No hay peor defensa que un mal ataque

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Por Víctor M. Quintana S.

Imagínese que usted va en su vehículo y de pronto un agente de tránsito lo alcanza, le ordena detenerse.

“Va usted a exceso de velocidad”, le espeta el agente.

Usted en lugar de preguntarle cuáles son los fundamentos para acusarlo, empieza a descalifica al agente con argumentos como éstos:

“Pero si usted, agente, es un mal padre”, “Pero si su hermano es un borracho…”

Sin duda alguna, cualquier agente, por inculto que parezca, le parecería que los argumentos que usted esgrime, mejor dicho, las descalificaciones, nada tienen que ver con el meollo de aquello de lo que se le acusa. Y lo más seguro es que usted se lleve una infracción no sólo por exceso de velocidad sino por faltas de respeto a un representante de la ley.

Esto que es de lógica elemental parece escapárseles,  tanto al gobernador César Duarte, como al gobierno de Peña Nieto, como los gatilleros a sueldo del partido de ambos. Así lo están demostrando cuando responden a las acusaciones fundamentadas que se les hacen.

Lo más inmediato es la andanada de ataques de César Duarte y de los senadores Graciela Ortiz y Patricio Martínez contra el también senador Javier Corral, el jueves pasado, durante la comparecencia del primero en la Cámara Alta.

Corral planteó con claridad dos cuestionamientos básico al gobernador: la carencia de explicación a su inversión de 65 millones de pesos en el Banco Progreso, así como los cientos de millones de pesos que el Gobierno del Estado invirtió en esta institución, presidida por cierto por el Secretario de Hacienda de dicho gobierno. Y, el manejo de las licitaciones de medicamentos para el sector salud en beneficio de una empresa ligada, cuando menos en el domicilio fiscal, con otras del propio gobernador.

Ni César Duarte, ni Graciela Ortiz, ni Patricio Martínez abordaron el meollo del planteamiento del Senador Corral en sus largas peroratas. Acusaron al Senador de lucrar electoralmente con el tema. El gobernador, además, trató de tejer una cortina de humo trayendo a colación que dos hermanos de Javier Corral han sido procesados penalmente, uno por narcotráfico, el otro, por fraude.

Esta elemental de lógica argumentativa es una afrenta, no para el Senado, como profirió la senadora Ortiz en su discurso. Es una afrenta para la inteligencia de las y los ciudadanos chihuahuenses. Que no se hagan bolas, como les dijo su presidente Salinas hace muchos años.  El asunto es tan sencillo cómo éste: que el gobernador aclare de dónde obtuvo los 65 millones de pesos para constituir el Fideicomiso en Banorte para invertirlos en acciones de Banco Progreso. Que aclare por qué la Secretaría de Hacienda realizó tantos depósitos en este banco a tasas de interés benéficas para dicho banco y no para el erario.

Sólo eso, que se transparente esta información y se dé una explicación cabal a las y los chihuahuenses.

Por otro lado, el ataque el gobernador contra los hermanos de Corral lo que revela es la total escasez de municiones argumentativas contra el Senador. Si lo más duro que se encuentra para denostarlo es la conducta de sus hermanos, mayores de edad, personas responsables jurídica y moralmente, quiere decir que no se pudo hallar nada sustancial para denunciar la persona de Javier Corral. El ataque revela así, la debilidad del atacante y demuestra la fuerza del atacado.

En esta misma debilidad lógica se inscribe la respuesta del PRI a la revelación hecha por el Wall Street Journal sobre la nueva residencia encontrada a Enrique Peña Nieto,  el club de golf de  Ixtapan de la Sal Se la compró cuando era gobernador del Estado de México a un empresario que disfrutó de contratos con su gobierno, precisamente, por 107 millones de dólares y ahora con el gobierno federal por cuando menos 40 millones de dólares. A esas revelaciones el PRI responde que se trata de un “golpeteo electoral”.

Esa es precisamente el más grande agujero argumentativo del PRI, sus senadores, sus gobernadores y demás: cuando tratan de defender a Peña, a Videgaray y a Duarte de las acusaciones que se les hacen, no se van al centro, al meollo, de dichas acusaciones. Se van a la temporalidad, a que se hagan en “tiempos electorales”. Entonces que instruyan a todos sus afiliados: “El problema no es que los pesquen robando, el problema es que eso lo revelen en tiempos de elecciones”.

El gran maestro de básquet bol chihuahuense, el inolvidable José, “Pistolas” Meneses nos repetía: “No hay mejor defensa que un buen ataque”. Con los ataques que Peña, Duarte y los priístas emprenden contra quienes los denuncias lo que más queda claro es su nula defensa.

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