Ritual de la felicidad

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Por José Carlos García Fajardo*

Dado que la felicidad no existe, sino que existen personas y momentos felices, es bueno celebrar estos pequeños ritos que dan sentido a nuestro vivir. Aunque la vida no tuviera sentido, tiene que tener sentido vivir, respondió André Malreaux  al General De Gaulle cuando le reprochaba, compasivamente, su falta de fe para afrontar la trágica muerte de su hijo,

Los ritos son necesarios, dijo el zorro a su nuevo amigo. Son lo que hace un día diferente a otro día, y hacen de cada instante una celebración. Es una de las primeras palabras que mis nietos aprenden en griego: “Eujaristés”. Celebremos la vida, la naturaleza, los anhelos, los encuentros y sabernos Uno con todo cuanto existe o es, aunque no exista.

Es lo que el Maestro Raimon Panikar nos recomendaba; Sé tú mismo, keep yourself together, cae en la cuenta, despierta, sábete.

También a mis nietos les enseño la primera palabra en hebreo; “Lejaím!” “Por la vida”. Y aunque desconozco esa maravilla de los ideogramas chinos, cuando alguno de los niños se cae saben repetir con Chuang Tzú: “Recuerda, cuando caigas, que el suelo te ayudará a levantarte”.

Ayer ya pasó, mañana es una hipótesis, lo que cuenta es aquí y ahora. Amanecemos cada mañana y nos realizamos, suave pero con firmeza mediante los ritos. Un amigo muy querido, me los ha enviado en deliciosas dibujos. “Cuando los vi., recordé lo que vengo escuchándole desde  hace años”. Helos aquí, pero sin la gracia del comic:

“Levántate temprano”, y a la hora que hayas decidido la víspera.  “Visualiza el día”, mientras te aseas, te vistes y te desayunas. Alza tus manos, aunque sea mentalmente, y ofrécete por la vida bajo esta decisión “Me querré mucho”. “Persigue tus sueños”, tus anhelos, tus proyectos distinguiéndolos de las fantasías y de las quimeras. Cuando una persona cabal anhela algo apasionadamente termina por conseguirlo, Subrayo lo de cabal. “Medita a diario y escucha música”, No sabría comenzar el día o templarlo durante la jornada, sin sentarme en silencio o pasear dejándome afectar por lo que percibo o siento. Hacer silencio es el origen de toda sabiduría, y respirar como es debido. Nada de mentes en blanco ni vacías; tú te sientas como es debido, respiras adecuadamente y que pasen los pensamientos; como el monte Fujiyama, afirmado en tierra y ya pueden soplar vientos, descargar tormentas o caer nevadas, Ni se inmuta. Recordemos que cuando preguntaron a un escultor por qué las imágenes del Buda mostraban un esbozo de sonrisa, respondió: “Sonríe porque recuerda todo lo que Sidartha tuvo que padecer en busca de un “camino” que tenía bajo sus pies. Se ríe de sí mismo, pero sin enojarse”.

Después vienen unas viñetas de una sencillez conmovedora: “Crea hábitos saludables”, “regálate tiempo”, “rodéate de tus seres queridos” y “sonríe”. Sonríe siempre. Regálate a ti mismo y estarás regalando a cuantos se relacionen contigo, amigos, familiares, maestros o discípulos. Un día me comentó un colega  profesor universitario de Psicología, y sacerdote jesuita “Nos han dicho; amarás a tu prójimo como a ti mismo… ¡pues van dados porque nadie nos enseñó a querernos!”. Esa es la asignatura pendiente, querernos, aceptarnos, perdonarnos, reconocernos y ser coherentes con nosotros mismos en la realidad presente.  Cuántas veces habremos de recordar que la virtud más eminente es hacer, sencillamente, lo que tenemos que hacer.

Y crear con firmeza, constancia y mansedumbre, hábitos saludables que reemplacen a los contrarios, por fragilidad, descuido o torpeza. Un hábito no se arranca por una decisión repentina, a ésta tienen que seguirle actos adecuados hasta que se conviertan en hábitos. Aviso: No se aflijan, aunque hayan pasado años sin nadar, sin montar en bici o a caballo, o dejado de practicar algo que se consiguió con método y hasta con entusiasmo y esfuerzo… cuando uno lo reemprende, costará algo al principio pero se recuperan las calidades de antes pero adaptadas a la realidad presente. Lo mismo sucede en la vida espiritual, artística o profesional; cuanto de más arriba caiga  la bola, más alto será el rebote.

Las cinco últimas son para una muy larga sobremesa: “Aprende algo nuevo”; “da, recibe y agradece”; “haz lo que amas y ama lo que haces”.

Y como remate, “¡Celebra tus logros!”

* José Carlos García Fajardo. Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Director de Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

ccs@solidarios.org.es

Twitter: @CCS_Solidarios

 

 

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