Por Julia Evelyn Martínez
El economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Oliver Blanchard, acaba de reconocer que el FMI se equivocó cuando en 2010 recomendó a los países europeos una drástica reducción en el gasto público y un aumento generalizado de impuestos como medio para resolver la crisis de la deuda pública. Esta confesión está incluida en el Informe “’Errores en el Pronóstico de Crecimiento y Multiplicadores Fiscales’”, en el que se afirma que: “hemos encontrado que los autores de aquellos pronósticos subestimaron significativamente el incremento del desempleo y la caída de la demanda interna con la consolidación fiscal”.
En el informe se aclara nada más ni nada menos que, los brillantes economistas del FMI, usaron en sus estimaciones de impactos de la reducción del gasto, multiplicadores fiscales con un valor de 0.5, cuando en realidad el valor correcto de éstos era 1.5. Esto significa que, en lugar de estimar que por cada euro que un gobierno europeo recortara en el presupuesto nacional, la economía del país perdería 1.50 euros, estimaron que se perderían solamente 0.50 euros. Vaya equivocación, que les ha costado a países como España, Grecia e Italia la duplicación de su tasa de desempleo y el aumento en la pobreza y la exclusión de miles de sus ciudadanos/as. Esto sin olvidar el aumento de la tasa de suicidios originado por el desempleo, los desahucios y los problemas económicos.
Este nuevo error del FMI, recuerda los errores que esta entidad cometió antes en América Latina, Asia y África a partir de los programas de ajuste y estabilización económica inspirados en el Consenso de Washington, que incluyeron propuestas como la privatización de servicios públicos, la apertura comercial indiscriminada y el debilitamiento de los aparatos productivos nacionales, que terminaron debilitando aún más la base fiscal de los gobiernos, ampliando las brechas sociales y provocando un mayor endeudamiento público.
Parece que es tiempo que las propuestas del FMI comiencen a ser desmitificadas seriamente como soluciones a la crisis del endeudamiento público, y que aquellas instituciones académicas y científicas que aún son independientes del poder corporativo, comiencen a tomar el liderazgo en el diseño de propuestas alternativas viables.
Por el momento, las únicas propuestas que se vislumbran siguen la línea keynesiana de estimular la demanda agregada, como la presentada recientemente por el prestigioso Instituto de Macroeconomía y Estudios Coyunturales (IMK) de Alemania. Esta entidad señala que los recortes en el gasto público y el aumento en los impuestos harán caer a las economías en el círculo vicioso de un mayor endeudamiento público, del cual solamente podrán salir con políticas de estímulo a la demanda agregada acompañadas con aumentos a los impuestos en la escala superior de ingresos y de patrimonios. Ciertamente se trata de una propuesta contraria a la propuesta de la austeridad de la TROIKA, pero que tiene un alto riesgo retransformar los estímulos a la demanda agregada en medios para un mayor consumismo, una mayor destrucción de los recursos naturales y una mayor mercantilización de la vida humana. Es decir, para profundizar el modelo consumista, productivista y extractivista de desarrollo que amenaza a la humanidad y al planeta.
Debe reconocerse que n o hay respuestas “empaquetas y listas para usarse”, solo debates en busca de protagonistas, con disposición a generar nuevas ideas sobre la economía y sobre el desarrollo, que puedan sustituir las visiones erróneas impuestas hasta ahora por el sentido común capitalista.
Julia Evelyn Martínez es profesora de la escuela de economía de la Universidad “José Simeón Cañas” (UCA) de El Salvador.
Fuente: Rebelión.org