¿Quién destruyó la verdad? ¿La tele o las redes?

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Por Sabina Berman

La respuesta es ésta: la tele y las redes.

Sucedió así.

Para empezar, la verdad completa nunca apareció en nuestras pantallas, y eso por gracia de nuestros gobernantes. Salvo Vicente Fox, ningún presidente en nuestra historia ha creído en la virtud de una prensa libre. Al contrario, han creído que gobernar es censurar.

Así las cosas, salvo honrosas y esforzadas excepciones, los medios tradicionales, tele y prensa escrita, no lograron liberarse de la sujeción de los gobiernos.

Digan lo que digan sus directores, presuman lo que presuman los políticos, hoy vivimos bajo el modelo más perverso de sujeción de la verdad, el que inventó el priismo en el siglo XX.

Con una mano el gobierno amaga golpes, y los da, duros, a quienes revelan las verdades verídicamente cruciales que el gobierno quiere ocultar.

Con la otra mano unta de billetes, bajo el rubro de publicidad, a los medios tradicionales.

Todo puede decirse hoy en México en los medios tradicionales, todo, todo, todo, pero salvo las honrosas excepciones, ese todo excluye las verdades más importantes.

De ésas nos enteraremos cuando el presidente y sus ministros vivan ya en Miami, y las verdades reveladas sean ya anacrónicas: sólo alimento para la indignación inútil.

Ojee el lector o la lectora una revista y cuente los anuncios de instituciones estatales. Es el recuento de lo indecible.

Cronometre en los noticiarios las noticias que aluden a actos vistosos de los ministros, el presidente y los gobernadores. Es la cuenta de ingresos por no decir de ellos lo que ocultan.

No es casual que los ciudadanos de forma masiva hayan abandonado los medios tradicionales en los últimos dos años.

Hoy, 75% de los hombres se informa en las redes. 85% de las mujeres hace lo propio. Y sólo 17% de ambos dice tener confianza en los noticiarios de la televisión. Las cifras las tomo del podcast de Jenaro Villamil, del martes 14.

Ha sido una migración relámpago que ha puesto en crisis a las televisoras. TV Azteca y Televisa, ante la caída dramática de espectadores, y por tanto de anunciantes, han cortado, también dramáticamente, sus equipos humanos. Técnicos, productores, conductores han sido despedidos.

Y la prensa escrita, salvo las honrosas excepciones que el público sigue atendiendo, ahora mismo, y por la misma caída de lectores, y de anunciantes, recorta sus equipos de reporteros y columnistas.

¿Quiere decir que los mexicanos sí confían en encontrar la verdad en las redes?

No es seguro.

Rechazan por buenas razones a los medios tradicionales, pero sería raro que confiaran en encontrar la verdad en las redes, por la sencilla razón de que ahí no es posible encontrarla.

Las redes no aportan a la conversación pública verdades nuevas. Sin tener ingresos económicos, porque son de acceso gratuito, no tienen presupuestos para mantener equipos de periodistas serios. Esos que indagan la realidad detenidamente, durante semanas y meses, la documentan minuciosamente, otra vez: durante semanas y meses, y la redactan con rigor.

Lo que producen las redes son tres cosas, aledañas a la verdad, sin ser la verdad.

Una, maravillosa: son un catálogo para ingresar a los medios tradicionales que sí producen periodismo. Un internauta hábil puede leer sus noticias diarias ingresando por Twitter a 20 periódicos y 20 televisoras, de distintas tendencias y distintos países.

Lo segundo que aportan las redes es el “periodismo ciudadano”. Los videos de hechos cortos tomados in situ. Un ciudadano toma con su celular el momento en que #LadyProfeco insulta a un mesero. O #LordPolanco zarandea a un valet parking. O estalla una torreta de petróleo.

Videos valiosos de hechos mínimos. Periodismo hormiga.

Lo tercero que aportan las redes es opinión. Los “periodistas” de internet comentan. Conectan puntos. Ironizan. Satirizan. Abren a debate. Pero todo ello florece a partir de verdades que no aportan ellos, que aportan los periodistas de los medios tradicionales. Precisamente ésos que hoy agonizan.

Vivimos pues el eclipse de la verdad.

Pocas verdades duras, muchísimo comentario.

Muchísimas verdades-videos de 40 segundos. Periodismo de investigación a cuentagotas.

La verdad se nos está achicando. Darse cuenta es parte de volver al intento de agrandarla.

Fuente: Proceso

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