Al César lo que es del César. Y a Dios lo que es de Dios…

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Por Francisco Javier Pizarro Chávez

El jueves de esta esta semana que concluye el presidente de la República presentó en su conferencia matutina, la “Guía Ética para la transformación de México”, que será entregada a ocho millones de adultos mayores; la cual, dijo su vocero, Jesús Ramírez Cuevas “es una referencia, no una ley ni norma jurídica”.

El presidente por su parte, subrayó que su finalidad era “reafirmar, promover y fortalecer los valores, así como procurar el bienestar material y del alma”. Y agregó: “Desde hace mucho tiempo hemos sostenido que la crisis de México no solo es una crisis económica, inclusive no solo una crisis de bienestar material, sino también una crisis por pérdida de valores, culturales, morales y espirituales. Por eso se habló de una república amorosa y de la felicidad como fin último de gobierno y se habló de tener una constitución moral “, que propuso el 26 de nov. de 2018, al inicio de su mandato.

Es por demás evidente, que Amlo está apelando a fortalecer el comportamiento social con apego a los principios y valores éticos como la honestidad, la dignidad, el respeto, el perdón, la verdad, la fraternidad y la felicidad, lo que me parce loable.

Lo que me parece incorrecto e inapropiado, es que a la par, ensamble subrepticiamente creencias y concepciones religiosas acerca de la espiritualidad y la divinidad a la “Guía Ética para la transformación de México”

 No es una especulación.  En lo que va de su gobierno, se han realizado más de 50 foros y mesas de diálogo sobre temas de ética y moral, en 13 de los cuales participaron 18 iglesias lo cual, por donde quiere que se les mire, vulnera el principio de laicidad normado en los artículos 24, 130, 40 y tercero, de la Constitución de la República.

Es por ello, que desde el inicio de la consulta de la “Constitución Moral”, hoy definida como Guía “Ética para la Transformación de México”, me he preguntado cuál consciencia social pondera más el presidente: la valorativa o la cognoscitiva.  No me cabe ya la menor duda, que la conciencia valorativa, –que es por supuesto respetable — pero ajena al conocimiento de la realidad objetiva del ser social y también del sentido común.

El mandatario, está convencido que las tres virtudes teológicas, Fe, Esperanza, Caridad, son las que pueden atemperar la crisis moral y espiritual prevaleciente de millones de ciudadanos, es una mezcla entre Religión y política, como bien dicen el sociólogo Roberto Blancarte y el maestro en sociología del Catolicismo Contemporáneos por la Escuela de Altos Estudios Sociales de Paris, autores del libro “AMLO y la religión”, en el cual se preguntan con plena razón  ¿ Tiene un proyecto político-religioso para purificar y salvar al país de la corrupción, del atraso y la violencia? Todo indica que sí.

Ciertamente esos dogmas religiosos pueden contribuir en lo espiritual a fortalecer la moralidad de los ciudadanos, pero en modo alguno, pueden ser los cimientos de la reconstrucción del tejido social y la consolidación de la 4t Transformación.

Eso es harina de otro costal que abordaremos en otra entrega. El presidente, en principio, debe hacer caso de la clásica moraleja: Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, que deja en claro el Estado laico sujeto a las leyes de la Carta Magna y el de la obediencia a la autoridad de Dios desde la fe religiosa, son dos planos diversos e incluso contraproducentes.

 Veremos y diremos en que termina esto.

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