Un PRD que nunca habíamos visto

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Por Alejandro Páez Varela

Será imposible que lo nieguen. Entre todos saben la verdad: las cinco principales tribus del Partido de la Revolución Democrática (PRD) comen de la mano del PRI, de sus Secretarios de Estado y del Presidente Enrique Peña Nieto.

No es sólo en el Pacto por México. Los distintos grupos, con la anuencia de su dirigente nacional –quien también ocupa una o varias sillas en las muchas mesas desplegadas– ahora conceden, negocian, dialogan. Como lo hizo en su momento el monstruo conocido como Partido Popular Socialista (PPS); como lo hizo también esa basura electoral identificada como Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN).

Unos tienen la mesa instalada en la Secretaría de Desarrollo Social, con Rosario Robles. Otros abrieron un canal con la Secretaría de Hacienda, directamente con Luis Videgaray Caso. Unos más tendieron lazos con el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Y está, por supuesto, la línea directa con Presidencia de la República.

Es algo que no se había visto, quizás, desde que el PRD es PRD.

No sucedió en el sexenio pasado, con Felipe Calderón. No sucedió antes, con Vicente Fox; o con Ernesto Zedillo y mucho menos con Carlos Salinas de Gortari.

Lamento decir que esto no es un “punto de vista”: esto es una realidad. Y esta realidad tendrá consecuencias.

Esto no es un “punto de vista” –insisto–: es el efecto (defecto) de dos realidades.

La primera es la debilidad por el poder. Jesús Zambrano y Jesús Ortega tienen camino andado en eso. Se hacen llamar “izquierda conciliadora” pero son otra cosa. Piensan con la palma de la mano abierta hacia arriba.

La segunda debilidad es el mismo Miguel Mancera. Su ambigüedad; su “soy ciudadano” pero “compito por el PRD”; su creciente cercanía con el PRI. También él, con una posición tan parecida a la de “Los Chuchos”, ha abierto la puerta a la jauría de negociadores-dialogantes que, claro, ya se salieron de control.

Y el PRI feliz. El PRI contento.

A diferencia de Mancera, de quien guardo cierta esperanza de que entienda la gravedad de que el país pierda a su oposición (PAN incluido), con Jesús Zambrano no tengo esperanzas. Quisiera decir otra cosa, pero no. Y los hechos me dan la razón. El daño es ya mayúsculo, y más grande será con los días. Ya lo verán.

Hortensia Aragón Castillo decía, la semana pasada, que el PRD de Chihuahua decidió ir en alianza con el PRI –hecho inédito que me tiene con la boca abierta y eructando “PFCRN”, “PPS”– porque Zambrano tiene una alianza “de facto” con el PRI vía Pacto por México.

Esa es la puerta visible de las muchas puertas que la gestión de Zambrano ha abierto. Es sólo una.

(Los perredistas de Chihuahua, aliados con el PRI, hágame usted el favor. No salgo de mi asombro. Izquierda podrida. Se le olvidó que en esas tierras derramaron su sangre, hace menos de 50 años, Arturo Gámiz García, Pablo Gómez Ramírez, Emilio Gámiz García, Antonio Scobell, Óscar Sandoval Salinas, Miguel Quiñones Pedroza, Rafael Martínez Valdivia y Salomón Gaytán. Campesinos, obreros, maestros. ¿Lo recordarán? Allí está, en Wikipedia: 23 de septiembre de 1965).

Ahora, el PRD de Chihuahua se alía con los verdugos de las causas sociales. Todo por dinero (no perder el registro y, por lo tanto, no perder las prerrogativas). Todo porque se puede. Todo porque ya encontró justificación: que Zambrano abrió la puerta a esas alianzas con el Pacto por México.

Las otras puertas abiertas por Zambrano son las que usan las tribus para negociar directamente con Secretarías de Estado. ¿Qué negocian? Usted se podrá imaginar. Y si imagina dinero –vía partidas, vía dispensas, vía programas– imagina bien. Imagina conmigo, por lo menos.

Dinero es poder. Dinero es control. Dinero, dinero, dinero.

El PRD, desde que es PRD, con su peor rostro.

@paezvarela

www.alejandropaez.net

Fuente: Sin Embargo

 

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