Olas bravas en el mar de China

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Por Jens Kastner/ Asia Times

Taipei— Desde que el gobierno japonés firmó este mes un acuerdo con un terrateniente privado por la compra y nacionalización de las Islas Senkaku (llamadas Islas Diaoyu en Chino) en el Mar del Este de China, controladas por Japón, pero sujetas a reivindicaciones contrapuestas de Pekín y Taipei, las aguas en el área han presenciado una rápida acumulación de fuerzas semimilitares pertenecientes a las tres potencias que tienen relaciones inmensamente complejas entre ellas.

Mientras incluso los observadores más experimentados en asuntos de seguridad asiáticos tienen dificultades para imaginar las consecuencias producidas por el primer tiro que se dispare, es obvio que mientras más guerreros y material militar sean enviado al lugar pos los dirigentes que quieren salvar su prestigio en el interior de sus países, mayor será la probabilidad de una matanza.

El 7 de septiembre, el presidente taiwanés Ma Ying-jeou trató de subrayar la soberanía de Taiwán sobre las islas en disputa mediante una visita relámpago al Islote Pengjia, que a 140 kilómetros es el punto más cercano a las Senkaku de suelo controlado por Taiwán. En Pengjia el dirigente taiwanés, amistoso hacia Pekín, atacó el plan del gobierno japonés de nacionalizar las islas como una “invasión” del territorio de la República de China (nombre oficial de Taiwán), y alzando su puño, hizo que un puñado de Mirage 2000 y cazas F-16 de la Fuerza Aérea de la República de China volaran sobre la escena.

Unos pocos días después, ordenó que dos barcos guardacostas con cañones de 20 milímetros y de 50 mm partieran a las aguas alrededor de las Senkaku para “proteger” los barcos pesqueros taiwaneses, que en el pasado han sido frecuentemente expulsados por los guardacostas japoneses cuando pescaban en el lugar.

Esto, por cierto, significa que los barcos guardacostas taiwaneses interferirán en el futuro con sus armas cada vez que sus equivalentes japoneses traten de expulsar a las personas que consideran pescadores furtivos extranjeros. En vista de que Taipei orquestó el viaje de Ma a Pengja, así como el envío de los barcos guardacostas con tanta fanfarria militar como era posible y las operaciones taiwanesas de patrullaje cerca de las Senkaku ahora se realizan a todas horas, la vecindad de las islas en disputa no solo se convierte en un sitio más abarrotado, sino que además se incrementa la barrera. Si alguna vez los guardacostas taiwaneses no logran proteger a los pescadores contra la acción japoneses habrá críticas en la política interior de Taiwán en detrimento del partido gobernante, el Kuomintang de Ma.

Todas las señales indican que el gobierno taiwanés querrá impedir un resultado semejante aumentando la presión sobre sus guardacostas, creando así un círculo vicioso.

No cabe duda de que se prepara un desastre del lado de China continental. La estatal Agencia Noticiosa Xinhua informó de que cerca de 2.000 barcos de pesca chinos han salido de los puertos esta semana para dirigirse a las aguas de las Diaoyu. Esto seguramente hará que la situación sea aún menos controlable. Los medios chinos proclaman que más de 1.000 barcos de pesca chinos pescan cada año 150.000 toneladas de pescados en las aguas en disputa, y tienen pleno derecho a seguirlo haciendo, ya que según la fraseología habitual de China “las Islas Diaoyu y sus islotes adyacentes han sido territorio de China desde la antigüedad”.

Antes y a partir de la compra de las Senkaku, violentas protestas estallaron en numerosas ciudades chinas contra los japoneses, que en general son detestados en China porque fueron los brutales ocupantes del país en la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto Pekín, desesperado por no aparecer débil y cobarde en el interior al enfrentar a Tokio, actuó ordenando que seis barcos de vigilancia marítima entraran en aguas japonesas en una acción importante que provocó escalofríos en todo el mundo.

No está claro si Japón también ha aumentado las apuestas desde entonces enviando más personal y material a la escena. Pero en vista de la aparente determinación de los dos competidores, es un resultado casi seguro.

Cuando se dirigen a las audiencias internacionales, los funcionarios gubernamentales y observadores afiliados de las tres partes –a diferencia de lo que hacen cuando estimulan a sus propios ciudadanos– tienden a señalar, en un intento de demostrar una alta base moral, que sus militares todavía no juegan un papel directo en los eventos. En los casos de Japón y Taiwán, los guardacostas son agencias de mantenimiento del orden civil que dependen del gabinete, y no organizaciones que navegan bajo comando de la armada, Mientras los barcos de China continental que han estado involucrados pertenecen a la paramilitar Vigilancia Marina de China, bajo los auspicios de la Administración Oceánica Estatal, no de la Armada de la RPC.

Sin embargo, según expertos entrevistados por Asia Times Online, esto no hace que la situación sea mucho más segura. El riesgo de que estallen accidentalmente combates menores surge amenazadoramente en las Serkaku, dicen.

“Todas estas maniobras constituyen amenazas que dejan algo a la suerte”, dijo John Pike, director de GlobalSecurity.org, un think-tank basado en EE.UU, “Pero de eso se trata: si no hubiera un riesgo de escalada accidental, nadie estaría prestando atención”.

Cuando se le preguntó sobre su opinión respecto a los escenarios concretos de combate, Pike solo ve uno imaginable. A su juicio, no habrá un combate entre Japón y Taiwán. También desechó una noción popular últimamente entre académicos taiwaneses, según la cual si los barcos taiwaneses fueran atacados por los japoneses Pekín aprovecharía la oportunidad y protegería a las fuerzas taiwaneses para promover su sagrado objetivo de unificación a través del estrecho.

Tampoco existe una posibilidad de que Taiwán y el continente combatan, según Pike, ya que “cada cual está ganando demasiado dinero”.

Pero si China continental disparara primero contra Japón, las cosas se podrían poner rápidamente muy interesantes, dijo. “Es importante recordar que es la única isla en disputa dónde EE.UU. tiene una posición en las reivindicaciones en competencia, EE.UU. [que tiene una alianza de defensa con Japón]tiene claro que las Senkaku son japonesas”.

James Holmes, profesor asociado en el US Naval War College, entró en más detalles sobre los peligros de tener a tres gobiernos que despliegan fuerzas semimilitares.

“El abarrotamiento de mares y cielos con activos de múltiples países, y de múltiples servicios dentro de cada país, causa una situación volátil”, dijo. “No solo aumenta la probabilidad de que alguien provoque una confrontación en pequeña escala, sino también hace que sea difícil que cada gobierno llegue a coordinar efectivamente su reacción”.

Holmes señaló que los guardacostas tienen culturas burocráticas diferentes de las de las armadas, y son todavía más diferentes de las fuerzas aéreas y otras fuerzas que puedan estar presentes alrededor de las Senkaku. “Las organizaciones pueden reaccionar de modos diferentes ante las mismas circunstancias. Los probabilidades de una reacción fragmentada aumentan en tiempos de tensión, y esto a su vez aumenta las posibilidades de errores de cálculo y de escalada”.

Concluyó haciendo un paralelo histórico que es ciertamente desconcertante:

“La situación me recuerda un poco la crisis de los misiles en Cuba [1962]. Por suerte, los riesgos son menores y las armas desplegadas crean una explosión mucho menor”, dijo Holmes. “Pero de nuevo en este caso, aguas bastante limitadas han sido inundadas de embarcaciones navales y barcos mercantes. Las reglas de enfrentamiento de los contrincantes fueron poco claras, aumentando la incertidumbre. Ocurrieron algunas cosas verdaderamente escalofriantes. En el Mar del Este de China oímos ecos de lo mismo”.

* Jens Kastner es un periodista basado en Taipei.

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/China/NI19Ad01.html

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