Crimen S.A.

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Por Epigmenio Ibarra

¡Terrorismo! gritan histéricos quienes no tienen idea de lo que eso significa o teniéndola mienten descaradamente.

¡Terrorismo! gritan esos qué, como son incapaces de obtener una victoria democrática, quieren que el país se incendie y trabajan afanosamente avivando el fuego, para que, las llamas que consumieron unos vehículos en la frontera norte, se extiendan (así sea solo en el papel o en la pantalla de TV) por todo el territorio nacional.

¡Terrorismo! Gritan esos que quisieran qué, desde Washington vengan a salvarlos, de Andrés Manuel López Obrador y la 4ª Transformación, la caballería blindada con toda su parafernalia de la muerte y esos juguetes que tanto gustan a Felipe Calderón.

Y lo dicen como si Washington, en donde nació la guerra contra la droga qué, más de un millón de muertos ha costado a América Latina, y la guerra contra el terrorismo qué, ha ensangrentado al mundo entero, hubiera salvado alguna vez a alguien.

Cómo si ambas guerras, para ese país que, es al mismo tiempo, el mayor mercado para consumo de estupefacientes y el mercader de armamento más importante del mundo, no hubieran estado, tantas veces hermanadas, en una sola empresa de carácter, más que político, comercial.

¿Qué otra cosa, sino un negocio sucio de la CIA, fue Air América, que operó en Laos durante la guerra de Vietnam?

¿Y el intercambio de droga colombiana para el mercado estadounidense por armas para la contra nicaragüense?

¿O la guerra en Afganistán convertido durante la “ocupación” aliada en el mayor productor de heroína del mundo?

¿Qué sería, por otro lado, de los Estados Unidos sin la droga de la que viven y por la que viven millones de personas?

¿Cómo podría mantenerse la paz social en ese país erizado de fusiles?

¿Cómo se sostendría su economía sin el dinero del narco?

¿Y sin el miedo al enemigo externo?

¿Sin la amenaza constante de Moby Dick, de la que hablaba Carlos Fuentes, como mantendría Washington el control de ese país?

Invocar, como lo están haciendo los opositores y sus voceros, el espíritu vengador y mesiánico de la gran potencia, hablar de “terrorismo” y añadir el miedo al odio que ya sienten por “los otros” -que somos nosotros- los norteamericanos más conservadores, no solo es falaz e irresponsable. Es suicida.

Propaganda es lo que hizo el Narco en varios estados del centro y la frontera norte. Solo propaganda con unas cuantas armas, un puñado de hombres y unos bidones de gasolina.

Propaganda es la que hace la derecha conservadora al tratar de sacar raja política de estos lamentables sucesos. Solo una minoría, a la que la rabia y el resentimiento ciegan, se cree eso de que somos un país a la deriva al que urge “salvar”.

Lo cierto es que unos, los capos, buscan defender a cualquier costo su negocio y otros, los opositores más irracionales y fanatizados, quieren, también a cualquier costo; incluso el de la paz y la soberanía, “recuperar la plaza”.

Más que compartir un objetivo político común comparten un propósito comercial. No debe descartarse el hecho de que, en defensa de sus fuentes de ingresos- la droga para unos, el poder político para los otros- pueden actuar, incluso, de manera coordinada.

Socios, cómplices más bien, han sido durante décadas; no existirían los unos sin los otros. Los mueve la plata, se sirven del plomo. Se nutren ambos de la corrupción y a ambos los sostiene la impunidad.

Representan, capos del crimen organizado y gobernantes y políticos corruptos del viejo régimen, la forma más descarnada, despiadada y vulgar, eficaz y rentable del neoliberalismo. Son el Crimen, S.A.

@epigmenioibarra

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