Los venezolanos viven en la bancarrota y con un futuro incierto

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El venezolano se enfrenta a diario a una realidad abrumadora al comprar alimentos y bienes básicos, sobre todo aquellos que ganan el salario mínimo. Sobre todo si se considera que, para cubrir los gastos mensuales de alimentación, se necesita ganar 6.5 salarios mínimos, según el Centro de Análisis para los Trabajadores (Cendas).

El gobierno del presidente Nicolás Maduro ha dicho que Venezuela tiene el salario mínimo más alto de América Latina sobre la base de la tasa de cambio oficial (Bs.6.30 por dólar, lo que da un salario mínimo de $835 dólares), pero esta corresponde a la subsidiada, ocupada solamente para la importación de alimentos, medicinas y sus materias primas, y a la que no tienen acceso la mayoría de los venezolanos.

Sin embargo, Venezuela tiene tres tipos de tasas de cambio, la oficial, antes mencionada; la tasa del Sistema Complementario de Administración de Divisas (SICAD) a Bs.12 por dólar – a la que tienen acceso empresas y personas mediante un sistema subasta –, y la del Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) determinada por la oferta y la demanada a Bs.177,17 por dólar (según cambio de la semana pasada), a la que tiene acceso el común de los ciudadanos.

A la tasa SIMADI, el salario mínimo mensual llegaría a apenas $32.68 dólares.

Una familia de clase media, con tres ingresos mensuales dentro del hogar, debe recurrir a las tarjetas de crédito para poder cubrir los gastos.

Tal es el caso de Morela Colina, una caraqueña de 70 años que recibe una pensión del Estado equivalente a $32,68 dólares al mes. Con el salario de su sobrino y su esposa suman el equivalente a $168 dólares mensuales.

“Usamos las tarjetas de crédito para la comida y las medicinas, pagando la cuota mínima”, dijo Colina a la Voz de América, “esperando que luego el seguro médico me reponga el dinero”.

Los gastos de comida, productos de limpieza, aseo personal y medicinas del hogar de Colina consumen el 59,2% del ingreso familiar, sin considerar el arriendo y los servicios básicos.

Desde 2003, el gobierno venezolano ha fijado precios de algunos productos básicos, a la que fue sumando alimentos, medicinas, cuidado e higiene personal y materiales de construcción.

Misión imposible

Pero es muy probable que un venezolano vaya al mercado y no encuentre productos como harina de maíz, azúcar, leche, aceite, carne o pañales, por mencionar algunos.

De ahí la necesidad de tener que pagarlos a un mayor costo en el mercado negro.

“Al consumidor le interesa mucho comprar un kilo de harina a precio regulado, pero si no lo consigue a ese precio y lo hay a un precio mayor, (…) lo va a pagar”, dijo a la Voz de América Rosa María Rey, profesora del Instituto de Estudios Superiores Avanzados (IESA).

Según Rey, la existencia de los tres tipos de cambio tiene un impacto negativo en la producción de alimentos y bienes básicos, lo que genera escasez y especulación de precios.

La única solución para ahorrarse las colas y la férrea regulación del Estado es comprarlo en el mercado negro, pero los costos son prohibitivos para la mayoría de los venezolanos si se considera que el dólar en el mercado negro se ubicó a Bs.264,12 cuando se levantaron los datos para este análisis.

Por ejemplo, la harina de maíz, uno de los productos básicos en la mesa del venezolano, tiene un precio regulado de 10 centavos de dólar el kilo, pero en el mercado informal es ofrecida a 28 centavos de dólar, 163 por ciento por encima de su valor.

Por otra parte, el kilo de pollo entero está regulado al equivalente de 36 centavos de dólar.

Pero el precio real que paga la gente en el mercado negro es el equivalente a 87 centavos de dólar, 138 por ciento por encima de su valor regulado.

Una persona que gana salario mínimo, y que lo compra a este precio termina pagando por un pollo un poco más del 5% de su ingreso mensual.

Un rollo de papel sanitario de máxima calidad cuesta siete centavos de dólar a precio regulado, mientras que en el mercado informal es ofrecido a 37 centavos de dólar, casi 400 por ciento su valor.

Si Colina viviera en Colombia con un salario mínimo equivalente a $338.07 dólares, pagaría por un pollo $6 dólares, el equivalente a 1.7% de su ingreso mensual.

“No sé cómo pagar la deuda en la que me he ido metiendo para completar lo que no tengo por salario para pagar la comida”, confesó angustiada al recordar que debe en total el equivalente a $843.78 dólares en tarjetas de crédito.

Colina dijo añorar los días en que podía ir al supermercado cuando quisiera y escoger entre la abundancia y variedad de productos que había, y el dinero le alcanzaba para los gastos mensuales y para disfrutar algo también.

“Tengo un gran temor porque pienso que la solución a todo esto no va a ser fácil y menos aún cuando tenemos un gobierno que ha sembrado violencia”, concluyó.

Fuente: Voz de América

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