Así operaba Eduardo Vargas, El Negro, en el Valle de Juárez

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“Es un hombre que sembró el terror en el Valle de Juárez; comunidades completas quedaron vacías porque la gente huyó del grupo criminal que encabezaba”. Así describe el fiscal estatal, Jorge González, a Óscar Eduardo Vargas Romo, uno de los líderes del cártel de Sinaloa capturado en Sonora, donde se refugiaba para escapar de las fuerzas policiacas.

Conocido como ‘El Negro’, las autoridades de Chihuahua y la Procuraduría General de la República (PGR) estiman que en los últimos tres años mandó matar a por lo menos 200 personas, entre integrantes de bandas rivales, civiles que no le pagaron extorsiones e, incluso, miembros de su grupo criminal que lo desobedecieron o realizaron mal alguna tarea que le fue encomendada.

Vargas fue el pupilo más destacado de Gabino Salas Valenciano, lugarteniente de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera en Juárez.

De Salas, alias ‘El Ingeniero’, aprendió los secretos de la mafia: a traficar drogas a Estados Unidos, secuestrar y extorsionar, pero sobre todo a matar sin piedad. Cuando ‘El Ingeniero’ fue abatido en 2013, ‘El Negro’ ocupó su lugar y siguió con la estrategia de mantener el miedo en la región.

La primera vez que los medios de comunicación supieron de él fue el 28 de enero de 2012, cuando un escueto boletín de la policía municipal daba a conocer que quien dijo llamarse Juan Vargas Romo —las fotografías demuestran que es la misma persona— fue detenido junto con otro hombre.

Esa tarde los policías detectaron dos autos robados afuera de un domicilio en Ciudad Juárez; al acercarse para una revisión, se toparon con Vargas, quien salió armado con un rifle de asalto y comenzó a dispararles, dispuesto a perder la vida en el enfrentamiento.

En la refriega resultó herido de bala: en el lugar encontraron armas, droga y autos robados. Inexplicablemente, unos meses después salió libre, a pesar de disparar a los oficiales, pero la confrontación le valió para demostrar a sus superiores en el grupo criminal que no le temía a nada y que se “la rifaba con cualquiera”.

Al año siguiente, ‘El Ingeniero’ murió en un tiroteo con agentes ministeriales; la organización decidió que Vargas Romo tomara el mando, con apenas 25 años de edad.

Territorio controlado

‘El Negro’ se encargó de controlar el Valle de Juárez, que comprende una parte rural del municipio de Juárez y los municipios de Praxedis y Guadalupe Distrito Bravos, una zona propicia para el trasiego de drogas a Estados Unidos dada la colindancia de más de 100 kilómetros divididos por el río Bravo.

Por brechas inhóspitas, el cártel de Sinaloa transportó toneladas de droga al vecino país, al tiempo que extorsionaba a los comerciantes de los pequeños pueblos ahí asentados.

El expediente de Vargas destaca que reunificó a diversas células del cártel de Sinaloa que mantenían disputas internas, paralelamente reclutó a miembros del cártel de Juárez, quienes vieron una oportunidad de pertenecer a un grupo criminal caracterizado en ese momento por su crueldad y poderío.

Uno de los casos emblemáticos en los que la banda de ‘El Negro’ sembró el terror es el de Elmer García Archuleta, un reconocido activista social, estudiante de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y conferencista, así como dos de sus primos. En diciembre pasado los tres fueron secuestrados y se pidió un rescate de mil dólares por cada uno; sin embargo, en un juicio penal se supo que los asesinaron inmediatamente y para cuando pedían el dinero ya estaban muertos.

Otra historia de sangre fue el ataque en una reunión en la que se celebraba el triunfo de un equipo de béisbol de barrio. La noche del 22 de septiembre de 2013 en una vivienda ubicada sobre la carretera Juárez-El Porvenir, 10 personas murieron acribilladas: seis hombres jóvenes, tres mujeres adultas y una niña de siete años. Los sicarios de ‘El Negro’ los mataron a quemarropa mientras festejaban haber ganado el campeonato en una liga juvenil.

“Mucha gente salió huyendo de la región; incluso, varias familias completas que pidieron asilo político en Estados Unidos por miedo a que esta banda les hiciera daño”, narra el fiscal.

Vargas se convirtió, así, en uno de los hombres más buscados por las autoridades. En las últimas semanas fueron detenidos 13 de sus más cercanos operadores; al irse acortando su círculo de seguridad, decidió huir al estado de Sonora.

En la ciudad de Hermosillo parecía que podría permanecer sin que el gobierno lo atrapara, pero su grupo criminal decidió que no debía seguir con vida: la noche del 23 de febrero fue emboscado por una célula del mismo cártel al que pertenecía, revela el expediente, y sus otrora compañeros lograron matar a sus dos más cercanos colaboradores y amigos de toda la vida, los hermanos Leonardo Rubén y Jesús Manuel Morales Rodríguez, pero Vargas sólo resultó herido.

Fue internado en el Hospital Regional de Sonora, de donde al día siguiente se retiró por la puerta principal, ya que las autoridades locales no le pusieron vigilancia.

“Huyó sin ningún problema, y contrató a un médico que lo operó en una casa de vigilancia. Como consecuencia del atentado, perdió el ojo derecho”, explica Jorge González.

La aprehensión

La intervención de un equipo especial de inteligencia de la Policía Federal permitió que fuera capturado un mes después y fue trasladado de inmediato a Chihuahua.

En la Fiscalía de Chihuahua han confirmado 13 casos de homicidio y aunque esa cifra es suficiente para condenarlo a cadena perpetua, el expediente sigue abierto, en espera de poder fincarle más cargos.

Al ser presentado ante el juez, el joven de 27 años llegó vestido con el uniforme gris característico de las cárceles estatales. Su actitud fue pasiva, aunque con el rostro desencajado.

Sólo habló para pedir al juez que “por favor ordenara que le quitaran las esposas de pies y manos”, ya que las llevaba puestas las 24 horas del día; incluso, para bañarse. La voz apenas se le escuchaba cuando le dijo al juez que tenía miedo de ser asesinado en la cárcel. Era difícil pensar que se trataba del mismo hombre que salía con metralla en mano a enfrentar policías.

Fuente: El Universal

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