la muerte?” Me espetó.

Me quede atónito y me lo notó, por lo que rápidamente intentó justificar su comentario, que a los malos no se les puede tratar como buenos, argumentó mientras yo permanecía callado y pensando: ¿será broma? ¿Estará hablando en serio? ¿Querrá asustarme? ¿Intimidarme? ¿Me estará amenazando? ¿Me estará grabando? Después de un prolongado silencio y de escuchar sus justificaciones, le contesté: ¡No estoy de acuerdo! No estoy de acuerdo, repetí, y le dije: “Mira Juan, cuando alguien empieza a jugar a Dios, es decir, a decidir quién vive y quién muere, tarde que temprano lo aplica contra el disidente, y el disidente soy yo. Entonces no estoy de acuerdo”, concluí.

La anécdota viene a colación porque en lel país existen muchos crímenes que se presumen desde el poder. Como dicen los abogados, de manera enunciativa, más no limitativa, están los casos en la elección de 1988 de Francisco Ovando y Román Gil, y algunos señalaran el de Maquío, en 1989. En 1994: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, por mencionar algunos del ámbito nacional.

En Sinaloa, este 17 de febrero se cumplirán 10 años del asesinato de Jorge Chávez Castro, que fue acribillado en el2003, siendo gobernador Juan Millán. Chávez Castro, connotado príista, había sido presidente municipal de Culiacán, procurador general del estado, consejero del Patronato del Tec de Monterrey en Sinaloa, y de otras instituciones sociales, y presidente del Consejo Estatal de Seguridad. En ese mismo sexenio fue asesinado Jorge Aguirre Meza, prestigiado defensor de derechos humanos.

En el sexenio de Jesús Aguilar Padilla (2005-2010) fue asesinado el diputado local panista Saúl Rubio, el periodista y entonces vocero del Operativo México Seguro Óscar Rivera, así como Ricardo Murillo, destacado miembro del Frente Cívico Sinaloense, que preside mi amiga y luchadora social Meche Murillo. Y en el actual sexenio, del gobernador Mario López Valdez, han sido asesinados Luis Pérez Hernández, especialista en espionaje y ex director de gobierno en el sexenio de Juan Millán. También el periodista del diario digital A Discusión Humberto Millán, así como a Francisco Fuco Urrea, abogado y conocedor de las áreas de seguridad. Todos estos casos, víctimas de la violencia local, tienen dos posibles características: eran gente que sabía mucho, es decir, tenía mucha información, o eran gente que había desafiado al poder, por lo que en ambas opciones representaban amenaza. Y en todos los casos sus crímenes se mantienen en el olvido por las autoridades, se mantienen en la impunidad. También con estos asesinatos se mandó un mensaje a la sociedad para atemorizarla, por lo que no sólo las autoridades, sino también la sociedad ha mandado estos crímenes al olvido.

Recientemente me visitó un emisario que a resumidas cuentas me dijo lo siguiente: “Te respeto y te admiro mucho, por lo que creo que pudieras influir más bajándole de huevos”. Después me dijo que es compadre del ex gobernador Juan Millán y finalmente, como me “admira” mucho, me regaló un CD que contiene canciones de su propia inspiración, no sin antes recomendarme la pista 4, que versa sobre un señor que salió de su casa y ya no regresó porque lo mataron. Me dedicó el disco con la siguiente leyenda: “Manuel, adelante con toda la fuerza”.

Hoy lo que me queda claro es que yo sigo siendo uno de los disidentes en Sinaloa, que hay indicios de que persisten los escuadrones de la muerte, y que estos crímenes permanecen impunes.

Fuente: El Universal

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