¿Ahora sí harán algo en Loma Blanca?

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Por Luis Javier Valero Flores

La masacre del domingo anterior, en la fatídica zona del Valle de Juárez, así como los ominosos mensajes dejados al día siguiente, hasta 8, en distintos lugares aledaños al lugar del multihomicidio, y las informaciones de la emisión de diversas amenazas con motivo de los sepelios, vinieron a retrotraernos al pasado inmediato, ese de cuando esta zona se convirtió en la más peligrosa del mundo, por encima de Juárez y de la capital chihuahuense, y develó cuán desguarnecidos estamos frente a los grupos del crimen organizado.

Más aún, mostró, otra vez, la carencia de una estrategia del Estado mexicano para enfrentar el flagelo del tráfico de drogas, no solamente en el resto del país, sino, fundamentalmente en el otrora riquísimo Valle de Juárez, que alguna vez fue la capital mundial de la producción de algodón.

Duele, también, la ausencia del gobierno, así, en toda su acepción, no solamente por la necesidad de una mayor y mejor vigilancia, sino por la carencia de programas gubernamentales dirigidos a paliar la pobreza, la escasez de empleos y oportunidades en la zona.

La pobreza está en todos lados, en el lugar de la celebración de los jugadores y sus familiares, en los sepelios, en las casas, y encima de ella, la violencia, el tráfico de drogas, la ruptura de todo el entramado social, ése que, a pesar de todo, la gente intenta mantener por distintas vías y cuyas evidencias se asoman trágicamente en los relatos de los familiares, como el caso del jovencito que después de hacer sus tareas escolares se fue al festejo; o el del hombre, separado de su mujer, que acudió al juego y a la fiesta del equipo de su hijo, o en las múltiples muestras de solidaridad de los vecinos para afrontar el velorio.

La pobreza en todas sus manifestaciones, de ahí que la actividad de los cárteles del narco sea casi connatural; al no haber más oportunidades, con unos cuantos dólares, o, en el peor de los casos, con unas cuantas dosis de droga, un buen número de jóvenes -y algunos no tan jóvenes- se emplean para trasladar mercancías ilegales a ambos lados de la frontera, que aquí posee una “extraña” porosidad; todo pasa, nada se detiene, ni de este lado, ni de aquel. ¿O esa será la estrategia gubernamental?

De ahí la mortal confrontación de los cárteles por hacerse del control de la zona, una vez llegada a la etapa en la que no pudieron convivir haciendo negocios en esta parte de la frontera norte de México.

Lo anterior no intenta asentar que alguna de las víctimas estuviese involucrada en tales actividades, sino intentar comprender el entorno en el que se dan estas tragedias pues el hecho real es que en esa zona prevalece una inaceptable impunidad para los delincuentes.

Evidencia de tal aserto lo es, no solamente el multiasesinato, sino el anuncio de que toda la zona estaría fuertemente resguardada en las horas siguientes a la tragedia. Pues a pesar de tal despliegue de fuerza, un grupo criminal, presumiblemente el identificado con “El Chapo” Guzmán, -por lo menos así lo podemos concluir, si damos por legítimos los mensajes- pudo dejar por escrito su confrontación con el otro, el de “La Línea” y en los que se identificaron con quien supuestamente fue su dirigente, -Gabino Salas Valenciano-, hasta su muerte, ocurrida apenas unas semanas atrás, en condiciones verdaderamente confusas hasta hoy y que nos llevan a mensajes, casi con los mismos textos, dejados en distintos lugares de Juárez, cuando la matanza estaba en todo lo alto.

Duele extraer textos escritos no hace mucho. En agosto, a propósito de la muerte de Salas Valenciano (“Todo igual que ayer”, El Diario, 11/VIII/13), esto asentamos:

“La agencia Strattfor asegura que en toda esa zona ya había alcanzado la hegemonía el grupo del Chapo Guzmán, y que eso explicaría la abrupta disminución de la ola homicida, de ahí que Salas Valenciano se hubiese erigido como el ‘hombre fuerte’ del Valle de Juárez. Si tales informaciones son ciertas, entonces concordarían con la versión de la gente de Praxedis G. Guerrero que era perseguido, no por las fuerzas del orden (por lo menos, no uniformadas) sino por integrantes del grupo rival, quienes ahí lo abatieron, lo que nos llevaría a la conclusión que la ola homicida puede agravarse en los próximos días”.

¿Ahora sí harán algo?

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