Morena va adelante en Chihuahua

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Por Luis Javier Valero Flores

No sólo en las diversas encuestas realizadas en el país, o los diversos sondeos ubican con ventaja a Andrés Manuel López Obrador en la ruta de la Presidencia de la República, ahora también el enorme salto en las preferencias electorales de su candidata al gobierno del Estado de México, Delfina Gómez, refuerzan esa percepción.

En la entidad del presidente, en las encuestas hay un dato muy poco abordado por la absoluta mayoría de los analistas políticos y opinantes electorales: la candidata de Morena es apenas conocida por el 40% de los electores, frente a porcentajes muy superiores del Alfredo del Mazo (PRI) y Josefina Vázquez Mota (PAN). A pesar de ello se encuentra un punto abajo del priista (29%) y por arriba de la panista, que obtuvo el 25%, de acuerdo con la encuesta de Reforma (17/03/17).

Es la única que puede crecer sensiblemente en la campaña pues no tiene voto de rechazo, como sus adversarios.

El Edomex no es el preludio de las elecciones presidenciales, en 1999 y 2005 ganaron los candidatos priistas, pero sí ayuda a desentrañar las posibilidades de los diversos candidatos.

Una cosa es cierta, de acuerdo a las tendencias electorales es Morena la agrupación partidaria que capta más simpatías, fruto del desgaste del gobierno de Peña Nieto. Los resultados electorales de la Ciudad de México, Oaxaca y Veracruz le otorgan, en esas entidades con los padrones electorales más grandes, una ventaja inconmensurable.

Aún perdiendo en las elecciones de este año en Edomex, al alcanzar porcentajes cercanos o superiores al 30%, habrá obtenido un piso muy difícil de alcanzar por priistas o panistas, más si se toma en cuenta el indudable avance obtenido en los estados del norte del país, en los que el PAN había salido adelante en los comicios del 2000 y 2006.

Se aprecia un innegable incremento de las simpatías por Morena y su previsible abanderado en Baja California, con crecimientos más moderados en Coahuila, Sonora y Durango.

En Chihuahua pareciera incubarse un proceso extremadamente complejo y novedoso, pero que apuntaría a un notable crecimiento de las simpatías por AMLO en la entidad y a un decrecimiento de las fuerzas que se habían disputado prácticamente todo en Chihuahua desde 1983. Hasta el año pasado, en el que las candidaturas independientes les arrancaron la alcaldía de la ciudad mayor, además de Parral y el 20% de los votos en la disputa gubernamental.

Un hecho es cardinal para llegar a esa conclusión: el enorme desencanto de una buena parte de los electores que se pronunciaron por Javier Corral en 2016.

En abril de ese año, El Diario de Juárez publicó los resultados de una encuesta estatal: menos del 50% de los encuestados se identificaron con algún partido, porcentaje claramente a la baja frente a las elecciones del pasado.

Los resultados de la elección confirmarían aquel dato. Así, un porcentaje muy importante del electorado cambió su voto de acuerdo con los candidatos y las campañas y las condiciones políticas reinantes.

Para efectos prácticos (no olvidemos que el año próximo las elecciones locales y las federales serán simultáneas) el PRI perdió 200 mil votos entre 2010 (Duarte) y 2016 (Enrique Serrano) y el PAN ganó 100 mil (Corral) más en relación a los obtenidos por Carlos Borruel en 2010.

¿A dónde fueron los votos perdidos por el PRI? Sin duda, con Corral y con José Luis Barraza, el candidato independiente.

¿Cuántos de ellos se “regresarán” al PRI? ¿Y cuántos abandonarán al PAN?

En 2012, AMLO obtuvo poco más de 300 mil votos en el estado de Chihuahua (alrededor del 18%) y los candidatos a diputados y senadores alrededor de 90 mil votos menos.

Lo previsible es que muchos de quienes votaron por Corral, que no eran electores panistas, no “regresarán” al PRI, en virtud de las lamentables condiciones políticas en que se encuentra este partido y buscarán una tercera opción, seguramente la presentada por Morena, reflexión que en la entidad ha crecido de una muy inesperada manera, al grado que connotados priistas han expresado -en privado, por supuesto- sus simpatías por Morena y su convicción de que “El Peje” ganará.

Por otro lado, el PRI es un auténtico “Titanic” político en Chihuahua, el desprestigio en que lo sumió César Duarte es de los golpes que se tardan en sanar, por lo menos, una generación.

Partido nacido en el poder, concebido desde el poder y cuya práctica (en Chihuahua, desde 1998 hasta 2016 sin interrupciones) es la derivada del ejercicio del poder, se encuentra inerme, su única fuente de aliento -de acuerdo con sus prácticas políticas- son las delegaciones federales.
Como lo dijera uno de sus más destacados ingenieros electorales, Leonel “El Coco” Reyes Castro ¿Qué pueden ofrecerle a los electores los activistas priistas cuando toquen los domicilios de los ciudadanos? ¿Que ahora sí bajarán el precio de los combustibles y la electricidad? ¿Que ya no habrá corrupción en el gobierno? ¿Qué?

¿Y el PAN?

El desencanto es generalizado y los errores de la administración de Javier Corral son casi cotidianos; los enfrentamientos con sectores de la población se acumulan cada semana y la falta de una adecuada operación política se advierte en prácticamente todos los conflictos.

En lugar de desarticular las viejas formas del poder, enquistadas en algunos sindicatos (o representadas por los mismos sindicatos) no se advierte la capacidad para incidir en la desarticulación.

Para ejemplos, ahí está el conflicto del Sindicato del Colegio de Bachilleres, con una dirigencia que hasta medio año antes del término del gobierno de Duarte había sido una ejemplar acompañante del gobernante, con el callado repudio y rechazo de la mayoría de los trabajadores.

Pero, ahora, con las negativas del gobierno de Corral a pagar a tiempo (y algunos diríamos que hasta con antelación) las prestaciones de los trabajadores y maestros, para dejar sin argumentos a la dirigencia sindical y estimular la democratización, les han entregado en bandeja de plata la legitimación de esa dirigencia pues, ante los ojos de ellos están luchando por sus conquistas laborales.

¡Y la discusión es por un ridículo aumento del 3.08% anual, del cual el gobierno estatal es responsable de la mitad!.

Y así en prácticamente toda la administración estatal. Pareciera que nadie advierte, ahí adentro, la endeble credibilidad que gozan, casi destruída por completo a causa de los innumerables casos en los que los nuevos funcionarios salen a defender el hecho de que sus familiares trabajen en el gobierno…. a partir de octubre del año pasado: la esposa de Gustavo Madero, la de Carlos Borruel, la de Marco Bonilla, director del municipio de Chihuahua; el hijo del director médico del Ichisal, Pedro Ramírez Godínez, con el puesto de subdirector de Recursos Humanos; el de la hija de Patricia Terrazas, directora de Ingresos del gobierno, y su hija y un largo etcétera hasta llegar al lamentable caso de Ricardo Gándara, esposo de la secretaria de la Función Pública, Rocío Olmos.

Y es que, sumados todos esos casos al del principal motivo de desilusión, el de no haber presentado denuncia alguna en contra de César Duarte, hace que el panorama para el panismo no sea tan plácido como lo soñaron en la noche del 5 de junio pasado.

Muchos de sus votantes ya emigraron, más si ahora sumamos el aterrador (así, con ese término) hecho de que la PGR ha declarado oficialmente al Poder Judicial de la Federación que no existe demanda alguna en contra del exgobernador César Duarte, que la denuncia presentada por Jaime García Chávez no existe, que lo declarado por la exprocuradora Arely Gómez nos lo imaginamos, que el abogado y activista ¡Es un holograma que persigue fantasmalmente a Duarte!.

¡Es inconcebible! No habíamos presenciado acto mayor de cinismo, de desvergüenza (y vaya que nos han proporcionado infinidad), ¡ahí está el compromiso de Peña Nieto en el combate a la corrupción!.

¿Por qué defender tanto a Duarte? ¿Por qué? ¿Acaso la denuncia está tan bien armada que al llegar a la justicia federal el camino será la expedición de la orden de aprehensión y el enjuiciamiento? ¿Por eso declaran inexistente la denuncia?.

Y, claro, los chihuahuenses aprecian dos conductas notoriamente distintas. ¿Porqué no hay una tajante declaración del gobernador Corral en contra del exgobernador, en apoyo a la denuncia de García Chávez? ¿Porqué?

¿A donde creen que irá buena parte de ese descontento? ¿Por quién creen que votarán los camarguenses que le silbaron al gobernador Corral ante su salida de Camargo y sus reclamos?.

No se necesitan muchos estudios demoscópicos o simples sondeos para concluir que en 2018 se puede dar una sorpresa en Chihuahua en los resultados presidenciales y una asombrosa dispersión de los triunfos en las elecciones locales. Nadie podrá dar por descontada, ni la reelección, ni el triunfo; vamos, puede darse el caso que la primera minoría en el Congreso cuente con apenas 7-8 diputados.

Nos amaneceremos -ese sí- con una nueva realidad el primer lunes de julio del 2018.

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