Los 4 crímenes de García Luna

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(Los 4 crímenes de García Luna: traición, genocidio, corrupción, narcotráfico)

Por Epigmenio Ibarra

No hay criatura más característica, personaje más representativo del neoliberalismo autoritario y conservador que Genaro García Luna. En él, en cada uno de los episodios de su carrera criminal, desde su meteórico ascenso hasta su caída, se expresan nítidamente el nivel de degradación moral, de descomposición político y social, de ese sistema de dominación que tanto daño hizo a México.

Imposible entender a García Luna sin la impronta corruptora de Carlos Salinas de Gortari. Poner al Estado, a la inteligencia del Estado, al servicio de los intereses personales, usarla para reprimir opositores y detectar oportunidades de enriquecimiento, era, cuando trabajaba en los sótanos del CISEN, la norma.

Imposible, también, comprender la razón de su ascenso, sin asociar el mismo, a la pérdida acelerada del control priísta del estado, a la irrupción del PAN y a las oportunidades que, para personajes sin escrúpulos como él, se abrieron entonces.

La insurrección zapatista y el asesinato de Luis Donaldo Colosio facilitaron, paradójicamente, su acercamiento al primer círculo de Vicente Fox.

Charlatán como pocos, con el apoyo de los medios de comunicación y de influyentes líderes de opinión qué, obsecuentes ante el poder, se alquilaron para sus montajes y con alabanzas desmedidas forjaron su leyenda, empato fácilmente con el charlatán que estaba en la presidencia y se convirtió en “su” súper policía.

Creatura también de los norteamericanos -los imperios como la razón engendran monstruos- que lo volvieron su sirviente predilecto, terminó hermanado con el otro sirviente al que Washington, luego de cerrar los ojos ante el fraude electoral, le encargó desatar la matanza y someter a México a sus designios; Felipe Calderón.

Y entonces como jefe de la AFI con Fox y como secretario de Seguridad con Calderón, este ingeniero que estudiaba y diseccionaba redes y sistemas criminales, se diseñó un sistema criminal a la medida y comenzó a robar sin dejar rastro -o al menos eso creía- de sus fechorías.

La seguridad nacional fue su coartada, los gastos en la guerra no se someten a escrutinio alguno y Felipe Calderón, del que era confidente, amigo, estratega y mano derecha, o lo dejo hacer -y es por tanto culpable por omisión- o fue cómplice en el atraco y como tal debe ser juzgado.

Más de 700 millones de dólares robó García Luna al erario a lo largo de 18 años. Primero como jefe policiaco, después como secretario de Estado y finalmente -teniendo a Calderón como gestor- como consultor privado.

Asociado con una familia de origen israelí, cuyo negocio es la guerra, creó una Holding y mediante un entramado de empresas que usaba, alternativamente, como tesorería, lavó el dinero en paraísos fiscales y se hizo de una red de prestanombres, en México y en Miami, donde como hacen los capos míticos, se instaló.

Sólo entonces comenzó a notarse que se había enriquecido aunque la mansión no estaba a su nombre y el yate tampoco. Menos todavía la empresa de medios en México. Poco o nada, si de propiedades y dinero personal se trata, podrán arrancarle los Fiscales.

Sabe muy bien García Luna que el dinero mal habido se pierde rápido y pierde al que lo gasta. Criminal consumado borró cuidadosamente sus huellas.

Lo suyo no es la ostentación desmedida de la riqueza -y ese es el principal reto para los Fiscales tanto en EU como en nuestro país- es el ocultamiento de la riqueza mal habida y su uso para comprar voces que lo defiendan y para hacerse del poder.

Allá los norteamericanos lo acusan de narcotráfico y eluden hablar, para no terminar sentados en el mismo banquillo de los acusados, de sus otros crímenes. Aquí, a García Luna y a Felipe Calderón, para que la democracia se consolide y se establezca definitivamente el imperio de la justicia, ha de juzgárseles además por traición a la Patria, genocidio y corrupción.

@epigmenioibarra

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