Por Natalia Araya
En Afganistán, clasificado como el peor país del mundo para nacer como una niña, algunos padres están criando a sus hijas como hijos.
Cuando observas a Mehran Rafaat jugar fútbol en su escuela ubicada enKabul, capital de Afganistán, se podría pensar que la forma en la que ha crecido tiene más cosas buenas que malas.
Ella tiene 6 años de edad y ha sido criada como niño. Juega con sus compañeros y no le interesa mucho andar descalza o sucia. No es necesario que sea bonita o tenga un carácter tímido y sumiso, como sí se espera que sean otras niñas afganas que se abstienen de realizar demasiada actividad física debido sus vestidos recatados y con su pelo cuidadosamente cubierto. Este es un gran privilegio que tiene Mehran.
Lo que pasa con Mehran es conocido como Bacha Posh, una práctica común en Afganistán y Pakistán que se realiza con las niñas debido a que los hombres y niños poseen casi todos los privilegios. La ONU, afirma que este país es el peor para nacer como mujer, aquí ellas tienen una esperanza de vida en promedio de 44 años.
La madre de Mehran tiene cuatro hijas. Cuando nació la quinta decidió llevarla a una peluquería a penas tuvo suficiente pelo para realizar un corte de niño. Retocó su nombre y lo adaptó de forma masculina, finalmente la presentó al mundo exterior como un hombre: vestida con pantalones y camisa.
AQUÍ NO PASA NADA
Cuando el periodista que realizó la investigación sobre las Bacha Posh comenzó a indagar más sobre el tema, se encontró con que la existencia de estas niñas era negada profundamente por muchos expertos extranjeros en Afganistán. De hecho, varios consideraban que era muy poco probable que se produjeran estas “desviaciones” en un país tan conservador, sin embargo, al conversar con la gente del país, entendió que era una práctica antigua, y que los afganos hacen referencias a fechas tan lejanas como “el tiempo antes de que el Islam se afianzara en el país“. Es decir, muchísimos años.
Se configura entonces como un engaño colectivo donde no preguntar y no decir son una especie de ley. Cada familia mantendrá en secreto a estas niñas-niños, por lo que no hay cifras exactas de la cantidad deBacha Posh existentes en el país.
Según profesores, parteras y médicos afganos, no es extraño encontrar uno de estos casos en cada escuela, ya que de esta forma es mucho más fácil tener acceso a la educación en las zonas más conservadoras. Las niñas Bacha Posh tienen más posibilidades e independencia para moverse por las calles, sin embargo, esto cambia con la llegada de la pubertad: tienen que dejar atrás sus hábitos de niños y comenzar a comportarse como una mujer, vestirse como mujeres y, muchas veces, dejar de tener esa independencia a la que ya se habían acostumbrado.
El problema aparece cuando estas niñas, conscientes de la libertad que han tenido, se niegan a volver a las antiguas costumbres que las limitaba, donde no podían levantar la voz, realizar actividades físicas, y donde incluso aparecen confusiones de género, es inevitable. Según una mujer que vivió como Bacha Posh, la transición fue ardua pero, de todas formas, le dejó grandes lecciones.
Todo el trabajo que los hombres hacen, también pueden hacerlo las mujeres. Lo sé porque lo he hecho. Tuve que cambiar mis pensamientos y todo dentro de mi mente gracias a esta transición.
En definitiva, lo que sucede con estas mujeres no tiene tanto que ver con el cambio de género, sino que debe ser visto como un periodo de vida en el que las mujeres afganas por fin pueden vivir en casi completa libertad, pudiendo reír, mirar de frente, hablar en voz alta y tener influencia en una sociedad profundamente cerrada y machista.
Que las madres de estas niñas busquen que sus hijas sean niños, habla de una necesidad de igualdad casi desesperada. Ellas hacen lo que pueden, con lo que tienen a mano, para poder educarlas, hacerlas más independientes y con una visión clara de la vida y de lo que necesitan a futuro para desenvolverse en un mundo que no las acepta por completo. ¿Quién podría culparlas por ello?